Cómo funciona el organismo de un adicto a la cocaína

La adicción a la cocaína afecta a todo el organismo. El cerebro, el corazón, el aparato respiratorio, el hígado resultan seriamente afectados. La conocida rinoscopía (el examen de la mucosa nasal), famosa popularmente para diagnosticar a un consumidor crónico, nos puede dar una idea de los efectos de la cocaína sobre los tejidos.

Es sabido que los consumidores crónicos llegan hasta la perforación del tabique nasal. Esta perforación es producto de la intensa vasoconstricción que produce la cocaína. Los vasos sanguíneos se constriñen bajo sus efectos y privan a los tejidos de la irrigación que estos necesitan para mantenerse vivos. La perforación es entonces una necrosis (muerte) del tejido de la mucosa nasal. Pero esto no sólo le ocurre al paciente en la mucosa de su nariz. Estudios de otros órganos muestran fenómenos similares. Los estudios muestran, por ejemplo, cómo se van extendiendo los infartos (muerte de tejido ) en el cerebro de quien consume. El deterioro cerebral, el compromiso pulmonar, la hipertensión arterial y el daño cardíaco son algunas de las afecciones que más preocupan, pero dado que la cocaína compromete a las arterias, esto afecta al conjunto organismo todo.

Por lo dicho, un cuadro que obliga a la internación de un paciente que consume grandes cantidades de cocaína obliga a considerar su adicción. Aún si la adicción no hubiera sido la causa de la descompensación, cosa casi imposible en estos casos porque se trata de consumidores de fuertes cantidades diarias, aún si fuera por otro desencadenante, todo ocurriría sobre un organismo absolutamente dañado por el consumo. El hecho de que se pretenda eludir la presencia de la cocaína como determinante inmediato o como causa del importantísimo deterioro de la persona que la padece parece reflejar que nuestra sociedad no termina de poder considerarla una enfermedad. Ante un cuadro de estas características, en los primeros momentos la preocupación es clínica. Pasados esos instantes dramáticos en los que el paciente tiene serios riesgos de muerte, la preocupación pasa a ser nuevamente la adicción. Generalmente el paciente sale de los cuidados especiales con su organismo más dañado y, lamentablemente, sin haber decidido abandonar su adicción. Si no media algún tipo de intervención vuelve una y otra vez al consumo. Si no media un tercero: la persona amada, la familia , el Estado, el paciente vuelve a la problemática que determinó la descompensación clínica.

Rodolfo Espinoza

Médico psiquiatra y psicoanalista

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