“Crimen sin pena ni gloria”
Aunque parezca increíble, casi todos los criminales, aun cuando cometan los delitos más aberrantes, terminan sin ser condenados y la víctima sin conseguir que se repare su perjuicio. Para demostrar lo dicho aparece oportuno un ejemplo: usted va caminando hacia su casa y es sorprendido por una patota de violentos que le exige dinero que no tiene. Lo terminan pegándole y usted termina en el hospital con varios huesos rotos. Un abogado lo contacta y le asegura que se hará justicia. Comienza un larguísimo juicio, cuatro, cinco, seis años. Usted vive minusválido por la paliza de los malandras, deprimido, con lesiones incurables; encima perdió el trabajo y su mujer se alejó en búsqueda de un mejor destino. Al llegar los seis años y meses, su abogado le anuncia la audiencia de juicio. ¡Ahora verán esos violentos! Sus lesiones son gravísimas, el daño físico es probablemente incurable. ¡Estos violentos pasarán diez años en prisión!, le dice orgullosamente su abogado. En la audiencia: ¡oh sorpresa!, los violentos piden el beneficio de la “probation” pues no tienen antecedentes y la pena puede ser de ejecución condicional. ¡Me niego!, grita su letrado. Usted se pregunta: ¿qué será todo esto? El tribunal decide hacer lugar a la probation, los violentos le ofrecen pagar cien pesos, que usted no acepta, y quedan en libertad sin pena ni gloria. ¿Y? le pregunta a su abogado. Y es esa maldita probation del artículo 76 bis del Código Penal que la Corte Suprema de la Nación extendió a casi todos los juicios. ¿Y los violentos quedan libres? Sí, le dice el abogado. Pero ahora iniciamos juicio civil y le sacamos $ 1.000.000. ¿Y cuánto dura?, usted le pregunta. Y entre cinco y seis años hay que probar todo de nuevo, le contesta. Le pega un golpe en su modesta mesita de querellante y provoca la rotura del vidrio y el vaso de agua, se dirige a los gritos a las juezas y les dice que le robaron, que es una injusticia y que no tienen vergüenza. Sin inmutarse, la presidenta de tribunal ordena su inmediata detención, por agraviar a la Justicia, por daños y otras imputaciones que se pierden en su mente mientras lo suben esposado al móvil policial. Los violentos salen abrazados del tribunal. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes
Aunque parezca increíble, casi todos los criminales, aun cuando cometan los delitos más aberrantes, terminan sin ser condenados y la víctima sin conseguir que se repare su perjuicio. Para demostrar lo dicho aparece oportuno un ejemplo: usted va caminando hacia su casa y es sorprendido por una patota de violentos que le exige dinero que no tiene. Lo terminan pegándole y usted termina en el hospital con varios huesos rotos. Un abogado lo contacta y le asegura que se hará justicia. Comienza un larguísimo juicio, cuatro, cinco, seis años. Usted vive minusválido por la paliza de los malandras, deprimido, con lesiones incurables; encima perdió el trabajo y su mujer se alejó en búsqueda de un mejor destino. Al llegar los seis años y meses, su abogado le anuncia la audiencia de juicio. ¡Ahora verán esos violentos! Sus lesiones son gravísimas, el daño físico es probablemente incurable. ¡Estos violentos pasarán diez años en prisión!, le dice orgullosamente su abogado. En la audiencia: ¡oh sorpresa!, los violentos piden el beneficio de la “probation” pues no tienen antecedentes y la pena puede ser de ejecución condicional. ¡Me niego!, grita su letrado. Usted se pregunta: ¿qué será todo esto? El tribunal decide hacer lugar a la probation, los violentos le ofrecen pagar cien pesos, que usted no acepta, y quedan en libertad sin pena ni gloria. ¿Y? le pregunta a su abogado. Y es esa maldita probation del artículo 76 bis del Código Penal que la Corte Suprema de la Nación extendió a casi todos los juicios. ¿Y los violentos quedan libres? Sí, le dice el abogado. Pero ahora iniciamos juicio civil y le sacamos $ 1.000.000. ¿Y cuánto dura?, usted le pregunta. Y entre cinco y seis años hay que probar todo de nuevo, le contesta. Le pega un golpe en su modesta mesita de querellante y provoca la rotura del vidrio y el vaso de agua, se dirige a los gritos a las juezas y les dice que le robaron, que es una injusticia y que no tienen vergüenza. Sin inmutarse, la presidenta de tribunal ordena su inmediata detención, por agraviar a la Justicia, por daños y otras imputaciones que se pierden en su mente mientras lo suben esposado al móvil policial. Los violentos salen abrazados del tribunal. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes
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