Con el objetivo de quitar la mordaza

Cámara Gesell y la puja por el acceso a la Justicia de niños víctimas de abusos.

Leonardo Petricio

NEUQUÉN (AN).- Vincent Van Gogh jamás hubiese imaginado que “La habitación del artista en Arles”, que pintó a fines del siglo XIX en Chicago, generaría una paz sustancial en niños castigados por sus mayores. La réplica del cuadro es más que un adorno en la habitación donde se realiza la cámara Gesell (CG) en esta capital. Muchas veces es la llave a su maltratado mundo interior.

Una cama, una mesa, dos sillas, la ventana, algunos cuadros, la intensidad de los colores. “El efecto que genera ese cuadro en algunos chicos es maravilloso. Dicen ‘es parecida a mi habitación’, y comienzan a hablar”. Zulema Díaz está a cargo de un trabajo que suena a gran peso: es la responsable del Área de Psicología del Niño y el Adolescente, y la escudera que defiende la importancia crucial de la cámara Gesell como elemento de prueba en casos sobre abuso en menores.

La novedad en el edificio de calle Santiago del Estero, que alguna vez fue una vivienda particular, es la aprobación del nuevo protocolo de actuación ante situaciones tan traumáticas como el presunto abuso de un menor. Se trata de un modelo para regular las formas de la entrevista testimonial al niño (que pudo ser víctima o testigo), las maneras de abordaje de acuerdo a las edades y que da un paso fundamental: la no presencia del supuesto agresor en el mismo espacio donde se realiza la cámara. Porque, aunque suene extraño, hasta hace no mucho tiempo ocurría que el niño se encontraba con su victimario en los pasillos, en la vereda, antes de dar su testimonio.

“No hay nada peor para un chico que eso. Es la forma de callarlo”, dice Zulema. Y también dice que en el interior de la provincia ocurre que el presunto autor y el pequeño viajen en el mismo colectivo, compartan el mismo escenario. “El nuevo protocolo deja en claro que eso no puede pasar, y si ocurre, hay que suspender la cámara. Si el imputado requiere presenciar la CG, deben proveer los medios técnicos para que lo haga, pero lejos de aquí. Puede ser vía Skype, teléfono abierto o como sea”.

El temor de los psicólogos que surfean en estas aguas incómodas tiene que ver con el fenómeno de la mordaza. Básicamente con los obstáculos que minan el camino para que “la voz del chico no se escuche”. Es que en la justicia la CG se mira de reojo. Como tantas cuestiones en ese ámbito, sirve de acuerdo al interés de las partes. Ya no la requiere un juez de instrucción y para realizarse, deben acordar el fiscal y los defensores. “Hay sectores que intentan que el niño no brinde el testimonio porque eso afecta al denunciado. Es grave y ocurre hace mucho tiempo, sobre todo con los defensores públicos. No se puede dificultar el acceso a la justicia de nadie, menos de un niño”, indicó Díaz. Ya con la denuncia, las trabas para la CG tiene rostros o recovecos legales: los defensores se niegan o surge la letra chica.

–Muchos hablan de “contaminación de las CG.

–Eso lo dicen quienes sienten que serán afectados por el testimonio del niño, Es cierto que he visto CG mal tomadas, donde de alguna forma indujeron al niño. Pero son contadas con los dedos de una mano. La importancia del testimonio del niño está en que muchas veces ese niño no tiene forma de representar lo que vivió, no puede hablar o tiene naturalizada esa situación horrible.

Hay varios datos que refuerzan los dichos de Díaz. Los empíricos señalan que en Neuquén capital, en 2013 se pidieron 312 CG y se realizaron sólo 167, mientras que en 2014 se requirieron en 138 casos y sólo 67 chicos llegaron a sentarse frente al cuadro de Van Gogh. “No quiere decir que existan menos casos de abuso, que quede claro. Pero cada vez que sorteamos un obstáculo, surge otro”.

Díaz defiende a capa y espada la importancia de este tipo de entrevista testimonial.

sebastian busader

sbusader@rionegro.com.ar


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