Neonazismo en Argentina

Raúl Kollmann y un grupo de jóvenes se infiltraron por largo tiempo en el mundo de los "skinheads" argentinos. El resultado de la investigación se plasmó en "Sombras de Hitler" (Sudamericana). El que sigue es un reportaje a su autor.

Redacción

Por Redacción

– ¿Nazis o neonazis?

– A los fines de la investigación que realizamos con un grupo de gente para conocer su pensamiento y acción, neonazis en tanto que hacia fuera de sus círculos no se asumen deliberadamente como nazis, pero hacia dentro y desde su estructura ideológica son nazis en el pensamiento y en estilo y formas de hacer política.

– A poco de avanzar en la lectura de la investigación se detecta que la idea fuerza que los cohesiona es el prejuicio a lo distinto. ¿Es así?

– Es una de las convicciones que los afirma como grupo, o sea el prejuicio al extranjero, al aborigen…la necesidad de arrinconarlos en un punto de la geografía del país y controlarlos. Achacarles la culpa de todo lo negativo que jugó en la historia del país y, en consecuencia, si es necesario exterminarlos. O sea, una estructura mental terminantemente nazi.

– Pero no están en contra de todo extranjero…

– Ellos no cuestionan la inmigración europea de la que se nutrió la Argentina, pero sí están en contra de los extranjeros negritos o «negroides», como denominan a los ciudadanos de países limítrofes que emigran hacia nuestro país. De todas maneras están en favor de traer inmigrantes.

– ¿De dónde?

– Blanca, que sea blanca. De donde sea, pero blanca. Siguiendo la cuestión genética, impresiona el esfuerzo, el ejercicio que hacen para identificar racialmente a la gente y, en consecuencia, determinar qué destino le darían si llegan al poder.

– ¿Hay delirio en ese manejo?

– Es un manejo que se retroalimenta desde cuotas y cuotas de fanatismo y determinismo que excluye al otro mecánicamente. Si se tiene ojos rasgados, es estar bajo sospecha o simplemente entrar en la categoría de enemigo.

– ¿Es el caso de Valeria Mazza, por ejemplo, cuando someten su rostro a un análisis antropológico?

– Exactamente.

– ¿Dudan sobre la matriz genética de Valeria Mazza?

– Sí, sí…Dicen que los ojos achinados de Valeria evidencian que algún antepasado europeo de ella se cruzó con un aborigen sudamericano. Conclusión, Valeria está bajo sospecha de no ser genéticamente pura. ¡Toda una locura que ellos retroalimentan tamizando todo desde una perspectiva desaforada que los lleva a enaltecer radicalmente la raza, el honor, la valentía… Lo que no tiene un fuerte condimento épico, es despreciable. Rechazan -por caso- el tango. Lo desprecian por ser una música llorona, y ellos están en favor de la música que convoca al valor.

-¿Wagner influye en ellos?

– ¡Por supuesto! Es la exaltación de los dioses poderosos, y no de los dioses judío y cristiano, más débiles.

– Se deduce que estos neonazis no deben tener buena impresión de Jesús.

– Bueno, lo ven como un hombre débil. Eso de poner la otra mejilla, de la misericordia… son conductas que los neonazis argentinos consideran débiles y lloronas.

– Del libro se desprende que más que adherir a lo militar, se deslizan hacia el militarismo, que desde una perspectiva sociológica no es lo mismo. Es una desviación de lo militar en tanto intenta extender a todas las manifestaciones de la vida social y política los valores, los modos de pensar y el espíritu militar. ¿Ustedes notaron esa diferencia a lo largo de la investigación?

– En ellos aparece lo uno y lo otro en términos muy evidentes. Ellos creen que no van a poder lograr lo que logró Hitler: un respaldo popular tan significativo como para llegar al poder vía elecciones. De manera que sueñan con un acuerdo, con llegar al gobierno de la mano de un sector militar, de una franja del poder militar. Esto los lleva a coquetear permanentemente con los militares. Y así acompañaron a Massera cuando fue a declarar a los tribunales de Comodoro Py, y en el caso de robos de bebés acompañaron a Etchecolaz con guardaespaldas en el programa de Grondona, en el que estuvo confrontado por Alfredo Bravo. Ellos siempre están ahí, del lado de los militares, aunque hoy los que están en actividad no les presten oídos como les prestaban antes.

– La idea de orden, que alentó a millones de alemanes a sumarse al nazismo, incluso a hombres profundamente reflexivos como Martín Heidegger, ¿también juega entre estos neonazis vernáculos?

– Los vertebra… La disciplina extrema… la necesidad de estar siempre listos para la acción, se conforma desde la convicción de que todo lo generosamente deliberativo es dañino… desde esa convicción se corporiza el orden acrítico en que se forjan.

– Usted habló de que el grueso de estos jóvenes vienen de hogares con carencias de diversa índole, incluso problemas afectivos. Las más recientes biografías sobre Hitler, la de Marlis Steinert y la de Ian Kershaw, coinciden en que el amor radical que Hitler sintió por su madre condicionó más tarde las relaciones de Hitler con las mujeres. ¿Cómo se instala la mujer en el ideario de los jóvenes neonazis argentinos?… En el libro aparecen poco.

– Militan pocas mujeres entre ellos. Nosotros hemos mirado mucho esta cuestión, pero nos resistimos a hacer de ella un análisis muy psicologista. En realidad, este tipo de grupo de neonazis se nutre de gente con historias muy variadas. De todas maneras, hemos encontrado que muchos de estos jóvenes arrastran ausencia de padres, es decir de padres que murieron o que se fueron y no han vuelto a aparecer. Es decir la ausencia de una figura del hogar y a partir de esa ausencia la disolución del hogar… y jóvenes que crecen desorientados incluso porque la situación económica de la familia se degrada… especialmente en la clase media.

– Bueno, los jóvenes de la clase media alemana dañada por la crisis que siguió a la Primera Guerra – sin trabajo y sin posibilidad de organizar alguna perspectiva de futuro -, nutrieron las filas de Hitler…

– Exactamente, aquí también, entre los neonazis, tenemos mucho de estos presentes, un hogar de clase media donde el padre tenía un negocio o algún emprendimiento y quebró, entonces el padre débil, golpeado, se desmorona y el grupo familiar se resiente.

– De la investigación de ustedes surge que está abierta la posibilidad de que muchos jóvenes ingresen al neonazismo en procura de aventura, algo así como para darle un sentido a sus vidas. ¿Es así?

– Es una posibilidad concreta. Y seguramente usted se refiere – por caso -, a un muchacho de una provincia, que estaba desempleado, que había leído una revista que retrataba el fenómeno de Hitler, pero también hablaba de las guerrillas. Ante tamaños procesos él se sentía un «don nadie». La cuestión es que se vino a Buenos Aires y se sumó con sus 18 años a los neonazis buscando un sentido, una respuesta a su propia crisis existencial.

– ¿Es un Lumpen?

– Creo que a esa edad aún no se puede ser lumpen. Ahora lo conozco bastante bien. Es una persona con mucha inquietud intelectual. Llegó a Buenos Aires sin tener trabajo, sin tener nada, sin tener ni siquiera dónde dormir la primera noche, pero tenía una idea de dónde quedaba el local de los nazis y fue al lugar. Ellos lo acogieron y le permitieron vivir en el mismo local. Es decir que reclutan gente que está desesperanzada…

– Así comenzó ese «cabo de Bohemia», como definió Churchill a Hitler, juntando desesperanzados.

– Nuestros neonazis recrean permanentemente esa imagen: el hombre que no tiene nada y que llega al máximo poder y lucha contra la «conspiración mundial» de norteamericanos, judíos, comunistas y etc., etc.

– ¿El poder mundial del que ellos hablan, es algo así como la sinarquía internacional de la que hablaban algunos sectores peronistas en su momento?

– Sin dudas hay un discurso de ese estilo, pero sin avanzar en precisiones. Nada del discurso de ellos sobre esta cuestión tiene precisiones concretas. Pero, efectivamente, dicen que hay un poder internacional, que no se sabe muy bien dónde esta radicado, aunque ellos por supuesto que ven a Israel, a EE.UU, que rige todo…

– Asombran los argumentos con que estos neonazis discuten sobre -por ejemplo-, los dibujos animados… los términos en que adhieren a «Los Pitufos»…

– Los consideran camaradas, es decir «son como nosotros, nosotros los nazis». Porque son una tribu muy organizada, donde hay jerarquías, hay un jefe claro, donde el enemigo se llama Gargamel, un nombre que tiene reminiscencia judía, a tal punto que el gato se llama Asrael. Y tiene Gargamel cara de judío, y la pitufa juega un papel de subalterna a los hombres. Bueno esto es lo que ellos construyen. En cambio «Los Simpsons» son lo que llaman anarcojudeobolcheviques, o sea, que es una familia desorganizada donde no hay jerarquía y con mucho intelectualismo dando vuelta.

Carlos Torrengo


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