Palimpsestos: Pastillitas

Columna Semanal

Palimpsestos: Pastillitas

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Algunos sociólogos han definido a esta sociedad posmoderna como una sociedad de “atajos”, de soluciones rápidas y fáciles. Acostumbrados como estamos a los atajos de teclado saltamos sin dudarlo a los atajos farmacéuticos. Así, pastillita bajo la lengua a la mañana para afrontar las cargas del día, y por si hace falta refuerzo de dosis después de la comida, gotitas en la noche para conciliar el sueño, supositorios los fines de semana para evitar conflictos y la depre del domingo a la tarde. Un negocio redondo para la industria farmacéutica y todos felices; salvo un nimio detalle: los problemas siguen sin solucionarse, y además se acumulan.
No hace mucho en una de mis clases de secundaria, uno de los alumnos estaba realmente insoportable y no me permitía avanzar con la tarea, después de pedirle de mil maneras que se ubique en la situación en la que estábamos y de provocar mi hartura y el cansancio de sus compañeros, me dijo que estaba así porque “profe, yo tomo una pastillita que me recetó el neurólogo, se me terminaron y mi vieja no me las compró todavía”. En ese momento yo pensaba que gustoso le compraría varias… pero de cianuro. Lo que me explicaron después es que el adolescente en cuestión padecía de “Déficit y Desorden de la Atención”(ADD, en inglés).
El problema es que a medida que se ha popularizado su diagnóstico han aumentado los casos en forma increíble, y esto es preocupante porque podemos preguntarnos hasta qué punto este trastorno es real en muchos casos y no enmascara o disimula otras falencias que el propio sujeto o los padres deben hacerse cargo: apatía, falta de una cultura del esfuerzo, falta de voluntad y temple, falta de hábitos, irresponsabilidad, falta de atención, ausencia de valores y metas, etc. La creencia en que una droga solucionará mis dificultades la tenemos en el incremento exponencial del consumo, por ejemplo de prozac, que se observa en épocas de exámenes universitarios. Según los estudiantes la pastillita proporciona una mayor concentración y más horas de vigilia.
En fin, Freud decía que “Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra serlo”; ¿no habrá una tercera vía?

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