“¿Cuestión de proporciones?”
Ésta es una respuesta a un periodista que desmerece la voluntad de los rionegrinos. Con profundo pesar y gran desconcierto, no dejo de sorprenderme otra vez por las apreciaciones que vierte el periodista Horacio Verbitsky sobre el actual gobernador electo de Río Negro en un entramado de palabras que revela, en forma subyacente y ambigua por la suficiente visibilidad, un desapego más que elocuente de la lógica que se esgrime en el uso de los medios de comunicación en cuanto al análisis de los hechos políticos. Verbitsky renueva la defensa hacia su persona a raíz de contestar sobre la respuesta que dio Soria a sus comentarios iniciales, y lo que podría imaginarse como el análisis de quien mantiene cierto reconocimiento en el devenir histórico del país, ha pasado –y con el debido respeto– a usufructuar el lugar del “dime y direte” más acérrimo que no puede conducir sino al descrédito hacia las personas, el sistema, la institucionalidad y, en este caso, la voluntad de cientos de miles de rionegrinos. Al mejor estilo de las campañas “sucias”, propio de la decadencia que se avizora en algunos sectores, como si se tratara de los actos que otrora marcaron los desaciertos, en virtud de la democracia (más cercanos a la crítica hacia el otro que a las propuestas propias), se lee, tras las expresiones de Verbitsky, una insistencia inaudita puesta en la figura de Soria, pese al resultado de la elección. Y tal condición, a la vez, parece no ser considerada en cuanto a los propios significados, cuestión que en forma automática conduce hacia el desmérito de la vocación política manifestada por los votantes de la provincia. Las circunstancias actuales han transformado a los hechos –que en todo momento, acaso, no porque así se den sino por costumbre– políticos que aparecen como proclives hacia la pérdida de la esencia, esa que es indicada como “la posibilidad de mirarnos cara a cara para decirnos qué queremos (es decir: política)”. No obstante, aun desde esos cambios que todavía no podemos sintetizar del todo, pero conscientes de que nos encontramos inmersos en el proceso de transformación, los aciertos o errores que puedan darse en el escenario de las comunicaciones serán de una calidad especial para el desenlace que vendrá. En ese sentido, el uso de un medio para caer en el simplismo que propicia la liviandad con la que se hacen ciertas acusaciones, cuando el respaldo es lo que se dice que se hizo y no lo que se hizo; cuando esas acusaciones parecen ser más efectivas que la prueba, conlleva hacia el trágico imperio de una realidad abstraída de la realidad, en la que muchos creen que la carta-documento es el “juicio” y la denuncia la “condena”. En rigor, los ciudadanos rionegrinos que han votado a Carlos Soria deberían agradecer las consideraciones de Verbitsky en cuanto a que sugiere que los “comprende”, pese a que sojuzga a cada una de ellas con definiciones tales como “espía jubilado”, “sinvergüenza” o que el “rancho de la provincia apesta”. Todas, apreciaciones enfrentadas a lo esgrimido por la voluntad popular, aun cuando cada ciudadano pudo dirigirse hasta las urnas munido de la libertad y la grandeza que infiere el sistema. Dichas expresiones y su liviandad no hacen más que dañar al electorado local, el cual habría leído con detenimiento y se hubiera interesado por cualquier definición que la Justicia hubiera emitido de acuerdo con lo expuesto por Verbitsky. Quizás, el periodista debería considerar que los pensamientos no son únicos e incontrastables. Habida cuenta de que se observa un elevado acento con exceso de autoestima, tal vez. En todo caso, recordar por ejemplo al poeta español Ramón de Campoamor cuando expresó: “Y es que en este mundo traidor no hay verdad ni mentira, todo es según el cristal con que se mira”. Acaso en esas palabras pudiera encontrarse alguna consideración sobre el pensamiento de los otros, siempre que los otros no interesen más allá de la satisfacción que pueda alimentar la propia vanidad. Como sea, sin perjuicio de invadir el pensamiento libre de toda persona, y menos el del periodista Horacio Verbitsky, lo cierto es que sus palabras avanzan sobre el sentir de la mayoría de un pueblo (rionegrino), un tema no menor para considerar antes de caer en tan mediocres definiciones, porque los rionegrinos somos mucho más de lo que se desprende de sus apreciaciones; en todo caso, la sugerencia sería que mirara cómo está el “rancho” en el que vive, para usar sus propias palabras. Adrián Moreno DNI 18.137.009 Bariloche
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