CONTEXTO: «Fue un acto de extrema cobardía, una tragedia»
El alto representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Javier Solana, ha asegurado que la misión de pacificación de la OTAN en Afganistán (ISAF) debe continuar a pesar de atentados suicidas como el registrado este sábado en Kabul.
«Debemos permanecer firmes porque es un teatro de operaciones que no podemos abandonar», indicó Solana a los periodistas en un receso del Consejo informal de Ministros de Defensa de la UE, que se celebra en la localidad portuguesa de Évora.
El representante diplomático admitió que todos los implicados desean que las transformaciones en el país se produzcan con mayor rapidez, pero recordó que «en un minuto» no se puede entrenar y modernizar el Ejército y la policía. Con este mismo objetivo tiene previsto enviar España a otros 52 militares, dentro de la misión de la Alianza Atlántica.
El ataque suicida de ayer «fue una tragedia terrible, un acto de extrema cobardía», aseguró el presidente afgano, Hamid Karzai. «Quien lo hizo actuó contra la gente, contra la Humanidad, definitivamente contra el islam. Un hombre que se llama a sí mismo musulmán no mataría a gente inocente en pleno Ramadán», añadió.
Los talibanes han convertido los atentados suicidas en una táctica generalizada desde 2006, como puso de manifiesto un reciente estudio publicado este mes por la Misión de Naciones Unidas en el país (UNAMA).
Desde agosto de 2003, es la OTAN la encargada de controlar la ISAF, su primera misión de paz fuera de Europa. Formada por unos 30.000 soldados, repartidos en cinco comandancias regionales Kabul, norte, oeste, sur y este. Una de sus tareas más decisivas, ante el temor de atentados, fue la supervisión el 18 de septiembre de 2005 de los comicios en los que los afganos acudieron a las urnas para elegir el primer Parlamento en más de tres décadas.
Ahora, la raquítica democracia afgana convive con los cada vez más poderosos talibanes, que, enriquecidos gracias a la acelerada producción de opio (6.100 toneladas en 2006, un 59% más que el año anterior), pagan hasta cinco kilos de oro por cada soldado de la OTAN que maten.
Así, la organización atlántica se juega gran parte de su futuro y credibilidad en un conflicto en el que se ha demostrado impotente, y cada semana acumula muertos por ataques a convoyes, secuestros y guerrillas.
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