Palimpsestos: Masculino-femenino

Columna semanal

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En lengua la categoría de género no hay que asociarla a las categorías de sexo, de macho, hembra. Femenino, masculino o neutro son términos lingüísticos que no se tienen por qué corresponder con el referente al que designan.
Los denominados estudios de género, estudios de reivindicación de la mujer en todos los órdenes, también contaminan la gramática y en nombre de lo ahora políticamente correcto, comienzan a realizar incoherencias lingüísticas que afectan en parte la estructura misma del idioma con la premisa de que hay en las lenguas tintes machistas.
Así vemos que todas las terminaciones de sustantivos en “e” que son por regla gramatical invariables y por lo tanto sirven para uno u otro género, resulta que ahora hay que agregarles una “a” cuando se trata de mujeres. Es decir que en vez de decir correctamente “La intendente local… o la presidente de la Nación… etc.” Uno tiene que hablar de intendenta y presidenta y hace caso omiso a los artículos que para algo están.
¿Por qué no hacemos lo mismo con los adjetivos de igual terminación “e”. ¿Se imaginan leer algo así? “La presidenta flamanta del partido…” o “una estudianta brillanta”.
Ahora se han creado nuevos atajos y para designar en forma colectiva tanto a hombres como mujeres, algunos no han tenido mejor idea que en vez de una vocal poner el signo de la arroba, o la letra X; lo que ya se transforma en un verdadero esperpento gramatical. Así que en vez de hablar de “Los chicos y las chicas” uno debe escribir “l@s chic@s” o bien “lxs chicxs” que supuestamente quiere decir lo mismo(?).
Estos extravíos tienen que ver –creo– con asociar a las palabras connotaciones que no están en la gramática sino en la gente que las usa. Es cierto que si queremos ver un tinte “machista” en el español, lo hay. No debe sorprendernos debido a la larga tradición que tienen las lenguas y el papel jugado por el varón en las sociedades más antiguas. Pero esto se puede resolver fácilmente individualizándolas por género con su correspondiente artículo: “Los alumnos y las alumnas” y ya está. La lengua no necesita de esperpentos idiomáticos para apoyar una reivindicación justa pero que no pasa esencialmente por su territorio.

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