Cowbird: un mosaico de historias por explorar

Imágenes gigantes acompañadas de una breve grabación, un poema o un texto. Sin límite de extensión. Atrás quedan los 140 caracteres de Twitter y el diseño rígido de Facebook. El polifacético Jonathan Harris acaba de aterrizar en el mundo de las redes sociales con Cowbird, una plataforma de estética tan atrevida como exquisita y en la que miles de narradores se dan cita desde el pasado mes de diciembre.

Harris es el informático, diseñador y fotógrafo responsable de de los proyectos We Feel Fine, donde exploró los sentimientos de la blogosfera; en I Want You To Want Me, investigó las páginas de citas online con una representación interactiva que acabó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; y en The Whale Hunt, retrató la caza de ballenas en Alaska tomando una fotografía cada cinco minutos. Pero sus libros, blogs y exposiciones se quedaron pequeños para reunir el trabajo de otros artistas que han hecho de internet su publicación y a los que faltaba una plataforma donde hacer solo una cosa: contar historias.

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El diseñador pasó dos años construyendo la plataforma del proyecto. “Se dio cuenta de que algo así podía ser perfecto para publicar las creaciones diarias de cada persona”, explica Annie Correal, coordinadora de Cowbird. “Si se juntan, pueden contar una historia más grande. La gente cuenta sus experiencias personales, como si estuvieran dentro de un cuadro. Ese fue nuestro primer intento para que Cowbird sirva de herramienta periodística”, dice Correal.

La combinación de relatos en Cowbird permite observar de manera global los acontecimientos que tienen lugar en diversas partes del mundo. Dado su enorme potencial como plataforma periodística, Harris organizó la navegación en torno a los usuarios, su localización y etiquetas temáticas, creando un mosaico espectacular de imágenes y palabras.

Desde Afganistán llega la historia del soldado Miya Gul, que creó una radio con un micrófono, un teléfono móvil y una antena casera cuando el régimen de los Talibán prohibió la música en Afganistán. Cada día emite canciones y cuenta las noticias en “La Voz de Miya Gul”, un programa que se escucha únicamente dentro de los barracones del ejército afgano “para hacer feliz a los oyentes”. En Estados Unidos, Don José Pilar Contreras Marquez decidió contar la historia de su padre, un bracero que emigró desde México. “Mi ilusión era poder comprar unos pantalones negros, una camisa negra, con mis botas negras y pasearme por mi pueblo como hacían otros”. “No íbamos a misa, no sabíamos ni qué día era domingo, todo era trabajar, comer y dormir”.

Nada más lanzar el proyecto, Harris apostó por el movimiento Occupy Wall Street, que surgió el pasado mes de septiembre en Nueva York y se extendió por todo el país gracias, entre otras cosas, al trabajo de los activistas en internet. El artista visitó el campamento situado en Oakland, en San Francisco y empezó a colgar fotografías y entrevistas. Tras convencer a varias personas para que utilizaran Cowbird como hacían con otras redes sociales, OWS protagonizó la primera “saga”, uno de los relatos que sirven de respuesta a otro original y que terminan ofreciendo una panorámica de cualquier acontecimiento.

“Dijo que llevaba allí varios días y que había perdido la cuenta de las caras de sorpresa que había visto cuando otros encontraban su bandera. Sé que la mía era una de ellas. Puedo nombrar esas treinta empresas antes que treinta Estados. Una anciana se quedó mirando y le dijo, ‘si un veterano de guerra ve tu bandera, te vas a arrepentir’”, dice Madison Clark en su postal sobre OWS, donde un joven posa con una bandera de Estados Unidos en la que las 50 estrellas han sido sustituídas por logos de grandes corporaciones.

El sello de Harris está también en el diseño de los perfiles de usuario, con una limpieza que contrasta con el ruido de otras redes como Twitter o Facebook, y donde el protagonista no es tanto el autor ni sus seguidores como su obra. Ese espacio acogedor ha permitido, según explica Correal, que los usuarios adopten un tono más personal en sus creaciones, logrando que la segunda gran saga de Cowbird girara en torno al día de San Valentín. Los 500 relatos que llegaron desde rincones de todo el mundo sorprendieron a Harris y Correal. Más allá de historias románticas encontraron crónicas sobre familias, mascotas y amistad. “Una vez que ponemos la herramienta a su disposición, la interpretación de Cowbird ya solo depende del público”, comenta.

El proceso que ha vivido Cowbird en estos primeros meses es el mismo que sufrieron otras redes sociales, en las que los usuarios descubrieron o inventaron formas de emplearlas que no habían sido concebidas por sus inventores. “En Twitter la gente buscó otras formas de emplear la herramienta; en Cowbird cada vez hay más historias inspiradas por otros usuarios, se dedican entradas entre ellos”, dice Correal.

Dentro de la red social ha surgido, por ejemplo, una pequeña comunidad de usuarios que han perdido a un hermano porque se suicidó. “Nadie hace comentarios ni analiza las noticias, simplemente han dado una respuesta creativa con las posibilidades que ofrece la plataforma”, reflexiona Correal. “Y nosotros estamos viviendo una sorpresa continua”.

Correal explica que Cowbird ha acogido a una generación muy joven de creadores, acompañados de otros más mayores que no están representados en otras redes sociales. Se escriben unos a otros, se dedican fotografías, poemas y grabaciones, reflejando las diferentes maneras de comunicarse adoptadas por cada generación. “Creo que sin quererlo hemos acabado con esa brecha que había entre una generación de padres e hijos”, comenta Correal.

Entre los casi 8.000 usuarios que ya aglutina Cowbird está el escritor Daniel Alarcón, que dice emplear la plataforma para contar algunas de las historias que forman parte de la novela en la que trabaja. Alarcón utiliza Facebook “casi por obligación” y todavía no ha explorado Twitter, pero dice haber encontrado en Cowbird más posibilidades de jugar sin los límites de extensión y de formato que imponen otras redes sociales. “Me permite hacer un collage de voces e imágenes, para publicar solo el texto ya está la novela, más convencional”, comenta.

El potencial de Cowbird queda ahora en sus usuarios, que publican más de 200 historias cada día, mientras sus creadores guardan la esperanza de que se mantenga como una comunidad de creadores y que guarde el nivel de calidad encontrado hasta ahora. Y que siga fiel a su nombre, elegido por una especie de pájaro que pone huevos en los nidos de otros. “Cowbird es el lugar donde la gente puede poner sus historias y seguir volando”.

Fuente: El País


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