Corrupción, racismo y poder en el linchamiento

Autoridades de Perú investigan la revuelta aymara.

ILAVE, Perú (AFP/Télam) – Las autoridades avanzan en la investigación de una rebelión popular indígena que ayer linchó al alcalde de Ilave (sureste de Perú) como resultado de una lucha de poder, supuesta corrupción, desplantes a las comunas rurales y hasta asuntos raciales, según testimonios recabados en el lugar.

En tanto, el presidente Alejandro Toledo, que encara una nueva ola de agitación social con una movilización de 1.200 cocaleros a Lima y huelgas de mineros y enfermeras, dijo que investigará si en Ilave participaron simpatizantes del diputado aymara boliviano Evo Morales, pero la central obrera CGTP pidió que el presidente Alejandro Toledo «despierte y entienda» antes que la protesta sea «indetenible».

El ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, dijo que la policía investigará «la probable participación de seguidores del diputado Morales en las revueltas» en Ilave, una población con mayoría aymara, la etnia del legislador boliviano. (ver aparte)

Anoche ingresaron al poblado 200 policías «y se está restableciendo paulatinamente la tranquilidad», aseguró el ministro. El enviado gubernamental anunció que dentro de cuatro a seis semanas se convocará a elecciones para nombrar al sucesor del alcalde linchado. Luis Thais, rodeado por policías, dijo que «ustedes tienen que saber ahora elegir a sus autoridades. Todo debe hacerse según la ley y esta no puede ser quebrantada», dij Mientras, los noticieros difunden imágenes de lo sucedido el lunes al mediodía cuando una turba golpeaba a Robles, lo paseaba con torso desnudo por el poblado y, caído ya, le daba de puntapiés y con palos.

Por otra parte, ocurria otro secuestro en Santa María, en la provincia de Amazonia, en el nor

deste del país. En la también provincia puneña de Melgar se gestaba un estado de violencia contra los alcaldes, aumentando los temores de una propagación de la situación en otras ciudades.

Los pobladores de Ilave, sobre todo de las 48 comunidades rurales de la provincia, no aceptaron el trato que les propinó Robles, de 38 años, en el cabildo abierto del 2 de abril en la Plaza de Armas.

Javier Flores, un ilaveño que trabaja en Arequipa, rememoró que cuando la sesión ese día estaba a la mitad, el alcalde quitó el micrófono a un representante (regidor, equivalente a un concejal) e intentó dar por terminada la reunión. Lugo, cortó la energía eléctrica y que gente contratada por el alcalde Robles atacó a pedradas a los opositores.

Qué provocó la ruptura entre el joven y profesional alcalde -magíster en turismo y catedrátic en la Universidad Nacional del Altiplano (Puno)- y las poblaciones que lo habían elegido en los comicios de 2002, tiene explicaciones por bando.

Pero todas las versiones confluyen en un hecho: la ruptura con su segundo de mando, Alberto Sandoval, del Movimiento Político Unión Regional. Esa pugna dio paso a la huelga iniciada el 2 de abril que duró hasta la muerte de Robles.

Ante la imposibilidad legal de una renuncia de Robles, sus opositores en el concejo amenazaron con desaforarlo si no asistía a tres sesiones. Robles reapareció justo para evitar su tercera falta. Pero halló la muerte.

Convocó a una sesión de regidores fieles en su casa. En previsión de una agresión masiva de la oposición, mandaron hervir agua, que llegaron a lanzar al inicio del ataque. Cuando se acabó el agua, la turba lo linchó.

 

Escenario: Una comunidad ancestral con códigos propios

La nacionalidad aymara en Perú está ancestralmente asentada en el departamento de Puno, donde tienen como epicentro el Lago Titicaca, junto con sus hermanos del vecino país de Bolivia.

Los aymaras ocupan al menos seis de las 10 provincias de Puno y aunque no hay censos específicos por origen racial, se calcula que unas 600. 000 personas hablan la lengua aymara, según estimaciones del Centro de Culturas Indígenas de Perú (Chirapaq).

Ellos conviven con los quechuas, que dieron origen al imperio de los Incas, en la región del altiplano que se extiende hacia Bolivia, donde hay una numerosa población aymara. «Siempre hemos vivido en forma hermanada con los quechuas», dijo Sabino Cutipa Flores, presidente de la Asociación Colla Aymara, al subrayar que se practica «una plena interculturalidad, respetando cada cual sus propias culturas». Los aymaras peruanos están íntimamente compenetrados con sus similares del lado boliviano, por encima de la división política, sobre todo vinculados por la actividad comercial. «El comercio hace que haya un intercambio constante, eso hace que se diluya la frontera peruano-boliviana», sostuvo.

El representante aymara rechazó las versiones difundidas en los últimos días sobre el presunto carácter violento de los aymaras a raíz del linchamiento en una revuelta popular del alcalde de Ilave, Cirilo Robles.

Atribuyó lo sucedido a la desatención de los problemas del pueblo de Ilave de parte de las autoridades del gobierno central de Lima, pese a que se había iniciado una huelga indefinida a comienzos de abril. «Tenemos una vivencia pacífica, nos dedicamos al cultivo de la chacra, a la crianza de animales, que complementamos con actividades artesanales y comerciales», precisó Cutipa.

El objetivo de los aymaras es recuperar sus contumbres, vigorizar y fortalecer sus potencialidades ante las propuestas foráneas llegadas del exterior que no han sido coherentes para la vida campesina de los aymaras, añadió. «Nuestra vivencia está relacionada con la naturaleza, con la simplicidad del tiempo, en una vida cotidiana estrechamente vinculada al campo», precisó.

El sociólogo Alberto Adrianzén opinó en el diario La República que lo sucedido en Ilave «refleja una fractura social que se ha convertido en una 'falla geológica', es decir, en una ruptura entre el Estado y la sociedad». Esa falla -agrega- puede producir, si no es superada en corto plazo, «una suerte de temblor para convertirse luego en un terremoto social».Ante los epítetos de barbarie endilgados a los aymaras, Adrianzén estimó que «nadie puede acusar al otro de bárbaro, sobre todo cuando hay una élite racista que vive a espaldas del país». (AFP)


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