Palimpsesto: Bóveda celeste

Datos

Cuando niños solíamos jugar a descubrir determinadas agrupaciones de estrellas como las Tres Marías, los Siete Cabritos, la Cruz del Sur, etc.; eso es hoy imposible ya que las estrellas apenas se divisan en medio de tanta luz. Aunque nunca fui muy perspicaz para identificar constelaciones, no logro ver ni el escorpión, ni piscis, ni centauro…; pero el espectáculo del cielo estrellado patagónico se parece a muy pocos, y seguramente vos tendrás el recuerdo inmarcesible de alguna noche estrellada o de algún amanecer u ocaso en el que el cielo te acompañó en la dicha o en el barranco de tu tristeza.
Sí, porque el cielo nos ha servido de consuelo y belleza, nos ha provocado asombro y misterio, también escalofrío metafísico; en su bóveda blanca resalta la pequeñez humana, la conciencia finita, y en algunos la esperanza de una futura morada. Ah, el cielo, o los cielos que pintaban Sisley o Boudin, los cielos nocturnos y siempre brumosos de Grimshaw, las noches estrelladas de Vincent. El cielo añorado y singular de Fray Luis en aquella noche serena: “Cuando contemplo el cielo/ de innumerables luces adornado/(…) Morada de grandeza,/templo de claridad y de hermosura”; también el cielo de Fray Luis, al igual que el de los neoplatónicos, está cargado de revelaciones. “¿Cuándo será que pueda,/ libre desta prisión volar al cielo,/ Felipe, y en la rueda,/que huye más del suelo, /contemplar la verdad pura sin duelo?”.
El cielo o los cielos como lo llamaban los teólogos medievales que creyeron en un cielo estamentado y jerárquico como la sociedad en que vivían. Un cielo más sencillo, quizás, era el que estudiaba desde su pequeña isla de Mileto, unos mil quinientos años antes, Tales y que le reportó fama de sabio al predecir algunos eclipses; aunque su obsesión por el éter también provocó el hazmerreír de muchos con aquella anécdota de su caída a un foso mientras contemplaba las estrellas.
El cielo o los cielos que vimos a lo largo de nuestra vida, el cielo que consuela, que une a los enamorados, que evoca a los ausentes…
el cielo, en la mirada de los que amamos.


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