Crimen de la kinesióloga: Scilipoti clamó a la comunidad por justicia

El marido de la mujer asesinada el martes en Cipolletti hizo un llamado a todos los poderes públicos, entidades y vecinos para que hagan el máximo esfuerzo en la búsqueda de la verdad.

CIPOLLETTI (AC).- Un llamado a poderes públicos, entidades representativas no gubernamentales y a la comunidad en general lanzó ayer Pablo Scilipoti, para que se haga «lo máximo» a fin de esclarecer el crimen de su esposa, la kinesióloga Diana Del Frari.

Sin embargo, -aduciendo el secreto del sumario de la causa algunas veces y desconocimiento en otras- las declaraciones del marido de la kinesióloga dejaron tantas certezas como dudas.

Scilipoti dio una conferencia de prensa en el auditorium de LU19, en calle Roca, desde las 14.30 de ayer.

El salvaje ataque contra la kinesióloga se produjo el martes presumiblemente entre las 20 y las 20.20 en su consultorio de Libertad y 9 de Julio, pegado a su domicilio. Luego de la autopsia se estimó que la hora de la muerte fue alrededor de las 21 y por «pérdida masiva de sangre», obviamente producto de los casi 30 puntazos y cortes en todo el cuerpo, más los golpes furiosos en el rostro.

A las 19.55 Del Frari llamó a la mutual AMVI preguntando por algún paciente y eso fue lo último concreto que se supo de ella. Scilipoti contó ayer que salió de su casa para guardar su vehículo y que enseguida ingresó al consultorio, aproximadamente a las 23, y halló a su mujer muerta, pero obvió dar más detalles.

El hombre no respondió si había movido el cuerpo, en un desesperado intento de reanimarla, ni acerca de la hora en que esa tarde arribó a su casa. Reconoció sólo que fue por la tarde.

Tampoco dio precisiones respecto de que, pared por medio, pudieran escucharse habitualmente en su casa ruidos o sonidos provenientes del consultorio, en una pregunta que apuntaba a saber si la víctima pudo haber gritado clamando por auxilio. Sin requisitoria mediante aclaró que no hay comunicación entre el consultorio y el domicilio aledaño.

Tajante, deslindó cualquier dato respecto de las dos pacientes que desde cerca de las 20.30 hasta cerca de las 2l estuvieron en la sala de espera, escucharon gemidos o jadeos entrecortados, y como nadie los atendió se marcharon. (La mujer estaba muriendo en esos instantes y tal vez el asesino se hallaba aún en el lugar, acechando la ocasión para escaparse). Scilipoti no negó el hecho pero tampoco dejó aclaración alguna por el secreto del sumario.

Le resultó normal tanto a él como a sus hijos -según observó- que su mujer llegara tarde, porque en el consultorio «solían realizarse reuniones del Colegio de Kinesiólogos».

Varias preguntas estuvieron destinadas ayer a conocer la opinión de Scilipoti sobre la tipología de los autores, posibles causales, si tenía enemigos, si pudo haber habido en el hospital u en otro sitio algún incidente disparador de la matanza.

«Yo dejo eso para la Justicia porque allí está la gente idónea que trabaja en el tema. Yo aporté todo lo que pude recordar. Pero no creo estar calificado para definir qué circunstancias se dieron en este caso».

Sin embargo dejó traslucir que la amplia trayectoria de Diana no daría pie para la existencia de enemistades. No opinó tampoco sobre las similitudes entre el caso de su esposa y el de la muerte de la bioquímica Ana Zerdán, aunque aventuró que deberían conocerse, pese a sus diferentes prácticas paramédicas, por su trabajo en el hospital.

De los tres allanamientos realizados por orden del juez Juan Torres tampoco se expidió, porque era un tema atado exclusivamente a la investigación.

Scilipoti clamó para que se «derriben todas las barreras» a fin de que se esclarezca el caso.

Para el marido de la infortunada kinesióloga, de ese esclarecimiento y de los demás crímenes no resueltos aquí, depende la seguridad y la tranquilidad de la familia cipoleña, por eso su invocación al gobierno e instituciones.

La relación con el caso Zerdán

En cualquier reunión programada, o encuentro fortuito en que se alude al caso Del Frari automáticamente se establece un hilo conductor con la muerte de Ana Zerdán y surge la ominosa figura de un psicópata como responsable.

En círculos cercanos a los investigadores, y aún al propio juez interviniente, Juan Torres, tampoco se desestima la especie, por más que no esté, aún, entre las hipótesis de rango superior.

Dos paramédicas, privadas y del hospital, atacadas en sus lugares de trabajo, heridas con ferocidad demencial, preocupan hoy a la comunidad.

Un hombre ligado a los pesquisas, pero por tareas operativas-profesionales, expresó sus interrogantes porque «aquí hay dos casos, muy similares: mucho salvajismo, probable elección de víctima por su orientación profesional. Escape con pocas huellas, casi ninguna.».

No obstante, también la pesquisa se orienta a detectar a una persona con facultades alteradas, por lo que -y esto sí se reconoció ayer concretamente desde ámbitos policiales- se relevarán instituciones de la zona que atienden esa clase de enfermedades, incluyendo las áreas de Salud Mental de los hospitales y las que se ocupan de personas con patologías de drogadicción.

Es un secreto a voces que en una reunión entre el juez Torres con fiscales y policías directamente afectados a la dilucidación del crimen de la kinesióloga Del Frari se analizó taxativamente la figura de un psicópata, máxime cuando ese magistrado tiene también en sus manos el irresuelto caso de la bioquímica Ana Zerdán. (AC)


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