Cumplieron 15 años de tender manos para aliviar el dolor

El Servicio de Internación Domiciliaria y Cuidados Paliativos del Hospital Zatti festejó un nuevo aniversario de una tarea llena de amor.

El Servicio de Internación Domiciliaria y Cuidados Paliativos Hospital Zatti de Viedma cumplió 15 años de tender manos para aliviar el dolor.

El 70% de los pacientes transitan enfermedades terminales y tanto para ellos como para sus familias: no hay como en casa. Así sea un proceso de internación y padecimiento. Los seres queridos sin horarios, las paredes, los muebles. Lo poco o mucho pero propio, cotidiano. Ese sentido de pertenencia que hasta aleja el fantasma de una enfermedad que avanza.

En casa, en la cama de todos los días, en la cocina de siempre marca la diferencia con una sala de hospital al margen de la atención médica necesaria y permanente. Y esa contención es la que el hospital traslada a la casa del paciente a través de este servicio de Internación Domiciliaria y Cuidados Paliativos.

Asiste al enfermo y a su entorno familiar pero en el hogar. Las familias son capacitadas para contener situaciones que permitan la espera hasta la llegada del médico, en casos de urgencia. El hospital provee los materiales y el servicio se encarga del resto que además del dolor alivia la capacidad de internación del nosocomio que apenas supera las 80 camas.

Según los registros son atendidas en este servicio entre 15 y 20 pacientes por mes aunque en algunos momentos ese promedio se altera como ocurre en la actualidad con 28 pacientes con internación domiciliaria.

Esta prestación del Zatti incorporó también la atención de niños con enfermedades terminales o patologías crónicas respiratorias, cardíacas, fibrosis quísticas pulmonares, así como otras temporarias como un niño de tres añitos que sufrió una fractura en una de sus piernas que se debe mantener inmovilizado y con tracción.

La médica Liliana Fedorco y Ricardo Ibañez son los pioneros del equipo de 14 personas que forman parte del servicio coordinado por Oscar Ambot. Todos cuentan con el reconocimiento de las familias que atravesaron este tipo de experiencia que además se trasforman en eslabones de esa infinita cadena que trata de fortalecer defensas para que el dolor físico y del alma duela lo menos posible.


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