Trashumancia: un viaje ancestral que define la identidad neuquina
No es sólo un traslado de ganado: es una forma de vida, un legado cultural que atraviesa generaciones.
En cada antesala del verano, cuando el Sol recorta las montañas del norte neuquino y los días se alargan sobre los valles, comienza a moverse una de las tradiciones más antiguas y profundas de la provincia: la trashumancia. No es sólo un traslado de ganado: es una forma de vida, un legado cultural que atraviesa generaciones y que hoy sigue dando sentido a la identidad neuquina.
Miles de ovejas, cabras y chivos avanzan lentamente por huellas centenarias, guiados por familias que han aprendido de sus abuelos el ritmo de la montaña, el lenguaje del viento y el respeto por la tierra. Desde los campos de invernada hacia las veranadas en altura, y luego en sentido inverso, los crianceros dibujan dos veces al año un mapa vivo de la neuquinidad.
Una práctica ancestral que sigue viva
En Neuquén, cerca de 1.500 familias mantienen la trashumancia como modo de producción, pero también como identidad. Es una actividad declarada Patrimonio Cultural e Histórico de la Provincia, única en el mundo por su escala, su continuidad y su profunda vinculación social.
El gobernador Rolando Figueroa lo resumió en una frase que ya quedó marcada en la memoria colectiva: “Cuidar la trashumancia es defender la neuquinidad.”
La trashumancia no es sólo trabajo rural: es cultura, encuentro comunitario, gastronomía, economía local y pertenencia. Es también una forma de entender el territorio, de convivir con la naturaleza y de transmitir valores como el esfuerzo, la solidaridad y la perseverancia.
Un operativo histórico
Hasta hace pocos años, cada temporada de arreo implicaba riesgos severos: animales atropellados, crianceros accidentados, rutas congestionadas y situaciones que ponían en riesgo la continuidad de esta actividad ancestral.
En 2024, por primera vez, Neuquén implementó un Operativo de Trashumancia sin precedentes. El resultado fue histórico:
- Cero animales atropellados
- Cero crianceros heridos o fallecidos
- Cero siniestros viales vinculados al arreo
Vehículos de respuesta inmediata, acompañamiento terrestre y aéreo, asistencia veterinaria, patrullajes, señalización, controles de salud y apoyo permanente a cada arriero formaron parte de una red de cuidado inédita.
La secretaria Luciana Ortiz Luna lo definió con claridad: “La trashumancia es única en el mundo. Cuidarla es un deber de todos.”
La experiencia de los crianceros
Detrás de cada arreo hay historias familiares: abuelos que enseñan a sus nietos a leer el cielo, mujeres que recorren los caminos con sus animales, jóvenes que combinan la vida rural con estudios o trabajos. Para ellos, la trashumancia es más que un movimiento estacional; es un modo de existir.
El Estado provincial, a través de sus equipos técnicos y de salud, realizó entrevistas, controles y acompañamiento directo en las rutas y refugios. Se vacunaron perros, se atendieron caballos y animales heridos, se asistió a familias en el camino y se censaron arreos para garantizar su seguridad. La protección del arreo no es sólo logística: es humana.
Obras para sostener la trashumancia del futuro
La Comisión de Huellas de Arreo y el gobierno neuquino vienen ejecutando un plan de infraestructura rural que ya transformó decenas de puntos estratégicos:
- 11 refugios
- 30 corrales
- 5 cargaderos
- 2 cerramientos
- Una pasarela nueva
- Reparaciones en 28 locaciones de zonas centro y norte
Además, se trabaja en accesos, riego, movilidad, cartelería y relevamiento preciso de veranadas e invernadas, para que cada familia pueda transitar con seguridad.
El subsecretario de Producción, Marcelo Zúñiga, destacó: “Nunca antes se había invertido tanto en la trashumancia. Son obras que cuidan a las familias, a los animales y a toda la comunidad.”

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