CURIOSIDADES PATAGONICAS: Perfil costumbrista y político del repuesto juez Yerio

» Sentencia de fin de año. En el último día del año 1904, el juez letrado de Neuquén Patricio J. Pardo, suscribió afirmativamente la petición fiscal de resolver el sobreseimiento definitivo y total al Juez de Paz de Barrancas, Cecilio Yerio, en la causa por homicidio en la persona de Carlos Garaycoechea, criancero, agricultor y ex juez de paz, por actuar el primero en legítima defensa y en respuesta a la agresión con disparos que le hizo por la espalda el último de los nombrados. También se puso en salvaguarda su buen nombre y honor. El desafortunado suceso acaeció en el neuquino paraje Barrancas junto al río homónimo -límite con Mendoza-, en el atardecer del 6 de diciembre, 25 días antes de la sentencia excarceladora. Ese récord le permitió a Yerio salir inmediatamente en libertad como para esa misma noche festejar la llegada del Año Nuevo.

» Para volverse a poncho. El expediente 413 del año 1904 del Juzgado Letrado (causa contra Yerio por homicidio) no tiene constancias que demuestren haya intervenido el director de la precaria cárcel (galpones) recién instalada en la nueva capital de Neuquén. La sentencia del 31/12/1904 que lo sobresee se notifica directamente al propio Yerio, sin pase alguno e inmediatamente el liberado presenta un escrito en papel sellado peticionándole al juez Pardo un testimonio de la sentencia y también «recuperar los objetos secuestrados por la policía…» es de decir: «Se me entreguen el revólver y el poncho…». El mismo día Yerio firmó en el expediente, recibo del testimonio del sobreseimiento, su revólver y el «poncho patrio», que le entregó el secretario del juzgado Julio Jordán. El resultado de la causa fue oficiada por el juez a la gobernación por nota 1067, y el 7 de enero de 1905, el gobernador Carlos Bouquet Roldán y su secretario Eduardo Talero estamparon su firma en la nota de acuse de recibo de la sentencia. El expediente se archivó el 13 de abril de ese año cinco.

» Juez, policía y estanciero. Cerrado el desgraciado suceso de Barrancas, la vida de Cecilio -vivió casi cuarenta años más- estuvo llena de reconocimientos y gratificaciones, aunque como policía fue amenazado de muerte por uno de los bandoleros que persiguió, y hasta en 1930 se reunieron mil firmas para que el ministerio del Interior lo nombrara gobernador de Neuquén del entonces territorio nacional que no elegía sus autoridades por votación. Aunque quien esto escribe no obtuvo dato de su baja como juez de paz de Barrancas, las copias del libro Caja del gobierno neuquino diseminados en diversos expedientes del Archivo General de la Nación, demuestran que reasumió su cargo de juez de paz, por el que cobraba 110 pesos mensuales durante 1905. En resumen de los datos documentales (expedientes, diarios de la época) e información familiar (aportados por dos de sus nietos, el agrimensor Esteban Yerio de Puerto Madryn y de María Cristina Yerio, residente en Capital Federal) se puede trazar un perfil del personaje. Aunque algunos datos que parezcan entre frívolos, ideológicamente nada homogéneos o meramente ceremoniales, podría trazarse el perfil de este funcionario devenido en estanciero. Desde su poncho patria que estilaba usar aún en verano, hasta el nombre de la última estancia que formó en la orilla rionegrina del Limay, 30 kilómetros aguas abajo del Valle Encantado (La Argentina, de gran casco, hoy bajo las aguas de una represa) se robustece una personalidad adherida a lo nacional, algo que confirma el dato familiar que recuerda el mástil que erigió frente al casco aludido y donde izaba la bandera los días patrios mientras se asaban varios corderos que compartía con la peonada. Dentro de esa línea, sin embargo, parece que Yerio adhirió a ideas más progresistas por haber conocido a Hipólito Irigoyen, ya que la tradición oral sostiene que desde Buenos Aires describió a sus hijos por carta aquel encuentro y ponderó al personaje político, al punto que adhirió al radicalismo como algunos de sus familiares.

(Continuará)

 

FRANCISCO N. JUÁREZ

fnjuarez@sion.com


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