Cuatro de cada diez que abandonan la escuela tuvieron una madre jóven

La maternidad temprana no sólo condiciona la calidad de vida de la madre joven sino que, además, aumenta las probabilidades de que sus hijos abandonen la escuela.

EDUCACIÓN

Esto convierte a la maternidad temprana en un poderoso factor de reproducción intergeneracional de la pobreza. La Asignación Universal por Hijo, al establecer que los niños son la puerta de ingreso al asistencialismo, induce, junto con otros factores, a la maternidad temprana. Por esto, es fundamental una revisión crítica de la Asignación Universal por Hijo fortaleciendo su rol como generador de capital humano en lugar de operar como incentivo no deseado a la maternidad juvenil.

En la Argentina, el 10% de las mujeres menores de 24 años ya es madre. De estas jóvenes, el 80% habita entre los hogares urbanos más pobres y, de ellas, el 70% ya no estudia ni trabaja. Se trata de un problema social severo dado que, bajo estas condiciones, es altamente probable que estas jóvenes no sólo sufran un presente signado por la pobreza y las privaciones sino que la situación de marginalidad se mantenga por el resto de sus vidas.

Tan grave como la pobreza presente y futura de la madre, es que la maternidad temprana también opera como un poderoso mecanismo de transmisión intergeneracional de la pobreza. Esto se produce porque entre las principales consecuencias de las privaciones prevalecientes en un hogar con madre joven, está la de que sus hijos tienden a abandonar la educación básica con mayor frecuencia.

En Argentina no se cuenta con información sistematizada sobre maternidad temprana. Sin embargo, la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC aporta las siguientes evidencias:

Del total de jóvenes urbanos con edades entre 12 y 24 años (5,5 millones), el 35% no asiste a la escuela o abandonó antes de terminar la secundaria.

De estos jóvenes que abandonaron la escuela, el 41% nació cuando su madre era menor de 24 años.

De estos jóvenes que abandonaron los estudios y nacieron cuando su madre era muy joven, el 69% pertenece al 30% de los hogares más pobres.

Aunque los datos son aproximados, la interconexión entre pobreza, maternidad temprana y abandono escolar son muy fuertes. Al hecho de que la maternidad temprana está asociada con el abandono escolar de las jóvenes madres, se suma que el daño social se prolonga hacia sus hijos ya que es altamente probable que ellos repliquen la experiencia de vida de la madre. Así, la maternidad temprana activa un poderoso mecanismo de reproducción intergeneracional de marginalidad social.

El principal instrumento montado por el Estado para dar soluciones o, al menos, paliativos a la pobreza es la Asignación Universal por Hijo. Este programa es uno de los pocos que cuenta con una valoración muy elevada, no sólo por parte del oficialismo sino también de la oposición. No es exagerado afirmar que gran parte de la sociedad considera que la Asignación Universal por Hijo es una de las mejores políticas para la infancia tomadas en las últimas décadas. Subyace como supuesto de esta visión que el dinero es invertido en favor de los niños pues el monto se calcula en razón de la cantidad de hijos.

La realidad es que al dinero de la Asignación lo administran los adultos que integran el hogar. En este sentido, la Asignación Universal por Hijo opera de manera no muy diferente a sus antecesores planes asistenciales, el Plan Trabajar y el Plan Jefes de Hogar. Con una aditamento especial, que es que, al establecer como requisito ineludible de acceso el tener hijos, su existencia –cuando menos– no desalienta la maternidad temprana.

La literatura señala que en las sociedades desarrolladas los adultos les transfieren a sus hijos activos y capital humano. En cambio, en las sociedades más atrasadas los adultos perciben a los hijos como fuerza de trabajo presente o como forma de aportar ingresos cuando lleguen a la ancianidad. En la Argentina, en los estratos de ingresos medios y altos prevalece la lógica de los países desarrollados. Pero entre los hogares de menores ingresos es frecuente que los hijos sean tomados como potenciales fuentes de ingresos. En esta perspectiva, la Asignación Universal por Hijo debería ser evaluada críticamente.

Para morigerar impactos no deseados es fundamental que las condicionalidades que la Asignación por Hijo impone a los hogares no se reduzcan a trámites burocráticos sino que garanticen que los niños pobres efectivamente accedan a educación de calidad. Aun así, esto no alcanza si simultáneamente no se despliegan esfuerzos serios y sostenidos para evitar la maternidad temprana y especialmente que los niños sean percibidos como fuente generadora de ingresos.

Jóvenes entre 12 y 24 años que no concluyeron la educación secundaria

Fuente: Idesa.org


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