Con más amigos afuera que adentro

BUENOS AIRES (ABA).- Las relaciones entre el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y los principales funcionarios del Gobierno pasan por un pésimo momento. Tal vez con el único que tiene un buen diálogo y se entiende a las maravillas es con el canciller, Rafael Bielsa, y en menor medida con los bonaerenses José Pampuro (Defensa) y Ginés González García (Salud).

Pero luego Lavagna desconfía de todos los hombres K. En privado, a quien más critica es al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, a quien acusa de ser el impulsor de las supuestas operaciones que en su contra salen desde la Casa Rosada. Una de ellas, la última, fue la versión que aseguraba que era Lavagna quien buscaba modificar la carta orgánica del Banco Central (BCRA) para que el Ejecutivo disponga de más fondos para pagarle al FMI. Los asesores de Lavagna aseguran que ese proyecto jamás estuvo en los planes del ministro, y que los rumores sólo buscaron «esmerilar» su figura. Martín Redrado solía ser un hombre de su confianza, pero desde que se asumió en el BCRA lo siente distante y le desconfía, tal vez porque se acercó mucho al jefe de Gabinete.

Pero el principal enemigo de Lavagna dentro del gobierno es el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, con el que chocó varias veces en público. Siempre lo sintió como un competidor y le critica sus formas de hacer política y su supuesta poca eficacia para gestionar.

Otro de los ministros con el que Lavagna suele tener cortocircuitos es Carlos Tomada, de Trabajo, con el que choca a menudo por el envío de partidas destinadas a los planes sociales, por caso.

Dicen cerca de Lavagna que el miércoles el clima en Economía era de lo más espeso: «Si me quieren sacar del medio, que me echen. Que sean ellos los que paguen el costo político», lo escucharon quejarse sus más íntimos, aunque luego lo notaron más calmado. Algo que lo saca de las casillas son las continuas llamadas de consultas que cruza Kirchner con economistas reconocidos como el ex BCRA Javier González Fraga o Mario Blejer, a quienes ve como un ministerio de Economía «paralelo». Aunque Blejer lo respeta y cree que está haciendo una buena gestión.

Del otro lado -desde la Casa Rosada-, explican que el Presidente también se siente molesto por algunas actitudes de Lavagna, como la de «cortarse solo» en la negociación con el FMI. La relación empeoró en los últimos meses, y testigo de ellos es el ex presidente Eduardo Duhalde, con el que Lavagna se comunicó varias veces, durante la tensa calma de los fines de semana, para contarle sus broncas con el Presidente. Duhalde intenta hacer de componedor entre las dos partes. Sabe que la partida de Lavagna sería un duro golpe para el gobierno, al que todavía nota algo frágil y errático. Su esposa, 'Chiche', también busca componer la situación. Los duhaldistas piensan que si el gobierno cae a pique, serán ellos, al fin y al cabo los iniciales promotores de este gobierno, los primeros en pagar el costo político de una crisis con final imprevisible.

Nota asociada: Dicen que no hay drama, pero relación con Lavagna ya no es la misma  

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