Cóseres admitió el hecho al ser detenido

Esa fue la primera confesión del policía a los minutos de disparar varias veces contra su mujer en la escuela a la que concurrían sus hijos, según la declaración de los primeros testigos.

Causa De Yuliis

“Yo la maté”. Esa fue la primera respuesta del cabo Cristian Cóseres a la Policía luego de disparar más de cinco veces contra su esposa Yanina De Yuliis, también empleada policial.

Luego estiró sus largos brazos para atrás para que le colocaran las esposas. En un rincón del ingreso a la escuela primaria Paulo VI, a donde hacía minutos los dos hijos mayores del matrimonio habían ingresado a clases, quedó Cóseres vestido con el uniforme policial y bajo la custodia de Natalia Lescano, quien ayer lo recordó tranquilo y verborrágico.

“Teníamos problemas. Lástima por los nenes que quedarán sin mamá y papá” fue otra de las manifestaciones de Cóseres que recordó ayer en el juicio la testigo.

Lescano y Jorte Tacacho recorrían la zona en moto y fueron los primeros en llegar a la escuela ante el llamado al 911. Ante los jueces ambos coincidieron en relatar que apenas ingresaron se encontraron con una mujer policía tirada en el piso boca abajo con sangre a la altura de los hombros y como “unos tajitos” en la camisa del lado de la espalda. A su alrededor y en el piso anteojos de sol, un celular, varias vainas servidas y el arma reglamentaria enfundada en su cintura.

Lo primero fue tomarle el pulso y corroborada su muerte. Al incorporarse para mirar el entorno observaron a poco más de un metro del cuerpo una nueve milímetros en el piso y algo más alejados dos hombres. Uno de ellos uniformado que dio la respuesta a los dos policías.

Ayer ante el Tribunal integrado por Juan Bernardi, Carlos Reussi y Marcelo Chironi, el imputado volvió a hablar.

Recordó que esa mañana llegó a Viedma temprano en moto desde Catriel “para que arregláramos el divorcio porque me había adelantado por teléfono que había hablado con la persona que estaba y decidido quedarse con él”. Dijo que la esperó en la escuela previo mensaje de texto y cuando llegó con los nenes subió al auto, los chiquitos bajaron a la escuela y ellos discutieron. “Ella se bajó y yo la seguí para que habláramos, la tomé del brazo y me gritó cornudo, hijo de p… voy a llamar a mi novio para que te cague a palos. Cuando me di vuelta para irme escuché que abrió la pistolera, la volví a mirar, cargué y no me acuerdo nada más. Se terminó todo”.

Antes había descripto la convivencia de ambos como “muy dura” , inestable, con idas y vueltas, celos, prácticas abortivas, infidelidades recíprocas y en el medio tres hijos en común de once, siete y tres años. Admitió denuncias por violencia de parte de ambos, lo que generó que les retiraran el arma reglamentaria cuando prestaban servicio en Cipolletti. Señaló que ello fue resultado de una reacción de su esposa ante un comentario de infedilidad, oportunidad en que intentó atacarlo dos veces con una cuchilla , autolesionarse con el arma y apuntarle luego a él y sus hijos. Con el bebé en brazos logró controlar la situación. Su mujer fue trasladada a Viedma y él a Catriel pero igual mantuvieron comunicación y encuentros hasta una visita de ellos pocos días antes del descenlace fatal.

Escenas de dolor se vivieron ayer en el juicio de parte de los familiares directos de la víctima. Una de las hermanas interrumpió brevemente la declaración de Cóseres a quien insultó en voz alta y se retiró de la sala.

El Fiscal de Cámara Fabricio Brogna participa del juicio acompañado por el fiscal de grado Favio Corvalán; la defensa está a cargo de los abogados Marcelo Esteves y Armando Hermosa; mientras que Hugo Lapadat representa a la familia de Di Yuliis.

Hoy, desde las 9.30, se realizará la segunda audiciencia del juicio con la declaración de siete testigos.

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