Mujeres escritoras… y ocultadas

Néstor Tkaczek

ntkaczek@hotmail.com

Datos

Si nos sumergimos en las historias de la literatura hay un hecho evidente. Lo que se revela en esa inmersión como un buzo hacia las profundidades es una ausencia, no un vacío; un ocultamiento, no una carencia; una esclusa y no un fluir. Y esa ausencia producto de un ocultamiento guiado por una determinación exclusoria es ni más ni menos que el de las mujeres escritoras a lo largo de los siglos. Esto no es casualidad sino que proviene de una mirada masculina de la historia literaria y también de la consideración de la mujer a lo largo del tiempo y sus dificultades por ser, en primer lugar, independiente y luego para ejercer su oficio. Porque mujeres hubo desde siempre que sortearon estas dificultades y escribieron, pero sus escritos se ocultaron o desaparecieron por múltiple motivos (escaso interés, poca valoración, vergüenza familiar, etc.).
En cuanto a la consideración de la mujer hay dos discursos hegemónicos que conllevan una importante dosis de misoginia. El primero proviene de la antigüedad clásica, y está en el mito recogido por Hesíodo quien cuenta que Prometeo le robó el fuego a los dioses para dárselos a los hombres, Zeus enojado decidió enviar a la tierra una desgracia: Pandora, la primera mujer. De Pandora y su caja salieron todos los males que terminaron con la felicidad de los hombres. Además se caracterizaba por tener “alma de carne y carácter engañoso y embustes y blandas palabras”.
El segundo proviene de la Biblia y focaliza en Eva la pérdida del paraíso, o el origen de todos los males. Una epístola del apóstol Pablo a Timoteo expresa muy bien esta consideración de la mujer: “porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Pues Adán fue formado primero; después, Eva. Además, Adán no fue engañado; sino la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión. Sin embargo, se salvará teniendo hijos, si permanece en fe, amor y santidad con prudencia.” Vemos que además de llevar el estigma de la culpa, Pablo propone el ‘disciplinamiento’ de la mujer en la comunidad mediante el látigo de la salvación eterna.
Romper esos discursos hegemónicos les llevará siglos a las mujeres escritoras.

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