¿Cuál es el verdadero nivel del futbolista argentino?

Criticar a Marcelo Bielsa se ha convertido en estos días en el deporte nacional. El hombre modelo de dos años atrás, la máscara de hierro que imponía disciplina y se alejaba de los aplausos, es hoy un tiro al blanco, un «Péguele al muñeco» del parque de atracciones de la pelota nacional.

Es que resulta fácil pegarle a Bielsa. El técnico no concede notas exclusivas y entonces no hay temores de perder su palabra, porque él la ofrece a todos por igual. Y, peor aún, lo hace a cuentagotas, lejos del show mediático que lo precisaría a toda hora, para alimentar suplementos de diarios, tiras radiales y hasta canales que hablan de deporte las veinticuatro horas del día, aunque, muchas veces, no todas las noticias deban hablar.

Además, si no se le pega a Bielsa, ¿a quién habría que criticar? ¿Al presidente de la AFA, Julio Grondona, representante de una Confederación Sudamericana que programó una eliminatoria que impide un mínimo de trabajo serio, con planteles que se juntan arriba de un avión? Una hora antes del partido ante Ecuador, Grondona era entrevistado por una emisora. Pero el cronista no le preguntó nada de eso. Tampoco le preguntó si la FIFA, de la que Grondona es vicepresidente, iba a sancionar a Inter por no haber liberado a Javier Zanetti y al Kily González. No. Le preguntaron qué le parecía que Clemente Rodríguez jugara de número cuatro.

Y si no se cuestiona a Grondona, menos aún se critica a los jugadores. No se apunta aquí a su labor en uno o en otro partido. Y mucho menos se duda de su entrega, cuando viajan más de veinte mil kilómetros en cinco días arriesgando físico y prestigio a cambio de silbidos. El debate, en realidad, apunta a evaluar cuál es hoy el verdadero nivel de los futbolistas argentinos. ¿O acaso no se advierte que, a diferencia de otros años, los argentinos ya no lucen en el primerísimo nivel europeo, donde sí brillan en cambio Ronaldo, Ronaldinho y Kaká?

Las excepciones podrían ser Pablo Aimar (afectado igualmente por una seguidilla de lesiones) y Roberto Ayala, puntales ambos de un Valencia que compite de igual a igual con Real Madrid en España. Y también Walter Samuel, uno de los defensores más cotizados en el fútbol mundial y, tal vez, Zanetti, admirado en Italia pese a la crisis del Inter, aunque con más resistencias cuando juega en la selección. Pero luego no hay mucho para destacar: Juan Román Riquelme, tras la discreta experiencia de Barcelona, llegó a ser suplente hace un mes en el Villarreal, un equipo de segundo orden en España, más allá de su gran campaña en la Copa UEFA. Y Andrés D'Alessandro no logra regularidad para exhibir su habilidad en el…Wolfsburgo, otro equipo de segundo orden en Alemania. Juan Verón, lesionado, lleva meses sin jugar en el Chelsea inglés, donde Hernán Crespo no se afirma como titular y César Delgado luce, sí, pero en un equipo que viene de pasar una durísima crisis en México. Pablo Cavallero estuvo en crisis en el Celta, que corre peligro de descenso en España, Kily González es suplente en Inter y Juan Pablo Sorín recién ahora tiene continuidad tras una larga inactividad. Pero el debate sobre el verdadero nivel actual del futbolista argentino, según parece, amenaza con herir el orgullo nacional.

La AFA, eso sí, ya tiene en carpeta el próximo partido que servirá de preparación para enfrentar a Brasil. Será ante Marruecos, que pagará la suma de 900.000 dólares, a cambio de que Argentina le de su voto en la elección de la sede por el Mundial 2010.

Argentina no jugó bien ante Ecuador, es cierto. No tanto antes del 1-0, sino después, cuando no supo rematar el partido, pese a que Ecuador, obligado, ya había dejado de defenderse con ocho hombres. Argentina se expuso de esa manera a un empate que habría levantado polvareda. ¿Acaso faltó resto físico a los que viajaron miles y miles de kilómetros gracias a los calendarios elaborados por dirigentes ávidos de los dineros de la TV? Fue Dante Panzeri quién describió hace muchos años por qué siempre sería más sencillo pegarle a los D.T. Porque ellos, decía Panzeri, eran los Dóciles Títeres.

 

    Ezequiel Fernández Moores


Criticar a Marcelo Bielsa se ha convertido en estos días en el deporte nacional. El hombre modelo de dos años atrás, la máscara de hierro que imponía disciplina y se alejaba de los aplausos, es hoy un tiro al blanco, un "Péguele al muñeco" del parque de atracciones de la pelota nacional.

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