Philip Roth (1933-2018): en los pliegues del sueño americano

El escritor falleció el martes a los 85 años. Con más de 25 libros publicados, recibió todos los premios literarios posibles menos el Nobel. Fue un feroz autor satírico y un realista inflexible que recibió críticas de todos lados, incluida una ex esposa.

Philip Roth (1933-2018): en los pliegues del sueño americano

Philip Roth, galardonado novelista e intrépido narrador de historias sobre sexo, muerte, integración y destino, desde la locura cómica de “Portnoy’s complaint” a lirismo elegíaco de “Pastoral americana”, murió el martes en la noche. Tenía 85 años.

El escritor falleció en un hospital de la ciudad de Nueva York por una insuficiencia cardíaca congestiva, según confirmó su agente literario, Andrew Wylie, a The Associated Press.

Autor de más de 25 libros, Roth fue un feroz escritor satírico y un realista inflexible, confrontando a sus lectores con un estilo audaz y directo que despreciaba el falso sentimiento o la esperanza de una recompensa celestial.

Era un ateo que juró lealtad a la imaginación terrenal, ya fuese ideando funciones pornográficas para el hígado crudo o complaciendo fantasías románticas sobre Anna Frank. En “La conjura contra América”, publicada en 2004, situó a su propia familia bajo el reinado antisemita del presidente Charles Lindbergh, mientras que el “Némesis”, de 2010, sometió a su Nueva Jersey natal a una epidemia de polio.

Roth es uno de los grandes escritores que nunca ha recibido el Premio Nobel de Literatura. Sí obtuvo casi todos los demás galardones literarios, incluyendo el Premio Nacional del Libro y el Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros, ambos en dos ocasiones, y el Pulitzer en 1998 por “Pastoral americana”. Logró su primer reconocimiento en la veintena e impresionó tanto a críticos como a colegas de profesión produciendo algunos de sus trabajos más aclamados cuando tenía 60 y 70 años, entre ellos “La mancha humana” y “El teatro de Sabbath”, una narración salvaje de lujuria y mortalidad que él consideró su mejor obra.

Se identificaba como un escritor estadounidense, no judío, pero para Roth, la experiencia estadounidense y la judía eran a menudo la misma. Mientras predecesores como Saul Bellow y Bernard Malamud escribieron sobre la dolorosa adaptación de los judíos a la vida de inmigrante, los personajes de Roth representaban a la siguiente generación. Su primer idioma era el inglés, que hablaban sin acento alguno y no realizaban rituales ni pertenecían a sinagoga alguna.

Feministas, judíos y una exesposa lo atacaron por escrito, y a veces en persona. En ocasiones, las mujeres de sus libros eran poco más que objetos de deseo y rabia y The Village Voice publicó en una ocasión su fotografía en portada calificándolo de misógino. El moderador de una conferencia lo acusó por sus retratos cómicos de los judíos, preguntándole si habría escrito los mismos libros en la Alemania nazi.

El estudioso judío Gershom Scholem dijo que “Portnoy’s Complaint” era el “libro por el que han estado rezando todos los antisemitas”. Cuando Roth ganó el Man Booker International Prize en 2011, uno de los jurados dimitió alegando que el autor sufría de solipsismo terminal y que abordaba “una y otra vez el mismo tema en casi todos sus libros”. En “El teatro de Sabbath”, Roth imagina la inscripción de la lápida de su protagonista: “Sodomita, abusador de mujeres, destructor de moral”.

En sus exitosas memorias, “Leaving a Doll’s House”, su exesposa, Claire Bloom, recordó la lectura del manuscrito de la novela “Deception”. Con horror, descubrió que entre sus personajes había una aburrida esposa de media edad llamada Claire, casada con un escritor adultero, de nombre Philip. La actriz describió a su pareja como frío, manipulador e inestable.

Pero las guerras de Roth también tuvieron un origen interno. A finales de la década de 1960 sobrevivió a una rotura de apéndice y más tarde, en 1987, a una depresión con tendencias suicidas. Tras la decepcionante reacción a su novela de 1993 “Operation Shylock”, volvió a caer en una fuerte depresión y durante años apenas interaccionó con los medios de comunicación. Pese al humor de sus trabajos _ y al que según sus amigos tenía en su vida privada _ las fotografías de sus libros solían resaltar el brillo tenso de sus ojos oscuros. En 2012, anunció que dejaba la escritura de ficción para dedicarse a ayudar a la biógrafa Blake Bailey a completar la historia de su vida. Para 2015, se había retirado por completo de la vida pública.


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