Cuando Boca sale de Copas por América, es cosa seria

Siguen los ecos por la sexta vuelta continental. En 6 meses se formó un equipo ciento por ciento ganador.

Es probable que toda esta historia de Boca campeón de la Libertadores 2007, haya comenzado antes de que Miguel Angel Russo desembarcara en La Boca.

El fracaso de Ricardo La Volpe confirmó, más allá de tener un campeonato prácticamente ganado y perderlo insólitamente, que las cuestiones de piel en el fútbol son tan importantes como la pelota misma.

La desvinculación de Russo de Vélez, y el enroque de buzo con el 'Bigotón', fue el comienzo de una historia con final feliz para el 'xeneize'. 'Miguelito' dejó LIniers y le dio el gusto a Mauricio Macri. Es que el titular xeneize había logrado el objetivo que tanto buscaba en los tormentosos días de diciembre, luego de la salida de La Volpe en la tarde que Estudiantes le ganó a Boca 2 a 1 y se consagró campeón.

De rápidos reflejos, Macri pensó en Russo, al igual que Diego Maradona, que ya lo había tentado oportunamente pero el técnico, fiel a su estilo y respetuoso de lo que firma, primero pidió desvincularse de Vélez para recién hablar con Boca.

El 15 de diciembre del año pasado acordó su vínculo contractual con Boca ante un exultante Macri, que comenzaba a despedirse del club para intensificar su carrera política.

En enero inició la pretemporada en Casa Amarilla, ya con el refuerzo de Clemente Rodríguez, Bruno Marioni, al que él convenció para que llegara a conjunto auriazul, y se dirigió a Tandil con una premisa: «armar el Boca campeón». En la apacible Posada de los Pájaros tandilense fue madurando la idea del equipo, y con la llegada de Mauricio Caranta ya supo que el arco debía ser para el cordobés.

Mientras transcurría el torneo de verano y se aprestaba a iniciar el Clausura, Russo tenía una obsesión: Leandro Gracián, el mediocampista que de Vélez se había ido para recalar en el Monterrey. Pero el que sí se daría un gusto enorme sería Macri, que rompió «el chanchito» y sacó dos millones de dólares para abonar el préstamo de Juan Román Riquelme, que no tenía cabida en el Villarreal.

En las manos del excelso jugador y del técnico quedaba ahora corroborar en los hechos el fenómeno futbolístico. Ahora sólo tenía que formar un equipo con aspiraciones.

Y lo logró, pese a las vaivenes futbolísticos y los errores estratégicos que tuvo. Pero Russo exhibió una virtud: la paciencia. Así consiguió el éxito más resonante de su trayectoria: coronarse campeón de la Copa que todos quieren pero sólo los elegidos consiguen.


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