Cómo mira el mundo al imperio
Dos ensayos reflexionan acerca de la imagen de los Estados Unidos
BUENOS AIRES (Télam).- Dos ensayos recientes, «¿Por qué la gente odia Estados Unidos?», de Ziauddin Sardar y Merryl Wyn Davies, y «La sombra del águila», de Mark Hertsgaard, analizan el recelo que genera la potencia norteamericana en todo el planeta, una percepción que -paradójicamente- no es entendida de este modo por la mayoría de los nativos de ese país. Los Estados Unidos de América, la nación más poderosa del planeta, genera en el mundo sentimientos encontrados: rechazo y adhesión, repudio y atracción, temor y entusiasmo.
Sólo en el curso de los dos años recientes se atrajo tanto la solidaridad mundial después del 11 de setiembre, así como una reprobación casi universal con su invasión a Irak «La sombra del águila», escrito a partir de las observaciones que el autor reunió en viajes a más de 25 países del mundo, se resume un catálogo de impresiones que internacionalmente se tienen de la «República Imperial», así como de la visión tan provinciana que del mundo tienen buena parte de los estadounidenses, incluyendo a muchos de sus gobernantes.
Ante las nuevas condiciones internacionales, Hertsgaard plantea una pregunta clave que deberán responder los estadounidenses: «¿Trataría Estados Unidos de comprender ese mundo nuevo, aterrador, del siglo XXI o se conformaría simplemente con someterlo?»
«Difícilmente pueden los extranjeros evitar formar sus propias opiniones acerca de Estados Unidos. Miren hacia donde miren, ahí está América. Las películas, la televisión, la música, la moda y la comida americanas han cautivado (sobre todo) a jóvenes de todo el mundo, al tiempo que han difundido el producto de exportación más importante de Estados Unidos: su estilo de vida consumista y el individualismo que de él se desprende», sostiene el autor.
Hertsgaard enumera una serie de productos forjados o perfeccionados al calor del pensamiento norteamericano: internet, las computadoras y el resto de los aparatos de alta tecnología que han revolucionado la vida cotidiana en todo el planeta.
En otro orden, el arsenal nuclear de Estados Unidos lleva ejerciendo un poder de decisión sobre la vida y la muerte de la humanidad desde los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki de 1945, en tanto que la economía de ese país es desde hace mucho tiempo el principal motor mundial de crecimiento y continúa siendo el «comprador de última instancia» cuyas importaciones marcan la diferencia entre recesión y prosperidad para las naciones ricas y pobres por igual.
El autor marca fenómenos que a su juicio distorsionan la relación de Estados Unidos con el resto del mundo, entre ellos el hecho de que sólo el 14% de los norteamericanos tiene pasaporte -dato que avala cierta reticencia a conocer otro país- mientras que el territorio estadounidense es uno de los más visitados.
«Existen motivos comprensibles que explican ese desinterés de los estadounidenses por el mundo exterior: la geografía es el primero de ellos.
Como Estados Unidos es tan inmenso y se halla protegido por océanos en cada uno de sus flancos, el resto del mundo parece muy lejano. Los estadounidenses no tienen la sensación, tan común en otros continentes, de que hay pueblos extranjeros justo al otro lado de la cordillera o del río más cercanos -reflexiona-. La asombrosa abundancia de Estados Unidos también contribuye a fomentar un aislacionismo autosatisfecho»
Conciencia e inconsciencia
Otro aspecto que plantea el autor es que aunque Estados Unidos y los estadounidenses pueden ser equivalentes en ocasiones, resulta erróneo equiparar ambas cosas de manera automática: como en la mayoría de los países, las instituciones dominantes en Estados Unidos están dirigidas por élites que tienen puntos de vista que no coinciden con los del público en general.
¿Por qué la percepción de los norteamericanos se aparta tanto de la del resto del mundo?. ¿Por qué la presunción de inocencia y de rectitud es tan importante para su autoimagen?. ¿Por qué el pueblo norteamericano es tan extremadamente ignorante sobre los asuntos internacionales?. ¿Por qué intenta imponer su cultura como si fuera la única posible?.
En su obra «¿Por qué la gente odia los Estados Unidos?», Sardar y Wyn Davies toman estas preguntas como punto de partida para analizar, apoyándose en un recorrido por las consecuencias de la expansión económica, militar y cultural de Estados Unidos en todo el mundo, las causas que han generado un sentimiento de odio compartido fuera del país.
«La mayoría de los estadounidenses sencillamente no es consciente de la repercusión de su cultura y su política gubernamental en el resto del mundo. Pero, lo que todavía es más importante, una gran mayoría ni siquiera cree que Estados Unidos haya hecho algo malo, o que pueda hacerlo», sostienen.
«Nos preocupa, sobre todo, que la imagen idealizada que posee ese país del futuro humano le posibilite una falta de conexión perversa, peligrosa y, a menudo, brutalmente destructiva, entre sus fines y sus medios. Definir la idea de Estados Unidos como el futuro de todos, es una negación arrogante de la libertad de los demás», reflexionan.
La clave para superar el odio a Estado Unidos y sus peligros está, según los autores en Estados Unidos mismo.
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