Con Duhalde o De la Rúa, los abogados al poder

Ya suman 17 los hombres del derecho que ocuparon el "sillón de Rivadavia".

BUENOS AIRES – Gane Fernando de la Rúa o Eduardo Duhalde las próximas elecciones presidenciales, tal como lo prevén las encuestas, el futuro presidente de la Nación continuará con la vieja tradición de egresados de la carrera de abogacía que accedieron al sillón principal de la Casa Rosada.

Santiago Derqui (1860-1861) fue el primer abogado que ocupó la titularidad del Poder Ejecutivo Nacional y luego otros dieciseis dirigentes formados en las filas del derecho siguieron sus pasos.

Como contracara de esta tradición, la historia nacional refleja otra particularidad: el elevado número de militares (también diecisiete) que gobernó la sociedad civil, la mayoría de ellos, mediante golpes de Estado.

El futuro presidente que asumirá el próximo 10 de diciembre será nuevamente un abogado, considerando que De la Rúa y Duhalde son los candidatos mejores posicionados para los comicios del 24 de octubre.

El postulante de la Alianza se recibió de abogado a los 21 años en la Universidad Nacional de Córdoba, donde luego se doctoró con la tesis «Recurso de Casación en el Derecho Positivo Argentino».

El candidato justicialista, por su parte, se graduó en 1970 como procurador, abogado y escribano en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).

El tercero en discordia en la pelea por la Presidencia, Domingo Cavallo, es economista y si lograra patear el tablero electoral e imponerse en los comicios se convertiría en el primer mandatario con esa profesión.

Luego de la última dictadura militar, el radical Raúl Alfonsín fue quien retomó la tradición de abogados-presidentes que fue continuada por el actual jefe de Estado, Carlos Menem.

Los otros abogados que gobernaron el país fueron además de Derqui, Alfonsín y Menem, Nicolás Avellaneda, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini y Luis Sáenz Peña (también médico).

También José Evaristo Uriburu, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Marcelo T. de Alvear, Roberto Ortiz, Ramón Castillo, Arturo Frondizi y José María Guido.

Otros presidentes salieron de las filas militares, pero llegaron al poder respetando el orden institucional, como Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Julio A Roca, Agustín P. Justo y Juan Domingo Perón.

En cambio, los militares que accedieron al gobierno a través de golpes de estado fueron José Uriburu, Pedro Ramírez, Edelmiro Farrell, Eduardo Lonardi, Pedro Aramburu, Juan Carlos Onganía, Roberto Levingston y Alejandro Agustín Lanusse.

Los últimos dictadores fueron Jorge Rafael Videla, Roberto Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Bignone.

Los presidentes que escaparon a estos dos grupos fueron Bernardino Rivadavia (comerciante), Domingo F. Sarmiento (educador), Hipólito Irigoyen (político), Arturo Illia (médico), Héctor Cámpora (odontólogo) y María Estela Martínez de Perón (política).

(DyN)

A diferencia de 1983 y 1989, ésta es una elección sin consignas

BUENOS AIRES (DyN) – La campaña electoral para la presidencia, que en el último tramo enfrenta a Fernando de la Rúa (Alianza) y Eduardo Duhalde (PJ), carece de consignas «fuertes» y refleja el poco entusiasmo que ambos candidatos despiertan en los votantes.

«Lo que notamos en esta campaña es que no existen consignas fuertes como las las que en otro momento se convirtieron en cuestiones decisivas», aseguró a DyN el licenciado Roberto Backman, a cargo del Centro de Estudios Opinión Pública (CEOP).

Por su parte, el director del Centro de Estudios Unión Para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, subrayó que «a diferencia de Raúl Alfonsín en 1983 y de Carlos Menem en 1989, De la Rúa y Duhalde no parecen entusiasmar a los votantes como entonces».

«De la Rúa aparece como el cambio pero sin riesgo. Es a la vez renovación y continuidad. Duhalde quiere ser el cambio, pero ha co-participado del poder con (Carlos) Menem durante la última década y en consecuencia no le resulta fácil», evaluó el sociólogo. «Quizás De la Rúa esté utilizando la estrategia de ser antes 'el menos mal' que 'el mejor'», reflexionó.

La falta de consignas gravitantes en el electorado, surge del simple recuerdo de una frase repetida por Alfonsín que marcó, no sólo el retorno del radicalismo al poder, sino el regreso de la democracia tras un oscuro período dictatorial: «Con la democracia se come, se educa…»

«Hoy esa frase puede parecer irreal, pero en aquel momento respondía a la creencia de la sociedad de que el restablecimiento de la democracia sería suficiente para la resolución de los problemas», recuerda Fraga. Incluso sostiene que «el slogan de Alfonsín fue reforzado con la denuncia del pacto sindical-militar, que mostró al justicialismo como la continuidad del gobierno militar».

En aquél entonces -dice Backman- «la democracia se convirtió en algo omnipudiente, que en ese momento pesaba más que lo económico y lo social».

Posteriormente, durante los comicios generales de 1989, Fraga consideró que «Menem ganó con 'el salariazo y la revolución productiva', respondiendo a la aspiración de la sociedad que estaba fundamentalmente centrada en la economía, una vez lograda la democracia».

«Eduardo Angeloz presentaba el 'lápiz rojo' como una forma de mostrar que iba a reducir el Estado y poner orden, pero no fue una propuesta suficiente para una sociedad que buscaba un horizonte de cambio más amplio», opinó Fraga.


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