Con este piquete sí. Con éste no

Redacción

Por Redacción

Dime en qué piquete estás, y te diré quién eres? Las modas, incluso las que hacen furor, son pasajeras. El fenómeno piquetero argentino, que hasta es filmado y fotografiado por turistas llegados de todas partes del mundo, tiene su pasarela en aquellas grandes ciudades cuyas empresas públicas fueron traspasadas al sector privado, con la consiguiente expulsión de mano de obra. La falta o precariedad del trabajo, más la ausencia del Estado y gobiernos incapaces y corruptos, contribuyeron a la formación de ejércitos de desocupados que optaron por cortar rutas, calles y puentes y manifestar, pacíficamente en algunos casos, y con violencia en otros, apelando a las capuchas, los palos y la quema de gomas.

La crisis agudizó los conflictos. Hizo que el árbol tapara al bosque y que el bosque impidiese el desarrollo de los árboles. Una trágica revuelta descomunal, en diciembre de 2001, tumbó al gobierno aliancista de Fernando De la Rúa y la sombra de una guerra civil sobrevoló un país que festejó su cesación de pagos y volvió al dominio del peronismo, un movimiento que si bien hace uso – y abuso – de los desbandes caóticos, encarriló las pasiones y, devaluación mediante, retomó la senda del crecimiento y del diálogo con los organismos financieros internacionales y los acreedores externos.

La política de «dejar hacer» a los grupos revoltosos impulsada por el presidente Néstor Kirchner, no dio malos resultados durante el primer año de gestión. Pese al hartazgo de los ciudadanos con conchabo, la sociedad soportó estoicamente las molestias, valorando las buenas intenciones del patagónico en su intento por retomar la senda de la «normalidad». El ex gobernador de Santa Cruz, hoy enfrentado con Eduardo Duhalde, constructor de su ascenso a la Rosada el 25 de mayo de 2003, repite en privado que «no tenemos más remedio que dejar a los malos políticos dentro del sistema, pero de ninguna manera pueden conducir». En esta frase está la semilla de la feroz pelea entre kirchneristas y duhaldistas, a más de un año de las elecciones de renovación legislativa. Los primeros apuran los escarceos porque – argumentan – «sino, no llegamos para batir al poderoso aparato bonaerense en 2005». Los segundos, primero pusieron la otra mejilla para recibir más cachetazos, pero luego su jefe, recluido en Lomas de Zamora o en Montevideo, ordenó responder a cada agresión.

Y el tema de los piqueteros es funcional a esa disputa en la fuerza gobernante. La encrucijada es como conciliar la libre expresión de esos sectores marginados de las tareas productivas (viven de los planes sociales) con el respeto a las leyes vigentes.

La «invasión» de la multitud no se limita a dependencias oficiales. Empresas de comida, concesionarias de peajes, productoras de petróleo, grandes cadenas de hoteles, están en la mira y ponen el grito en el cielo para ser escuchados por los potenciales inversores que tanto necesita la Argentina, como resaltaron el ministro Rafael Bielsa y el titular del Banco Central, Alfonso Prat Gat. El canciller estuvo cerrando acuerdos comerciales en Rusia, y ahora marchará a China a unirse a la delegación argentina que, encabezada por Kirchner, busca atraer negocios salvadores.

La pasividad policial frente al descontrol piquetero (el sector de Luis D'Elía, fue «bendecido» por K; el del Polo Obrero, de Néstor Pitrola, se mantiene intransigente, pero al menos dialoga; y el de Raúl Castells, se desbocó), no es aceptada por todos los ministros. Pero hasta los que están más en desacuerdo con Kirchner, como Carlos Tomada y Gustavo Beliz, se callan para no irritarlo y ser mandados a sus casas.

Sin embargo, las advertencias lanzadas desde el Ministerio del Interior para que la justicia actúe con mayor severidad, preanuncia un cambio de criterios. En contra de lo que piensan Alicia Kirchner, Oscar Parrilli y Carlos Kunkel, una alta fuente del actual entramado presidencial confió a este diario que «se viene sí o sí una respuesta represiva en defensa de la propiedad privada y el derecho de los ciudadanos honestos».

Se subió al cuadrilátero el duhaldista Alberto Atanasof. Este acusó al gobierno de haber armado un partido piquetero, y el ex intendente de Quilmes, Alberto Fernández, le retrucó diciéndole que sus «burradas» fueron las que condujeron a los asesinatos de Kosteki y Santillán, hace dos años, en Puente Avellaneda.

La tregua que kircheristas y duhaldistas elaboran en el Congreso (donde debería aprobarse la ley de responsabilidad fiscal de las provincias para contentar al FMI) está atada con alfileres. Sólo una cuestión de supervivencia mantiene tranquilos a los que se recelan y no dudarían en trompearse.

Kirchner ordenó acabar con los métodos «extorsivos» que le atribuye a Castells. Recuerda en tal sentido que durante la gestión de su predecesor y ex mentor, este dirigente «socialista», que adhirió a Adolfo Rodríguez Saá, logró arrancarle a la entonces ministra de Desarrollo Social un cheque por cinco mil pesos que exhibió como un trofeo en plena avenida 9 de Julio.

Pone a resguardo K a D'Elía y eso despertó la preocupación de algunos de sus seguidores: tanta protección – dijeron – puede ser un bumerán: ¿y si en la sociedad se instala la idea de que queremos formar una fuerza de choque especial como el chavismo? En el acto de Parque Norte, en el que estuvieron Parrilli, Alicia Kirchner y el «mandado a disgusto» Tomada, se exhibieron retratos de Hugo Chávez, Fidel Castro, Lula y Kirchner, y D'Elía afirmó que detrás de Castells está Duhalde.

Tanta inquina no presagia una pronta reconciliación y alimenta las versiones – propaladas por D'Elía – sobre la existencia de una campaña de desestabilización alentada por los grandes grupos económicos, el FMI, la derecha y el PJ de Duhalde.

Las exageraciones son moneda corriente. Lo ocurrido el jueves en la sede del Ejército, cuando unos 50 jóvenes de Quebracho, voltearon vallas y produjeron desórdenes, y la toma ese mismo día de la estación ferroviaria Constitución, son una prueba de ello.

No hay un mínimo orden. Unos días antes, en una recepción en una embajada europea, un funcionario de la Cancillería, comentó que los norteamericanos avanzan con su poder hegemónico porque ya se encuentran planificando hoy para dentro de 30 años. «En la Argentina – sorprendió – no sabemos que va a pasar en los próximos 30 días». ¿Será este concepto el que predicará K en China o también comunicará que se le acabó la paciencia y tomará una decisión política, que hará «moverse» a la justicia y a la policía?

Arnaldo Paganetti


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