Cuatro siglos de violencia
En el libro “La guerra de la frontera” el historiador De Marco despliega los encuentros, acuerdos y traiciones registrados entre indios y europeos en el territorio argentino desde 1536 hasta 1917.
Un enfrentamiento de casi cuatro siglos. Una guerra no convencional. Un conflicto que repercutió hondamente en la vida de varias generaciones. Todo eso fueron las luchas entre los habitantes originarios de lo que hoy es la Argentina y los nuevos habitantes resultado del poblamiento europeo. El doctor en Historia Miguel Ángel De Marco los aborda en “La guerra de la Frontera. Lucha entre indios y blancos 1536-1917”, un libro especialmente ambicioso por lo abarcador y por la densidad y profundidad de su contenido, que acaba de publicar la editorial Emecé. La preocupación de De Marco por esta faceta de la historia parte de plantear en sus clases el mapa del escaso territorio que comprendía el país a la caída de Juan Manuel de Rosas y la inmensidad sobre la que no tenía poder ni control. Considera que una característica central del modo en que se realizó la ocupación efectiva de esos territorios deriva de la decisión de los españoles –hombres rudos ellos mismos en su suelo y que llegaron aquí en son de conquista– de desconocer las directivas de la Corona de respetar los derechos de los indios y tratarlos como súbditos y no como esclavos. Esa historia pudo conocerse, en gran medida, porque también llegaron hombres letrados y justos, que advirtieron y registraron los abusos. Así, la relación entre blancos e indios fue de incumplimiento mutuo de todos los pactos, y estuvo teñida por las crueles incursiones en uno y otro sentido, caracterizadas por la violencia, el saqueo y el ultraje, sufrido sobre todo por mujeres y niños. Para De Marco, los despliegues defensivos intentados por el Estado argentino –como la zanja de Alsina– fueron un fracaso, mientras que en cambio fueron políticamente exitosas las campañas militares de Rosas primero y después de Julio A. Roca, que encumbraron a cada uno de ellos a la cúspide del poder. De Roca señala que siguió el principio de Alberdi de “gobernar es poblar”, por lo cual buscó incorporar nuevas tierras para asentar población y capitales. Sobre su campaña, señaló que “el genocidio al que se refieren determinados autores no se corresponde con el escaso número de muertos en lucha, muchos menos comparados con la expedición de Rosas. En cambio hay que subrayar que ni Roca ni los mandatarios sucesivos se ocuparon demasiado de los vencidos, quienes quedaron librados a la miseria o pasaron a servir en las unidades militares y en las casas de familia”. De esto concluye que los indios argentinos tuvieron triste suerte, aun ahora, un siglo después que Hipólito Yrigoyen decretara el fin de la campaña contra los aborígenes del Chaco, y cuando todavía sufren por estar transplantados a las grandes ciudades o tener una vida miserable en sus propios entornos, sin alimentos, hospitales ni escuelas. La obra abarca, a modo de síntesis, “de qué modo y en qué escenarios se combatió desde los días en que Solís puso el pie en tierra oriental para morir en manos de los charrúas, hasta que el último malón en el Noreste arrasó el fortín Yunká”. Al presentar su trabajo, De Marco señala que están ausentes de él tanto las apologías como los arrebatos condenatorios. “Lejos de mi pluma, de mi mente y mi corazón están las palabras “salvaje”, “bárbaro”, “infiel” y otras por el estilo que se usaban en el pasado pero que no pocos emplean todavía, como también el vocablo “genocida”, desconocido entonces y que hoy todo pretende significar, en banal simplificación. De Marco nació en Rosario en 1939, es doctor en Historia, fue presidente y es académico de número de la Academia Nacional de la Historia, además de miembro de las Academias de la Historia de España, de la Hispanoamericana de Cádiz de la Portuguesa y de varios institutos y academias de Iberoamérica. Es director del Departamento de Historia de la Universidad Católica Argentina y profesor del Doctorado en Historia de la Universidad del Salvador. Escribió “Historia del periodismo argentino” y “Corsarios argentinos. Héroes del mar en la Independencia y la guerra del Brasil”, entre otros libros. “La guerra de la frontera” es un volumen de 558 páginas, que desarrolla desde los primeros encuentros entre indios y expedicionarios españoles en el río de la Plata y en el ahora noroeste argentino, las “reducciones”, la relación con el actual Chile, la creación de regimientos de frontera, las invasiones inglesas, la relación de San Martín con los indios, el acuerdo de Miraflores y la tragedia de Salto, los intentos de paz, los cambios políticos y su influencia en la situación con los indios, la expedición de Rosas, los indios durante las guerras civiles en el país, las acciones de Calfucurá, los indios en Cepeda y Pavón, la Guerra del Paraguay, la ley de ocupación de los ríos Negro y Neuquén, Mansilla y “una excursión a los indios ranqueles”, el malón de Tres Arroyos, el fin del poderío de Calfucurá, la nueva línea de Adolfo Alsina, la expedición de Roca y las últimas expediciones del “Toro” Villegas, de Obligado en el Chaco, de Rostagno, de Vintter al Chaco Austral, y el fin de la “guerra de las fronteras”.
Indios amigos de Linares, de lanza, con soldados del Ejército (arr.). A la izquierda, soldados de Astorga con indios amigos
Un enfrentamiento de casi cuatro siglos. Una guerra no convencional. Un conflicto que repercutió hondamente en la vida de varias generaciones. Todo eso fueron las luchas entre los habitantes originarios de lo que hoy es la Argentina y los nuevos habitantes resultado del poblamiento europeo. El doctor en Historia Miguel Ángel De Marco los aborda en “La guerra de la Frontera. Lucha entre indios y blancos 1536-1917”, un libro especialmente ambicioso por lo abarcador y por la densidad y profundidad de su contenido, que acaba de publicar la editorial Emecé. La preocupación de De Marco por esta faceta de la historia parte de plantear en sus clases el mapa del escaso territorio que comprendía el país a la caída de Juan Manuel de Rosas y la inmensidad sobre la que no tenía poder ni control. Considera que una característica central del modo en que se realizó la ocupación efectiva de esos territorios deriva de la decisión de los españoles –hombres rudos ellos mismos en su suelo y que llegaron aquí en son de conquista– de desconocer las directivas de la Corona de respetar los derechos de los indios y tratarlos como súbditos y no como esclavos. Esa historia pudo conocerse, en gran medida, porque también llegaron hombres letrados y justos, que advirtieron y registraron los abusos. Así, la relación entre blancos e indios fue de incumplimiento mutuo de todos los pactos, y estuvo teñida por las crueles incursiones en uno y otro sentido, caracterizadas por la violencia, el saqueo y el ultraje, sufrido sobre todo por mujeres y niños. Para De Marco, los despliegues defensivos intentados por el Estado argentino –como la zanja de Alsina– fueron un fracaso, mientras que en cambio fueron políticamente exitosas las campañas militares de Rosas primero y después de Julio A. Roca, que encumbraron a cada uno de ellos a la cúspide del poder. De Roca señala que siguió el principio de Alberdi de “gobernar es poblar”, por lo cual buscó incorporar nuevas tierras para asentar población y capitales. Sobre su campaña, señaló que “el genocidio al que se refieren determinados autores no se corresponde con el escaso número de muertos en lucha, muchos menos comparados con la expedición de Rosas. En cambio hay que subrayar que ni Roca ni los mandatarios sucesivos se ocuparon demasiado de los vencidos, quienes quedaron librados a la miseria o pasaron a servir en las unidades militares y en las casas de familia”. De esto concluye que los indios argentinos tuvieron triste suerte, aun ahora, un siglo después que Hipólito Yrigoyen decretara el fin de la campaña contra los aborígenes del Chaco, y cuando todavía sufren por estar transplantados a las grandes ciudades o tener una vida miserable en sus propios entornos, sin alimentos, hospitales ni escuelas. La obra abarca, a modo de síntesis, “de qué modo y en qué escenarios se combatió desde los días en que Solís puso el pie en tierra oriental para morir en manos de los charrúas, hasta que el último malón en el Noreste arrasó el fortín Yunká”. Al presentar su trabajo, De Marco señala que están ausentes de él tanto las apologías como los arrebatos condenatorios. “Lejos de mi pluma, de mi mente y mi corazón están las palabras “salvaje”, “bárbaro”, “infiel” y otras por el estilo que se usaban en el pasado pero que no pocos emplean todavía, como también el vocablo “genocida”, desconocido entonces y que hoy todo pretende significar, en banal simplificación. De Marco nació en Rosario en 1939, es doctor en Historia, fue presidente y es académico de número de la Academia Nacional de la Historia, además de miembro de las Academias de la Historia de España, de la Hispanoamericana de Cádiz de la Portuguesa y de varios institutos y academias de Iberoamérica. Es director del Departamento de Historia de la Universidad Católica Argentina y profesor del Doctorado en Historia de la Universidad del Salvador. Escribió “Historia del periodismo argentino” y “Corsarios argentinos. Héroes del mar en la Independencia y la guerra del Brasil”, entre otros libros. “La guerra de la frontera” es un volumen de 558 páginas, que desarrolla desde los primeros encuentros entre indios y expedicionarios españoles en el río de la Plata y en el ahora noroeste argentino, las “reducciones”, la relación con el actual Chile, la creación de regimientos de frontera, las invasiones inglesas, la relación de San Martín con los indios, el acuerdo de Miraflores y la tragedia de Salto, los intentos de paz, los cambios políticos y su influencia en la situación con los indios, la expedición de Rosas, los indios durante las guerras civiles en el país, las acciones de Calfucurá, los indios en Cepeda y Pavón, la Guerra del Paraguay, la ley de ocupación de los ríos Negro y Neuquén, Mansilla y “una excursión a los indios ranqueles”, el malón de Tres Arroyos, el fin del poderío de Calfucurá, la nueva línea de Adolfo Alsina, la expedición de Roca y las últimas expediciones del “Toro” Villegas, de Obligado en el Chaco, de Rostagno, de Vintter al Chaco Austral, y el fin de la “guerra de las fronteras”.
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