Cómo cuidar los riñones de niños y adolescentes

Siempre hay que asegurarse –entre otras cosas– de cocinar correctamente la carne y de lavar bien frutas y verduras.

Las enfermedades de los riñones pueden instalarse de manera silenciosa, e inclusive, pasar inadvertidas durante meses o años. El control pediátrico, aún en niños aparentemente sanos, es el mejor elemento para poder detectar la enfermedad renal oculta. Desafortunadamente, muchas de ellas son inevitables en los niños, pero otras, pueden ser prevenidas o modificadas gracias a la intervención temprana. Los riñones comienzan a formarse en las primeras semanas del embarazo. Por esto, la embarazada debe evitar el contacto o la ingesta de cualquier tipo de tóxico que interfiera en el normal desarrollo de su bebé. El control obstétrico, junto a la ecografía conforman las herramientas más importantes para la detección de la mayoría de las malformaciones. Muchas de ellas, al ser diagnosticadas tempranamente, pueden ser corregidas o mejoradas luego del nacimiento. Existen, por otro lado, enfermedades renales hereditarias que afectan a uno o más integrantes de la familia. En estos casos, la pareja debe recibir un correcto asesoramiento médico antes de programar un embarazo. Los recién nacidos y los lactantes pequeños pueden sufrir también enfermedad renal cuando presentan deshidratación severa o cuando consumen leches no aptas para esta edad. El riñón del niño pequeño está perfectamente adaptado para la leche humana y no se encuentra en condiciones de “depurar” leches con alto contenido de sales y proteínas (como la leche de vaca). Por lo tanto, la lactancia materna exclusiva actúa como un excelente protector renal en este período. Las populares infusiones caseras, como el té de manzanilla o la yerba de pollo, pueden desencadenar cuadros graves y muchas veces irreversibles. A partir de los 6 meses el niño puede ser afectado por el síndrome urémico hemolítico. Esta enfermedad se produce por la llegada de una bacteria al intestino causando un cuadro sumamente grave. Muchos de los niños que superan la enfermedad pueden arrastrar secuelas irreversibles en sus riñones. En Argentina, esta enfermedad es la segunda causa por la que los niños reciben un transplante de riñón. Por lo tanto, deben respetarse todas las medidas para evitar el contacto con esta bacteria: • Asegurar la correcta cocción de la carne. La bacteria se destruye a los 70ºC, y esto se consigue cuando la carne tiene una cocción homogénea. Tener especial cuidado con la cocción de la carne picada (hamburguesas, albóndigas), la cocción siempre debe alcanzar el interior de la carne. • No usar los mismos utensilios con los que cortamos la carne cruda, para manipular otros alimentos. • Usar leches y derivados lácteos correctamente pasteurizados y conservar la cadena de frío. • No consumir jugos de frutas si no están pasteurizados. • Lavar cuidadosamente verduras y frutas. Se recomienda dejar las verduras unos instantes en agua con lavandina (una gota de lavandina por cada litro de agua) para eliminar definitivamente a la bacteria. • Lavarse las manos con agua y jabón antes de preparar los alimentos y luego de ir al baño o al cambiar pañales. • Utilizar natatorios y balnearios habilitados para tal fin. • Consumir sólo agua potable, y ante la duda, hervirla. A partir de los dos años y durante la etapa escolar suelen aparecer otras enfermedades renales. Debe llamar la atención la presencia de: hinchazón repentina de ojos, pies o abdomen, orinas oscuras o rojas, disminución o exceso en la cantidad de orina, cefaleas intensas, problemas de crecimiento, infecciones urinarias frecuentes, niños de más de 5 años que se orinan siempre durante el sueño o bien aquellos que tienen escapes de orina cuando están despiertos. En la adolescencia aparecen enfermedades renales similares a las que presenta el adulto, y éstas se complican en niños con sobrepeso, hipertensión arterial, diabetes o colesterol elevado. Pero también estos factores de riesgo, por sí solos, pueden producir daño en riñones totalmente sanos. Por eso es indispensable que los adolescentes reciban una dieta saludable y realicen actividad física sostenida. La Asociación Americana de Cardiología recomienda que los adolescentes practiquen una hora diaria de actividad aeróbica moderada y que limiten el tiempo de permanencia ante aparatos de televisión, computadoras y videos hasta dos horas diarias, para así, evitar el sedentarismo. En los adultos, asistencia temprana, asesoramiento profesional, hogar y escuela, esta la tarea de prevenir y/o modificar la evolución de las enfermedades que dañan el sistema renal de niños y adolescentes (*) Nefropediatra

FLAVIA RAMíREZ (*)


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