Consumir y consumir

La nueva forma de ahorrar de los argentinos

DANIEL NASZEWSKI (*) DyN

La recuperación de la actividad económica, muy fuerte, se basa esta vez en un aparente auge del consumo interno orientado especialmente a la compra de bienes durables, como propiedades, la venta de automotores y el increíble boom del consumo de productos electrónicos de todo tipo, desde celulares a computadoras, de línea blanca a pantallas planas de LCD, y todos a pagar en planes de 30 ó 50 cuotas. En tanto, las ventas en supermercados no se están moviendo en la misma medida sino muy por debajo, algo que es consistente justamente con el simple hecho de que un tercio de la población hoy se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Según las últimas cifras del Estudio del economista Miguel Ángel Broda, las ventas de autos en los últimos tres meses registran un aumento de 48,1% con respecto a un año atrás (a tasas anualizadas), mientras que las de electrodomésticos estarían aumentando a un ritmo de 38,9% en el mismo período. Pese a esto, las cifras de ventas de alimentos y bebidas registradas en los supermercados en los últimos tres meses cayeron a una tasa anualizada de 4%, lo que revela lo peculiar de esta llamada “recuperación” económica. Las ventas de indumentaria, en tanto, están aumentando, a velocidad, un 14,2% en el mismo período, aunque aquí posiblemente haya componentes estacionales que impiden percibir una tendencia más clara. Las cifras sobre la reactivación de la economía argentina que se observan, luego de la fuerte recesión del 2009, no sólo son mejores que lo esperado sino que hasta podrían superar las mismas proyecciones oficiales. Ante todo, son bastante mayores a la pauta de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) contenidas en el Presupuesto nacional 2010, aunque eso no debiera sorprender a nadie porque ha sido práctica del gobierno subestimar las proyecciones presupuestarias para luego sorprender con la buena noticia y, de paso, recaudar más de lo esperado. El resultado, ya usado en años anteriores, es tener un mayor margen de acción sobre los recursos fiscales excedentes, vía superpoderes. En la ley de Presupuesto se pronosticaba un crecimiento en torno al 4,5% para todo el año, aunque los consultores privados (los ortodoxos y los heterodoxos) están detectando un crecimiento superior la 6% anual y, en algunos casos, cercano al 7% para este peculiar 2010, donde altos niveles de pobreza e indigencia, superiores al 30% de la población, conviven con un auge del consumo interno en los sectores medios y altos de la sociedad argentina, en un escenario en que la inflación se ubica ya en torno al 25% anual. Si se observan los precios de las propiedades éstos no han dejado de subir, ya que un metro cuadrado para departamentos nuevos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se ubica entre 1.700 y 2.000 dólares, con valores más elevados para los lugares premium. Aquí hay una combinación de más infla-ción, mayores costos y un dólar que no ha aumentado como el resto de los precios y que hace pensar a más y más gente en un nuevo fenómeno de retraso cambiario, en un contexto de inflación en dólares que es común a casi toda la economía. Esto revela que el actual boom del consumo que se está produciendo en la Argentina no sería otra cosa, en realidad, que un boom de ahorro, ya que se focaliza sobre la demanda interna de los llamados bienes durables (autos, propiedades, electrodomésticos) y no incluye las ventas de bienes no durables, como los alimentos. Dicho de manera directa: los argentinos están comprando bienes que les den seguridad y puedan mantener el valor de reventa o que pueden pagar en planes de cuotas muy largos. Detrás de esto, sin duda, se encuentra un comportamiento típico de los períodos de alta inflación –en que la costumbre habitual era fugar capitales fuera del país o atesorar dólares–: en general, fugarse del peso, una moneda que hoy se desvaloriza y reduce el poder adquisitivo de los ingresos. Se dice habitualmente que los argentinos no ahorran y por eso muchas veces se habla de una paralela insuficiencia de inversiones productivas. Pero esto no es así, la capacidad y la costumbre de ahorrar es elevada. Antes compraban dólares y ponían su dinero en los bancos, en el exterior, en las cajas de seguridad o en el colchón. Hoy nada de eso les da seguridad, en un mundo turbulento y lleno de incertidumbre y en un país que no ha cumplido las reglas del juego una y otra vez. Es por eso que la respuesta de la sociedad es ahorrar consumiendo. Muchos sostendrán que la Argentina ha vuelto a crecer con pujanza (pese a la inflación). Pero esto no parece tener sustento. Ésta es una reactivación diferente, más incierta, no un típico boom de consumo como los de los años anteriores. Y puede frustrarse apenas ocurra que, en la carrera precios-salarios, terminen ganando los precios, como siempre ocurre en estas situaciones. Esta reactivación no es para nada crecimiento genuino. (*) Periodista y economista


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