Concurrencia y conflicto

Por Alvin y Heidi Toffler

La «nueva economía» de la actualidad es parte de la tercera gran ola de transformación humana. La primera ola fue la lenta propagación de la agricultura en el mundo, que trajo la primera «nueva economía» y cambió a nuestros ancestros de cazadores y nómadas a campesinos trabajando la tierra para sobrevivir. La segunda ola de cambio, mucho más rápida, fue lanzada hace cerca de 350 años por la revolución industrial y trajo la siguiente «nueva economía» -está basada fuertemente en la producción en masa mediante fábricas. Nosotros, por tanto, somos hijos (o parientes) de la tercera ola gigante de la historia del cambio y las realidades actuales de la «nueva economía».

Estas nuevas realidades, como hemos visto, incluyen el cambio en el propio cambio, el creciente papel de la oportunidad en el ambiente económico, el impacto de la conectividad y la importancia de las constelaciones de negocios/no-negocios. Pero aún más importantes son las dos realidades finales, extremadamente poderosas.

Una concurrencia de olas

La primera es la «concurrencia». Lo que este concepto clave significa es que un país, una sociedad, una economía o incluso una compañía pueden experimentar más de una ola de cambio al mismo tiempo. Tomemos como ejemplo al Brasil.

En los espacios distantes de la Amazonia, los colonizadores están llegando, disminuyendo a los nativos para aprovechar la tierra para la agricultura. Este es el mundo en que la revolución agrícola aún está convirtiendo a las personas tribales o nómadas en campesinos. Pero mientras esta primera ola de cambio aún continúa en el norte brasileño, la segunda ola de industrialización rueda a lo largo del sur. No sólo en las gigantes metrópolis como San Pablo, sino en ciudades más pequeñas como Novo Hamburgo, el centro de fabricación de zapatos, proliferan las líneas de ensamble y fábricas, junto con la contaminación, embotellamientos de tráfico y todas las otras características familiares de la vida en las «viejas economías» de la Segunda Ola.

Sin embargo, simultáneamente, en lugares como Campinas y Curitiba, y a lo largo de la gran extensión del Brasil, la «nueva economía» claramente está llegando. Así, el uso de la computadora y de la Internet está explotando; Microsoft, IBM y otras firmas de alta tecnología de Estados Unidos y Europa se están instalando; las compañías están reestructurando sus cadenas de abasto y canales de distribución, y los gerentes se están preocupando sobre qué hacer con su tecnología de «vieja economía».

En resumen, las tres olas de cambio están rodando concurrentemente a través de la vida brasileña, cada una trayendo una forma distinta de creación de riqueza, diferentes estilos de vida, ideas, valores y habilidades.

Este concepto de concurrencia nos ayuda a entender muchas aparentes contradicciones en el mundo de la economía, e incluso dentro de la misma economía nacional. Actualmente, se señala el peligro de la homogeneización cultural como una consecuencia de la globalización. Así, las películas hechas en Hollywood y la televisión norteamericana llegan a toda esquina del planeta y mandan las mismas imágenes, valores y caras de celebridades hacia todos lados, con frecuencia desplazando la programación local. El creciente clamor, sin embargo, está basado en la simple proyección de tendencia -la suposición de que lo que esté sucediendo ahora simplemente continuará y se extenderá. De hecho, sin embargo, este proceso de homogeneización es el reflejo cultural de la fabricación y distribución masivas, que son marcas de la «vieja economía» de la Segunda Ola del ayer.

Por el contrario, la Internet y los nuevos medios tienen precisamente el efecto opuesto. Diversifican las ideas, imágenes, símbolos, datos, información y conocimiento que fluyen hacia las mentes de las personas. Proporcionan una infinidad de sitios de Web y fuentes de información accesibles para cualquier persona online, y reflejan grandemente creencias políticas, culturales, religiosas, sexuales y sociales más diversas que cualquier medio anterior en la historia. No son medios masivos, sino medios «desmasificadores». Y se están extendiendo a un ritmo más rápido que la tarifa de Hollywood o las exportaciones de la tevé norteamericana. Reflejan a la Tercera Ola. Así ambas olas de cambio son reflejadas concurrentemente.

La misma concurrencia puede verse a un nivel menor dentro de compañías, por ejemplo. Con frecuencia una compañía que ha sido exitosa al operar en un ambiente de la Segunda Ola se encuentra con pérdida en cómo adaptarse al impacto de marea de la Tercera Ola. Por tanto, muchas firmas gastan enormes sumas en computadoras y tecnología de información, que hacen formas completamente nuevas de organización y el trabajo necesario, pero retienen el viejo formato de organización y fallan en cambiar la naturaleza del trabajo. Las compañías aseguradoras colocan a sus trabajadores ante la computadora, pero la utilizan como si fuera una fábrica de prensa cortadora o perforadora, tratan a sus empleados como obreros de fábrica en la «vieja economía» y los observan, tecleo a tecleo, en una verdadera moda Tylorista.

Microsoft crea una nueva economía, un producto basado en el conocimiento -el software- pero entonces lo envuelve y lo vende en masa de una forma completamente propia de vieja-economía, como si fuera pasta dental. Esta contradicción terminará pronto, cuando Microsoft distribuya sus artículos por medio de la Internet. Sin embargo, actualmente tres olas distintas de cambio están concurrentemente transformando la creación de riqueza en el planeta. Y eso nos lleva a la más preocupante de las realidades que trae el cambio hacia una nueva economía.

Los conflictos futuros

El conflicto es el otro lado del cambio -no hay conflicto, no hay cambio- y no vale la pena poner atención a ninguna teoría social o de negocios que ignore el conflicto. Hoy, dentro de cientos de firmas, los conflictos internos son sobre misión, estrategia, política, presupuesto, empleos y poder. Los conflictos se están intensificando entre compradores y vendedores, empleados y empleadores, entre las diferentes divisiones dentro de la misma organización. Dentro de muchas firmas, una guerra cultural se encuentra entre la vieja economía, la cultura de la Segunda Ola y la nueva economía, la cultura de la Tercera Ola.

Estos «conflictos de ola» internos son sólo un pequeño nivel de conflictos mucho mayores que ya cortan a través de la sociedad, o pronto lo harán. No puede haber una nueva economía sin una sociedad nueva. Esto significa que en los años por venir, muchas instituciones -gobierno, burocracias, la familia y la iglesia, las organizaciones de la sociedad civil, los medios, las agencias reguladoras, la milicia- todas enfrentarán una reestructuración radical para adaptarse las necesidades de la nueva economía, y para moldear la nueva economía.

Nada de esto ocurrirá sin una «súper-lucha», no entre la izquierda y la derecha, sino entre aquellos cuyos estilos de vida, empleos, poder, marco de referencia y valores, derivan de la vieja economía, y que ven a la Tercera Ola como una amenaza, y aquellos -con frecuencia, aunque no siempre, los jóvenes- que lo ven como una oportunidad y un camino hacia una libertad y satisfacción personal más amplia.

Esta súper-lucha cortará a través de los viejos partidos políticos, las viejas alianzas y las antiguas fidelidades personales. Brotará en todo nivel, desde la política económica hasta las políticas educativas y artísticas. Prácticas de política internacional y de salud. El verdadero contraste fundamental que enfrentamos mientras la nueva economía llega al mundo no es simplemente un contraste de civilizaciones en el sentido del Islamismo vs. Cristianismo, o un contraste entre el capitalismo del mercado libre y las variedades del socialismo de mercado, sino un choque mucho mayor entre tres civilizaciones -una basada en la agricultura del campesino de la Primera Ola, otra de la sociedad industrial urbana de la Segunda Ola y una civilización de Tercera Ola que rápidamente está surgiendo, que refleja y promueve lo que ahora se llama la nueva economía.

(c) 2000 Los Angeles Times Syndicate


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