Con “Río Negro”

El 27 de enero de 2008 “Río Negro” entrevistó a Eric Hobsbawn por su entonces más reciente libro: “Guerra y paz en el siglo XXI”. A continuación, un tramo de la entrevista. “–De su ciclo de conferencias reunidas en ‘Guerra y paz en el siglo XXI’ se extrae claramente que para usted el Imperio Americano está en vías de perder y perder poder. Hay, incluso, interesantes comparaciones entre lo que fue el Imperio Británico y lo que es el Imperio Americano. Usted fustiga duramente a Francis Fukuyama por haber desplegado sin ningún sustento, a no ser sus propios deseos. A menos de un año de publicar ‘El fin de la historia’, Fukuyama ya era historia de nada. ¿Qué es lo que lleva a un intelectual a reflexionar de modo que su consistencia se anula en la misma formulación? ”–Estimo que se podrían dar muchas respuestas o desde muchos lados. Incluso quizá no serían respuestas contradictorias entre sí. En el caso concreto de Fukuyama –cada pensador y sus formulaciones son un caso particular–, él se entusiasmó con el desplome de la Guerra Fría y reflexionó nada más que desde ese entusiasmo, mirando, como lo he escrito, incautamente el desarrollo de la historia que se abría como consecuencia de ese desplome. Tuvo una mirada muy automática, muy mecanicista en tanto se embarcó en el convencimiento de una adhesión firme del conjunto de ideas que sostienen al capitalismo y al liberalismo. Creyó, por ejemplo, en una distribución pareja y estimulante de las bondades de la globalización, cosa que se ha comprobado que no sucedió ni sucederá. No se trata tanto de que la historia no cambió a partir de todo lo que aconteció con la caída del poder soviético, con su desaparición; se trata más bien de que la historia no parece tener ninguna intención de ir hacia donde Fukuyama estimó que iría. Por supuesto que la historia no cambió a partir de un punto –la caída del Muro de Berlín, por caso– sino que viene mutando desde hace tiempo, y por supuesto que no sabemos muy bien adónde vamos o simplemente no sabemos nada al respecto, pero ésta es otra cuestión en relación con lo que dijo Fukuyama. En cuanto a qué motiva a un intelectual a avanzar hacia certidumbres que jamás serán tales, bueno, las motivaciones pueden ser muchas, desde intereses a temores, por ejemplo. Y, por supuesto, hay mucha ideología de por medio, y la ideología jamás es inactiva a la hora de reflexionar sobre la historia. Se reflexiona desde parámetros ideológicos. Lo que no puede hacer la ideología es hacernos perder la cautela, la prudencia, la sensatez”.


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