Cuando el remedio es peor que la pediculosis

Muchas veces se recurre a sustancias altamente nocivas para combatir los piojos. Las intoxicaciones por uso de métodos piojicidas caseros no son pocas.

Si bien existen varias clases de piojos capaces de afectar a los humanos en distintas zonas del cuerpo, el que más preocupa a grandes y chicos es el denominado Pediculus capitis, quien desarrolla todo su ciclo vital en la cabeza, donde hace su hogar muchas veces de manera crónica. Este piojo afecta por igual a ambos sexos y las edades de mayor prevalencia de la infestación están entre 4 y 11 años.

Como los piojos se alimentan y paralelamente excretan en el cuero cabelludo, pueden transportar gran cantidad de bacterias en su superficie externa y cuando la persona se rasca, puede infectarse. «El parasito es un hematófago -se alimenta de la sangre, humana- y esto ocasiona prurito, produciendo escoriaciones en el cuero cabelludo y en la espalda, dando la forma de babero invertido», explicó la jefa de la sección Dermatología del hospital Alemán, Margarita Larralde.

 

Piodermitis y prurigio

 

Los parásitos pueden sacar mucha sangre (cada piojo, 1 miligramo por ingesta), lo que en chicos muy infestados podría llegar a 200mg diarios. Y aunque no existe riesgo de anemia por esto, puede ser una puerta a otras infecciones. Según sostuvo Larralde, la complicación más frecuente de la pediculosis es la piodermitis, una sobreinfección bacteriana ocasionada por rascarse la cabeza con las uñas sucias. «El rascado intenso hace que la piel se rompa y esto favorece la entrada de bacterias, principalmente. Y en los casos de que exista alergia al parásito, aparece la enfermedad llamada prurigo, donde el paciente no sólo puede presentar lesiones en el cuero cabelludo si no también a distancia de este», advirtió.

 

Componentes de los piojicidas

 

¿Pero qué ocurre cuando se utilizan productos permitido o incluso de uso veterinario para combatir la molesta plaga y en el intento se termina intoxicando a los chicos?

De los pediculicidas convencionales que se usan en humanos se calcula que alrededor del 90% contiene sustancias denominadas piretroides. Si bien estas tienen baja toxicidad no son inocuas por lo cual es imprescindible seguir atentamente las instrucciones para su aplicación y no dejarlas al alcance de los niños.

Los piretroides sensibilizan a quienes tienen antecedentes alérgicos, por lo cual estas pueden presentar reacciones aún con pequeñas dosis del producto.

Hay quienes por utilización en exceso presentan síntomas de irritación como el enrojecimiento de la zona expuesta, prurito o edema, signos que muchas veces se confunden con los provocados por los piojos.

Por otra parte, están los piojicidas que contienen lindano en su fórmula, y son considerados de alto riesgo si se usan en forma excesiva. «Aquí hay un riesgo mayor, porque muchos chicos están familiarizados con el producto, están en contacto con éste lo cual facilita muchas veces la ingesta accidental», señaló la jefa del Centro Provincial de Toxicología de La Plata, que funciona en el Hospital de Niños de esa ciudad, Ana María Girardelli.

 

«Pipetas» veterinarias, todo un riesgo

 

Pero según advirtió, uno de los problemas más graves últimamente es el uso de sustancias veterinarias, sobre todo en las personas de clase media-alta, para combatir a los piojos. «Utilizan las famosas pipetas en los chicos sin saber que los principios activos de estos compuestos pueden derivar en serios trastornos neurológicos si hay una excesiva exposición a la sustancia. Hasta ahora se desconocen los efectos de la toxicidad crónica. Esto significa que tal vez no se manifieste ahora el problema pero sí dentro de diez años.

Aún no hay suficientes estudios en humanos para saber el alcance de estos productos», subrayó.

Estas aplicaciones se dan por el boca a boca entre muchas madres que por falta de información no comprenden que están exponiendo a sus hijos a efectos indeseados. «Están exponiendo a los chicos a serios riesgos; no hay nada que justifique el uso de estos productos», enfatizó Girardelli.

 

Evaluando los «métodos caseros»

 

A su vez, hay quienes recurren a sustancias como el querosene, el alcohol y una suerte de mezcla de vaselina con soda cáustica, esta última usada para ahuyentar a los pájaros de los techos.

También se recurre al alcohol metílico.

Todos estos pueden provocar alteraciones en el cuero cabelludo y alteración sistémica leve excepto el alcohol metílico que tiene un alto nivel de toxicidad.

Desde hace mucho se usa también la corteza de la cuasia amarga macerada en alcohol fino.

«La cuasia amarga no tiene efecto como piojicida, es más bien un repelente, lo que ocurre es que alcohol puede ser muy tóxico, sobre todo en pacientes pediátricos en donde se producen los mismos efectos que en la ingesta -indicó-.

Es como si se tomaran el alcohol, situación que puede derivar en la hipoglucemia» (baja en los niveles de azúcar en la sangre).

CAROLINA STEGMAN


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