Cuatro rescates por día en los balnearios neuquinos
Los guardavidas municipales resolvieron 120 emergencias en el primer mes de la temporada. Sólo 8 fueron derivados a centros asistenciales. Hubo un caso fatal, pero ocurrió en Plottier.
NEUQUEN – El inconfundible silbato del guardavida pone el alerta máximo, se apaga el murmullo de la multitud y la incertidumbre inunda la playa. Hay una emergencia. Una madre mira con desesperación hacia el río, las imágenes se detienen y los segundos parecen eternos.
Hasta que la figura del socorrista se recorta sobre el agua, camina hacia la orilla con un chico de la mano y el estallido de los aplausos corona el éxito del salvataje. No pasó de un susto. Los bañistas retoman la vuelta del mate, la lectura del diario o el libro y los guardavidas a sus puestos. Todo vuelve a la normalidad.
Las 5.000 personas que diariamente concurren a los tres balnearios municipales habilitados para bañarse, ponen a prueba el grado de alistamiento de los cincuenta integrantes del plantel de guardavidas que custodian las playas del río Limay.
En el primer mes de la temporada debieron intervenir en 120 rescates, a razón de cuatro por jornada.
Sólo en ocho ocasiones derivaron a los accidentados a centros asistenciales y en la mayoría fue por la necesidad suturas en cortes causados por vidrios y latas que los propios bañistas dejan en la playa. (ver aparte).
“La negligencia, la falta de voluntad para hacer casos a las indicaciones que se les dan y respetar las boyas o carteles indicadores, son las principales causas de emergencias. Pero en general la estadística de intervenciones nos ofrece un panorama alentador en cuanto a la tarea desarrollada”, dijo Fernando Villarreal, coordinador del Operativo de Seguridad Balnearia.
El único caso fatal ocurrió el 1 de enero en Plottier, en un sector no permitido para bañarse. En Neuquén, desde que se instrumentó el plan de seguridad sólo hubo dos muertes, ocurridas años atrás.
Los balnearios habilitados, es decir que cuentan con guardavidas y personal de apoyo ante emergencias, son el Municipal, Río Grande y Gatica.
Este último, por su extensión -casi un kilómetro de costa-, recibe el mayor número de veraneantes.
La municipalidad llevó a cabo un riguroso sistema de selección para integrar el plantel de 49 guardavidas, nueve de ellos son de planta permanente, comenzaron a trabajar el uno de diciembre -aunque con desde quince días antes habían guardias en el Río Grande- y cubrirán el servicio hasta el 15 de marzo, cuando finalice la temporada estival 2000-2001.
“El sentido del diagrama de actividades es básicamente la prevención; se trata de evitar las emergencias, porque aún cuando el rescate sea exitoso se genera una sensación de inseguridad”, añadió Villarreal.
La primera actividad del día es “marcar” los pozones -varían permanentemente, máxime en época de caudales altos-, boyar los sectores y recorrer la playa para recoger vidrios, latas y basura -pañales, restos de bolsas y cajas de la clase ‘tetrabrik’-.
Los balnearios de la ciudad son seguros, afirmó Villarreal, siempre y cuando se atiendan las indicaciones, pero a veces es necesaria la presencia policial para que se respete la permanencia dentro del boyado de seguridad, no se intente cruzar el río -uno de los casos más frecuentes de accidentes se presentan por ‘duelos’ entre jóvenes para llegar a la orilla opuesta-, o se cuide a los menores.
Las causas de emergencias son diversas: las más comunes son la imprudencia de internarse en sectores profundos, indisposiciones circunstanciales -mareos, picos de presión, dolores estomacales y -en jóvenes- sumergirse en estado de ebriedad.
La mayor afluencia se registra entre viernes y domingo desde las 15 a las 21, como el resto de las jornadas, -a un promedio de 5.000 personas por día- y en de Navidad y Año Nuevo los registros treparon en el Gatica a 17.000, en el Río Grande a 7.000 y en el Municipal a 6.000. Hubo guardavidas incluso durante la noche.
Cada balneario tiene un jefe coordinador y cuenta con un handy para comunicarse con la base ante la emergencia para solicitar , por ejemplo, una ambulancia. En sus puestos, los guardavidas están provistos con elementos de primeros auxilios -férulas inflables, camilla, collares Filadelfia, desinfectantes, vendas- y cubren la seguridad, según los casos, en ambos lados del río.
“Este año incorporamos el libro de quejas y ha resultado de suma importancia, porque la gente espontáneamente marca errores y exige servicios por los que no sólo deben responder los guardavidas”, señaló Villarreal.
El objetivo tiende a jerarquizar la profesión
En los tiempos que corren, sólo con la vocación no se cubren las expectativa que sugiere la tarea. “La jerarquización de la profesión, afianzar la actividad y crear una alternativa de salida laboral encuadrada como corresponde, son nuestros grandes objetivos”, dijo Manuel Castro, presidente de la Asociación Neuquina de Guardavidas, que hace doce años funciona en la ciudad.
La entidad, con casi 120 asociados, tiene en sus filas a la mayoría de los integrantes del cuerpo de guardavidas que se desempeña en los balnearios habilitados de Neuquén -excepto los que integra la planta permanente municipal-. Las vacantes cubiertas con otros aspirantes fue motivo de malestar en la Asociación.
“Hubo problemas con los ingresos. Siempre hemos trabajado en forma coordinada con el municipio, pero esta vez no nos dieron participación. Se instrumentó un sistema de ingresos sin respetar la ordenanza y 12 de nuestros asociados quedaron fuera”, dijo Castro.
Cuestionó la metodología reválida usada, porque se trata de determinar la aptitud del aspirante y no una competencia, como entiende que se planteó en la oportunidad.
Mayor riesgo para los chicos
El principal obstáculo para los guardavidas es la desaprensión de los bañistas, que se exponen innecesariamente a los peligros del río, a veces sin darse cuenta, pero en otras ocasiones cuando asumen actitudes irresponsables.
“Toda la gente puede necesitar ser socorrida ante una contingencia no esperada, pero la mayoría de los rescates se practican con jóvenes y niños. Esa es la franja que plantea un mayor peligro, por el contrario, los mayores acatan las indicaciones y colaboran en cuestiones de seguridad”, dijo el coordinador del operativo de Seguridad Balnearia, Fernando Villarreal.
Señaló que los adolescentes tienen actitudes provocativas y que uno de los factores que frecuentemente los lleva a violar las medidas de prevención es la ingesta de alcohol. Consumen vino y cerveza, principalmente, y generan un foco de atención especial para los guardavidas porque involucran en sus juegos al resto del público.
“Donde ellos se ubican automáticamente se crea un potencial centro de conflictos. Son frecuentes los desafíos a cruzar el río, por ejemplo, sin reparar en peligro”, comentó Villarreal.
Los niños presentan otro tipo de problemática. “En muchos casos vienen acompañados por mayores, pero éstos no los cuidan como corresponde. Es común que los matrimonios, además de llevar a sus propios hijos, suman a un sobrinito o vecino y no dan abasto para controlarlos”, añadió.
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