Como en la Guerra Fría

WASHINGTON (AP).- La captura de presuntos espías rusos ha recordado a muchos estadounidenses un tiempo cuando su enemigo era artero, pero conocido, arrellanado detrás de los muros del Kremlin. A lo largo de la Guerra Fría, Estados Unidos se había adaptado psicológicamente a esos enemigos: europeos anticapitalistas que, no obstante, participaban en la ONU, tenían diplomáticos en capitales en el mundo e incluso aceptaban de vez en cuando asistir a reuniones cumbre. Ese enemigo no podía florecer en la vastedad de desiertos lejanos o impenetrables escondites en algunas de las montañas más escarpadas y remotas en el mundo. Los soviéticos nunca enviaron a pilotos suicidas a estrellar sus aviones contra importantes edificios estadounidenses. Los miembros del Politburó de su Partido Comunista no estaban resueltos a matar a infieles religiosos. No creían en ningún dios, y su única religión eran las teorías de Marx y Lenin. Por tanto, fue una suerte de bálsamo en la semana antes del Día de la Independencia de Estados Unidos, el feriado supremo del patriotismo norteamericano, regresar a un tiempo pasado.


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