¿Cuánto tiempo podrá resistir Chávez?

Por Néstor Rojas

La principal jugada de la oposición para doblegar al presidente Hugo Chávez fue la paralización de la industria petrolera venezolana, pero en Caracas siguen circulando vehículos y la escasez de gasolina es enfrentada con camiones conducidos por soldados.

La mayoría de los analistas estimaba antes de comenzar la huelga general contra Chávez, el 2 de diciembre, que el éxito de la acción dependería de que se sumaran los ya molestos empleados petroleros.

Han pasado 15 días de la huelga general y 10 desde que el buque petrolero «Pilín León» inició una reacción en cadena de protesta en la industria, que alcanzó refinerías y campos de producción, pero Chávez sigue al frente del timón.

Desde que los petroleros se declararon en rebeldía, sus líderes gerenciales alertaron de que los inventarios de combustible están por agotarse, pero el gobierno se las arregló para mantener una oferta continua en los surtidores.

Chávez, quien insiste en ignorar la huelga, sostiene que en la industria petrolera no hay un paro sino un «sabotaje» de gerentes rebeldes, ligados a intereses «antinacionales».

Hasta ahora, el gobierno ha apelado a una serie de acciones para quebrar la resistencia de los petroleros, desde la presión militar y la contratación de técnicos extranjeros hasta el anuncio de que importará gasolina para enfrentar la crisis.

El presidente de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA), Alí Rodríguez, recibió poderes extraordinarios dentro de la directiva para usar todos los recursos disponibles a fin de reanimar las operaciones petroleras.

Chávez también ordenó a los militares apoderarse de los camiones privados para transportar gasolina y las imágenes de soldados al frente de los vehículos se han multiplicado, a costa del agotamiento de los depósitos de combustible.

Un panorama con los buques petroleros anclados, las refinerías paradas y los surtidores vacíos parecía el que necesitaba la oposición para cantar victoria sobre un gobernante que ya fue sacado del poder por 48 horas en abril.

Pero aunque parezca que tiene el agua al cuello, el mandatario dice con tranquilidad que los saboteadores no lograrán derrocarlo.

«El gobierno liquida esto diciendo que es una conspiración. Se niega a aceptar que son millones de venezolanos los que piden un adelanto de elecciones», señaló el gerente petrolero Juan Fernández, quien fue despedido de PDVSA la semana pasada.

En un punto en el que ninguna parte parece imponerse, los venezolanos se preguntan por cuánto tiempo más podrá el gobierno dar la sensación de normalidad en las calles antes de aceptar que la huelga ha paralizado una parte del país.

La oposición ha ensayado diversos métodos de lucha civil para mantener viva la protesta y advirtió que esta semana será crucial para alcanzar el objetivo de la renuncia de Chávez.

El vicepresidente José Vicente Rangel insiste en calificar la huelga de «ficción» y se niega a reconocer que los cacerolazos y las marchas pacíficas son síntomas de una rebelión civil que va en aumento, sin importar que la Navidad esté a la vuelta de la esquina.

«Seguimos descontando horas. Creo que la salida de la crisis está muy cerca», comentó ayer el diputado opositor Alejandro Armas, quien participa en la mesa de diálogo coordinada por el secretario general de la Organización de Estados Americanos, César Gaviria.

El reconocido analista petrolero Alberto Quirós Corradi afirmó que el gobierno no podrá reanimar la industria petrolera, ni siquiera apelando a personal extranjero.

«Ahora resulta que toda una capacidad gerencial y laboral que ha costado años desarrollar la vamos a sustituir por 200 extranjeros que ni siquiera conocen el país. Por favor, un poco de realismo», señaló.

El domingo, una tripulación india fue subida a bordo del «Pilín León» tras una operación comando, pero luego fue bajada ante la imposibilidad de movilizar el buque. (DPA)


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