«Cuanto más aprendo, menos sé»

En la presente y en otras visitas a Buenos Aires, Mike Stern tocó con Luis Salinas y Pino Marrone, zaparon en verdad.

«Son dos guitarristas excelentes, grandes. Siempre aprendo de la música que experimento, que encuentro en diferentes lugares. Me frustra sentir que quiero quedarme en la Argentina un tiempo, cuando ya tengo que volver a casa. Luis está tratando de enseñarme cómo tocar un tango; pero el tango es un mundo y me llevaría toda una vida comprenderlo».

«Cuanto más aprendo con la música, tengo la sensación de que menos sé. Que solamente estoy rascando la superficie, quizás ni siquiera eso. A medida que te metés en un tema, descubrís cuánto abarca. Hay tantas posibilidades y eso hace grandiosa a la música, me encanta. El camino es limitar mis opciones y quedarme con lo que estoy haciendo, de lo contrario sería demasiado y no podría con una cosa ni con la otra».

Mike Stern ya tiene fechas tomadas para la primavera europea y en otoño realizará una pequeña gira por Escandinavia, Países Bajos junto al bajista acústico Cris Mindocky.

Un pasado turbulento entre leyendas de la música

Mike Stern (46) creció escuchando a Jimmi Hendrix y BB King, pero se abrió a los géneros clásico, rock, blues, funk y más al jazz que a ningún otro.

Tocó con Pat Metheny, cuando ambos estaban en la universidad y escapaban de clase para ensayar los nuevos temas de Pat.

Un día, Bill Evans, con quien había grabado algunas piezas jazzísticas tradicionales, lo recomendó a Miles Davis que andaba buscando guitarrista para una gira.

«Davis venía de diferentes lugares, le gustaba la música por la música misma. Tenía muchas influencias, pero no luchaba contra ellas, las incorporaba con un resultado muy creativo. Otra cosa de Miles y Jaco Pastorius o Joe Henderson, con quienes toqué, es que lo hacen todo el tiempo desde el corazón. Eso es lo más importante de la música, si está, no importa qué toques».

Sólo con la idea, Mike se asustó. Luego, a Miles Davis le gustó cómo tocaba y le pidió que grabara con él. Después vino la gira y terminaron juntos por tres años. «Fue una gran experiencia, pero al principio estaba muy nervioso, Miles me daba mucho apoyo y comprendía mi situación. Había días en que se volvía loco, como todos… Pero él, un poquito más. Podía ser muy buena persona, en muchos aspectos sensible, y otras veces resultaba difícil de tratar».

«Me pasó también con Jaco Pastorius. Fue una oportunidad musical fantástica, más aún por el hecho de conocerlo; éramos muy amigos, pero tenía enormes altibajos. En realidad, no estaba muy bien ninguno de los dos y sólo nos ayudábamos a ponernos relocos. Era un problema. Finalmente pude parar, con ayuda. Nos tomábamos la vida en un día a la vez. Jaco nunca pudo con la droga, casi lo logró, llegó hasta ese punto pero no pudo».

«La droga no fue una buena idea. Había momentos en que todavía podía tocar, pero para mí la música es más poderosa sin… Creo que se puede lograr algo bueno de todo lo malo, cuando estás muy abajo, muy en el fondo, aprendés más que nada sobre vos mismo. Y por ahí algo de eso se agrega a la música, pero el problema con la droga es que no hace falta llegar tan profundo. Las drogas tienen como vida propia y te pueden dormir, dejar anestesiado y no sentís absolutamente nada. Ahora da la impresión de no suceder tanto en el mundo musical; la gente es más consciente del lado negativo».


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