Conservación que es un orgullo

Ebanista y carpintero, Gaetano legó varias obras destacadas.

La vivienda Speranza

“El destino de una urbe está en muchos casos vinculado a su origen, el tesoro está oculto en su patrimonio arquitectónico y el futuro en el desarrollo de las artes y la cultura de su gente”. (Muñoz Wilma, arquitecta) Resulta curioso como ciertos estilos dejan su impronta merced a los elementos que el hombre ha producido bajo un contexto social, cultural y político determinado. Bariloche presenta inigualables antecedentes que así lo retratan. Podríamos hablar también de sus autores, auténticos protagonistas, cuyas génesis teóricas se remontan a imágenes vividas, transmitidas o bien interpretadas en remotos lugares antes de desembarcar a una inhóspita Patagonia, tan distante que sólo es posible recrear las formas que permiten materializar esas estampas del recuerdo vivido para no sentir el desarraigo de un mundo lejano, que ha quedado bien atrás, allá, al cual solo se puede acceder atravesando el océano, barco a vapor mediante. En este contexto podemos situar a Gaetano Speranza, un carpintero ebanista de origen italiano, que inspirado en las bellas formas del Art Nouveau, estilo que se consolidó a comienzos del siglo XX en todo el mundo, representaba la flora y fauna autóctona de la región del Nahuel Huapi. Balcones, ménsulas, puertas, ventanas, contramarcos y muebles constituyeron algunas de las originales creaciones a partir de las cuales reflejaba su admiración por el entorno, ejecutadas en forma artesanal con habilidad y sabiduría, sin dejar de lado la elegancia y experimentación que como hábil maestro de la labranza poseía en esta particular disciplina. Sin bien con el correr del tiempo, el mal llamado “progreso” de la construcción, se encargó de sustituir estas manifestaciones espontáneas, producto del estrecho vinculo entre el hombre y la naturaleza que le daba sustento, por otros de líneas más modernas y despojada de ornatos, todavía es posible encontrar antecedentes que nos remontan con algo de imaginación al origen de sus obras, precisamente al período en que tuvo lugar la “Colonia Agrícola Ganadera del Nahuel Huapi”. Speranza, al igual que muchos otros carpinteros y albañiles de la construcción, arribaron a la localidad de San Carlos de Bariloche, provenientes de la localidad de Belluno (Italia) en el año 1909, atraído por las facilidades otorgadas por el gobierno nacional para ocupar lotes pastoriles en la entonces Colonia Nahuel Huapi. Inicialmente las únicas vías de comunicación y comercio se realizaban a través del corredor lacustre “Pérez Rosales”, paso que estableció una importante actividad entre San Carlos y las colonias alemanas situadas a orillas del lago Llanquihue (sur de Chile) con el transporte de mercaderías y pasajeros entre ambos países. Para ello los colonos utilizaron barcos a vela y también vapores a leña y carbón. Este importante corredor de los lagos, constituyó para Bariloche y la región, un punto estratégico y dinámico de articulación para la salida de materias primas y el arribo de productos manufacturados que llegaban a Puerto Montt provenientes de Europa y que consistían principalmente en mercaderías y maquinarias agrícolas para abastecer a las colonias a ambos lados de la cordillera y a localidades como Osorno, Ranco, Rupanco y Puyehue en Chile. Si bien estos artesanos de la construcción, contratados por el empresario-comerciante Primo Capraro (italiano), trajeron con su oficio diversas técnicas, herramientas y estilos empleadas por generaciones en el viejo mundo, y con ello la impronta del conocimiento e imagen arquitectónica de su tierra natal, surgió una adaptación capaz de dar forma a una nueva identidad, mezcla de valores, sensibilidades, y apropiación del paisaje rural. Asimismo, la llegada de los “colonos” a la Patagonia, significaba el comienzo de una nueva etapa en sus vidas, que los alejaba de la depresión originada por las guerras y el hambre y los encaminaba hacia la búsqueda y el hallazgo del tan anhelado progreso. Esta caracterización arraigada a los hábitos, la cultura y un paisaje con grandes similitudes al abandonado por los inmigrantes, otorgó exteriormente a las ciudades y a los campos sureños, incluyendo a Nahuel Huapi, una faz del tipo europeo, hasta entonces desconocido. Ya casado con Beatriz Buffón, don Gaetano compró el terreno al poderoso conglomerado comercial de capitales chileno-germanos “Cía. Comercial y Ganadera Chile-Argentina” e instaló allí, sobre la calle Moreno 365/71 su vivienda particular y taller de carpintería. El 26 de Agosto de 1910 nació Ana Argentina, siendo una de las primeras hijas de pioneros en la pujante colonia. Pero fue a partir de su incesante y arduo trabajo que, sumado a sus amplios conocimientos y habilidades en la madera, le permitieron destacarse en diversos proyectos residenciales y comerciales como la primera sucursal del Banco Nación, ubicada en Mitre y Villegas, mítico edificio en material del período fundacional luego sustituido por el actual, cuyo proyecto estuvo a cargo de los arquitectos Peralta Martínez y Denis. Otra obra fue el desaparecido Hotel Italia de Andrés Festa, cuya silueta de estilo europeo engalanaba la esquina opuesta y oficiaba como lugar de reunión de la colectividad italiana o el palaciego chalet “Los Cipreses” como entonces era llamada la vivienda de Emilio Frey, en las “afueras” de la aldea. También se puede enumerar el pintoresco Hotel Suizo, ubicado en Mitre al 600 o el chalet de la familia Pefaure, en Mitre y Palacios. Todas obras que marcaron un período de cambios, instaurando el perfil de aquella imagen de la colonia rural durante sus primeras décadas de vida. De esta manera don Gaetano ocupó un lugar más que destacado en la comunidad local, ya sea a partir de su influencia sobre los elementos que dieron carácter a las primeras construcciones, o bien a través de las familias que solían frecuentar su carpintería para admirar y adquirir las más variadas y originales creaciones; obras únicas y exclusivas, concebidas a fuerza de una imaginación que no conocía fronteras geográficas. Bibliografía: “Inventario Patrimonio Arquitectónico y Urbano de San Carlos de Bariloche”, tomo I (Lolich, L.) Bariloche, año 1991

Federico Silin


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