¿Cuánta responsabilidad tiene la industria discográfica en la piratería?

La industria en la Argentina conspira en contra de sí misma, opinan los expertos.

La industria discográfica intenta librar a nivel mundial la última batalla contra la piratería de la mano de la Ley Sopa, aunque América Latina y en especial en Argentina, la derrota frente a los piratas de la manta y los hackers digitales, ya parece sellada en contra de las compañías.

Al gran avance tecnológico y digital a favor de quienes piratean discos, la industria discográfica en Argentina debe luchar contra la falta de una campaña cultural que eduque sobre los beneficios de bajar música digitalizada abonando una cifra, pero a ese deben sumarse que esta modalidad cuenta con una pésima imagen entre los músicos y el público.

Mientras en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania las discográficas lanzaron hace más de una década varias campañas para enseñar a los consumidores a comprar sus tarjetas y bajar música en formato digital de la manera legal, en el Cono Sur, este tipo de iniciativas brillaron por su ausencia.

En Argentina, la responsabilidad corre por cuenta de las discográficas que no realizaron el esfuerzo correspondiente y tardaron más de 15 años en digitalizar el catálogo de artistas como Charly García, Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Carlos Gardel y Astor Piazzolla.

Ni hablar de los artistas del palo del rock, ya que son muy pocos aquellos cuyos catálogos están digitalizados por las compañías, mientras que en Europa y Estados Unidos las grandes compañías se apuraron a digitalizar el catálogo de Beatles, Rolling Stones, Pink Floyd, The Who, Led Zeppelin, The Kinks y Elvis Presley.

En pocas palabras, podría decirse que en Argentina la industria conspira en contra de sí misma al no cuidar su catálogo -que siempre es fuente de buenos ingresos- pero a eso se le suma un dato concluyente: las compañías discográficas nacionales ya no salen a buscar nuevos talentos y además se han desprendido de la mayoría de los artistas locales, devolviéndoles sus contratos.

Músicos del rock, el tango y el folclo re que trabajan de manera independiente y que han crecido en su convocatoria en público, aseguran no haber recibido jamás la oferta de una multinacional discográfica o la visita de un directivo de estas empresas.

Esa reacción tan lenta es una característica de la desinversión con la que las multinacionales han tratado a los artistas locales, con el agravante de que la mayoría de los artistas de rock y casi el 100 por ciento de tangueros, folcloristas y jazzeros se mueve por fuera de las grandes compañías.

Sólo uno de los cinco artistas rockeros más vendedores de álbumes anualmente, Andrés Calamaro, trabaja para una compañía grande (Warner). El resto -Indio Solari, La Renga, Skay y Andrés Ciro Martínez- lo hacen de manera independiente.

Nada más que Pop-Art y sus subsellos -aliados a Sony Music- reunen a gran parte del rock argentino- aunque a la hora de hablar de calidad, los artistas reunidos por esa empresa ya acusan el cansancio de la repetición de sus sonidos y eso comienza a percibirse en la baja de sus ventas de sus CD`s.

Las páginas de descarga legal de música argentina, son muy pocas y nadie sabe cómo se hace para conseguir las tarjetas para bajarse discos o canciones y ni siquiera como se llaman estas empresas.

Mientras tanto, los músicos nuevos apuestan a la autogestión y al cooperativismo, a punto tal de convertir a Unión -el sello de la Unión Músicos Independientes (UMI)- en la discográfica con el mayor y mejor catálogo de música local, aunque no sea una compañía discográfica y no se quede con dividendos por las ventas de CDs.

Un estudio reciente de la consultora internacional MCPS/PRS Alliance determina que en el caso de la venta de un CD o de la bajada digital de un disco, el artista sólo recibe el 9 por ciento de la ganancia, mientras que el 90 por ciento restante se lo reparten entre la compañía, las disquerías, las tarjetas de crédito y el soporte de internet.

Este dato es de registro mundial y marca desde hace años una tendencia: los artistas obtienen su ganancia más jugosa en las giras y shows, ya que el CD se ha convertido un vehículo casi molesto para difundir sus canciones.

De manera similar a la UMI y casi con espíritu filantrópico en Argentina trabajan los sellos independientes como DBN, Ultrapop, Scatter Records, Estamos Felices, Los Años Luz, Acqua, Crack, Laptra y Cala, entre otros.

Algunos gobiernos han tomado nota de esto y han comenzado a ayudar a los artistas de sus distritos como la provincia de Buenos Aires que armó catálogos de sellos pequeños de folclore, tango y rock, financió los viajes de los artistas al extranjero a tocar y hasta armó ediciones en CD.

Hace poco, Bono, el líder de U2 reclamó medidas contra la piratería digital pero fue desautorizado por artistas como los integrantes de Rolling Stones, Mick Jagger y Keith Richards, así como el ex Oasis Liam Gallagher.

“Descargar música es lo mismo que yo solía hacer, yo grababa las canciones que me gustaban de la radio. Odio a todas esas grandes y tontas estrellas del rock que se quejan. Tenés cinco inmensas mansiones, así que cállate la boca y agradece que alguien se baja tus discos y escucha tu música. Eso es lo que hay que agradecer, que hay alguien escuchando tu música”, dijo Gallagher.

En la Argentina una rareza la constituye el líder de Las Pelotas Germán Daffunchio, que despotrica constantemente contra la piratería olvidando su pasado independiente tanto en esta banda como con Sumo.

En el otro extremo, un artista alejado del rock, pero que es de los más taquilleros como Piñón Fijo, le dijo hace pocos meses a Télam que ya no trabaja con compañías discográficas ya que sube directamente sus discos a su página web.

“Prefiero subir mis discos en forma gratuita a la web y que los chicos los descarguen y sepan mis canciones cuando las toco para ellos en mis giras. No hay sensación más espantosa que guardarse, por capricho, el material de uno, y que después un teatro lleno no sepa que estas cantando”, dijo una de las figuras más importantes del mercado infantil.

Si el Parlamento argentino sanciona este año la Ley de la Música y crea el Instituto de la Música, habrá dado un paso gigante y ejemplar a nivel mundial, que dejará sepultados a los dinosaurios burocráticos que hoy son las grandes compañías y habrá puesto a salvaguarda el patrimonio musical de la Argentina.(Télam).-


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