Cómo el propio cambio está cambiando

II Parte. Por Alvin y Heidi Toffler (Especial para "Río Negro")

En la turbulencia creada por el choque entre la vieja economía del pasado y la nueva economía, millones -de ejecutivos, empresarios y empleados- están deseosos de nuevas «reglas» bien delineadas para ayudarlos tanto en el negocio como en la vida personal. No es de sorprender que descomunales grupos de consultores administrativos, conocedores de computación, consejeros de inversión, economistas y psicólogos de auto-ayuda se estén precipitando hacia los programas de debate y librerías, cada uno ofreciendo sus 10 reglas favoritas para el éxito económico.

Se supone que todas esas reglas deben ayudarnos a elegir entre los cursos opcionales de acción. Pero con dichas reglas propuestas de nueva economía tan confusas, muchas contradictorias o no apoyadas con evidencia, ¿cómo elegir entre ellas? ¿Qué necesitamos saber antes de elegir reglas que nos ayuden a elegir acciones? ¿Dónde comenzamos?

Un sitio para empezar es con seis nuevas realidades (no reglas) que caracterizan la nueva economía. La primera tiene que ver con el cambio, que no sólo se está acelerando y envolviendo al mundo, sino que está mutando.

El propio cambio está cambiando

En la agitación actual ya hemos cambiado de lo que podría llamarse «cambio normal» al «cambio revolucionario». Esto significa que la mayoría de las maneras pensadas y modelos aprendidos durante períodos de cambio normal es contraproductiva.

Durante los «normales» -por ejemplo períodos no revolucionarios-, los negocios habitualmente operan en un ambiente equilibrado. En una economía de mercado, el abasto sube hasta que caen los precios, lo que lleva a los productores a reducir el abasto. Se vuelve a la normalidad y el equilibrio es restaurado.

Si preguntamos por qué esto debe suceder, los ingenieros nos dirían que «la retroalimentación negativa» está trabajando -algunos procesos que desalientan el cambio cuando éste amenaza con exceder los límites del equilibrio.

Sin embargo, en una revolución, ocurre lo contrario. Los lazos de «retroalimentación positiva» se multiplican. En lugar de desalentar el cambio, éstos crean procesos autorreforzantes que pueden impulsar un negocio, una economía o, para el caso, un sistema biológico o social, más allá del límite del equilibrio -aun hacia una espiral mortal. Hay muchos ejemplos de retroalimentación positiva funcionando en negocios. Mientras más personas se integran a la Internet, más productos son colocados a la venta por e-minoristas. Mientras están disponibles más productos distintos, más personas entran on line. En la industria de seguros médicos, si se salen los clientes jóvenes y saludables, los clientes más viejos y enfermos son dejados atrás, se elevan los premiums para cubrir sus costos y más clientes abandonan -una retroalimentación positiva con un efecto negativo.

En la zona de cambio revolucionario ya no aplican las reglas de normalidad y suceden cosas extrañas. Los sistemas largamente estables se vuelven ineptos e inestables. Las líneas directas son esparcidas al viento. Las proyecciones de tendencia son engañosas. Sorpresa, los procesos incontrolables, los reveses, los cambios, todos juegan un papel mayor que durante períodos de cambio normal. Incrementa la incertidumbre.

También las cosas no son lineales. Por ejemplo, cuando el cambio es «normal» -en, digamos, una industria madura en la vieja economía de mercado- generalmente se necesita una gran inversión para producir un gran golpe en el mercado. Bajo condiciones revolucionarias, los gastos pequeños pueden provocar enormes consecuencias e inversiones enormes pueden producir efectos triviales.

El gasto y el rendimiento ya no son 1-a-1. ¿Qué podría ser menos lineal y más peculiar que un estudiante de 23 años en Manila forzando la caída de millones de computadoras con un costo aproximado de U$S10 billones en tiempo de reparación desperdiciado, y desorganizando algunas de las corporaciones más grandes del mundo, sin mencionar al Parlamento británico, la CIA y el Departamento de Defensa de EE. UU. -todo al lanzar el virus creado por él mismo «I love you»?

Igualmente, en un período revolucionario, las compañías y mercados de valores se vuelven más sensibles hacia las fuerzas externas. La competencia surge del exterior de la propia industria, con frecuencia de trimestres completamente inesperados. Amazon.com lanza un ataque sorpresa en la industria tradicional de la publicación de libros. Las compañías de gas natural invaden el negocio de fibra-óptica.

La ocasión juega una mano fuerte

En medio de la agitación revolucionaria, la oportunidad juega un papel más grande de lo usual. La Dama de la Suerte siempre está con nosotros. Pero le da demasiada importancia cuando compañías, países, sistemas de tráfico o colonias de termitas alcanzan lo que los teóricos de la complejidad llaman un «punto de bifurcación». Andy Grove, el ex jefe de Intel, el fabricante de chips, habla de «puntos de inflexión».

Los historiadores y científicos políticos hablan de un «momento revolucionario». Es el momento en que las cosas se tornan tan turbulentas e inestables, y la compañía o sistema es empujado tan lejos del equilibrio, que enfrenta ya sea el colapso total o un salto hacia un nivel de organización más alto y complejo.

Es aquí, de acuerdo con el ganador del Premio Nobel, Ilya Prigogine, uno de los padres de la teoría del caos y la complejidad, donde la oportunidad hace que sea inherentemente imposible predecir qué camino tomarán las cosas. Una vez que se pasa el punto de bifurcación, las cosas se calman un poco, se hacen más predecibles (aunque nunca en su totalidad), hasta la próxima bifurcación. La oportunidad y necesidad, el determinismo y el no-determinismo se alternan. Surgen del caos y de la oportunidad, nuevas formas de orden.

La combinación de la oportunidad y el cambio en el propio cambio -además de un factor de aceleración- crean un ambiente completamente nuevo para la creación de riqueza. Entender estas nuevas realidades es el primer paso necesario hacia el éxito en la nueva economía.

(Distributed by Los Angeles Times Syndicate)


En la turbulencia creada por el choque entre la vieja economía del pasado y la nueva economía, millones -de ejecutivos, empresarios y empleados- están deseosos de nuevas "reglas" bien delineadas para ayudarlos tanto en el negocio como en la vida personal. No es de sorprender que descomunales grupos de consultores administrativos, conocedores de computación, consejeros de inversión, economistas y psicólogos de auto-ayuda se estén precipitando hacia los programas de debate y librerías, cada uno ofreciendo sus 10 reglas favoritas para el éxito económico.

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