Contra viento y marea
Marcelo Antonio Angriman (*)
Hay metáforas a las que solemos recurrir para graficar sensaciones, tales como tocar el cielo con las manos o volar sin alas. Así, con un simple juego de palabras, desafiamos las reglas más indiscutibles de la física.
¿Quién podría discutir, por ejemplo, que para correr hace falta un par piernas? Nadie en su sano juicio, con excepción de un soñador.
Oscar Pistorius nació sin peronés ni tobillos. Sufrió la amputación de sus piernas cuando tenía sólo once meses ya que la malformación en sus huesos iría degenerando y le crearía serios problemas en la adolescencia.
El sudafricano sin embargo siempre ha señalado: “La decisión de mis padres fue la adecuada”. “Yo no soy un inválido, simplemente no tengo piernas. Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad… Las peores son las del espíritu”.
Así practicó varios deportes. Primero rugby y waterpolo, luego natación y por último atletismo, registrando 46,34 segundos en 400 metros, o la máxima velocidad en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004, con un oro en los 200 metros y un bronce en la carrera de 100 metros.
Pero este Señor nunca se resignó y siguió otra lucha –la legal– para competir en los Juegos Olímpicos. Previo a Pekín 2008 la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo IAAF prohibió el uso de cualquier “ayuda técnica” en cualquier atleta. A pesar de apelar la medida, Pistorius no logró alcanzar la marca.
Tal traspié tampoco pudo con él y luego de continuar su preparación consiguió los tiempos para participar en Londres 2012 en la posta de 4 x 400 metros, lo que marca un hecho sin precedentes en la historia del olimpismo.
Las prótesis de fibra de carbono de unos 25.000 euros de costo permiten un mayor despegue con menor esfuerzo y menor desgaste de consumo de oxígeno, pero como contrapartida se dificulta la activación del pie. Esto impide al deportista tener una rápida reacción en los primeros metros, aunque permite una compensación sobre los últimos 150 o 200 metros.
Es además notable la coordinación biomecánica que debe existir entre el material de aleación, la reacción de la pista sintética y el cuerpo del velocista que debe contar con glúteos, cuádriceps e isquiotibiales muy desarrollados.
Esta historia de lucha por la igualdad de oportunidades, se ve coronada con la añorada participación olímpica. Las especulaciones más optimistas estiman que podrá superar la etapa de eliminatorias y tal vez llegar a las semifinales. Aun sin competir Oscar Pistorius ya ha ganado. Si uno de los fines del olimpismo es la transmisión de valores, este hombre es un verdadero ejemplo de vida y la demostración más cabal de que querer es poder.
(*) Abogado. Prof. nacional de Educación Física. marceloangriman@ciudad.com.ar
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