“Daniel dijo: ‘No tengo más’ y escuché el disparo”

Testigo reconoció a un imputado, pero negó haber visto armas.

El tribunal escuchó ayer un testimonio clave, el de la mujer que atendía el almacén frente al cual se produjo el crimen.

NEUQUÉN (AN)- “Le pedían plata, y lo único que alcanzó a decir Daniel fue: ‘No tengo más’. Yo me di vuelta para buscar el teléfono y llamar a la policía; entonces escuché el disparo. Cuando volví a mirar no quedaba nadie en la calle, sólo él, tirado con los bracitos en el pecho”. El testimonio de la dueña del almacén frente al cual asesinaron a Daniel Jadra (41) fue central en la primera audiencia del juicio oral por el asesinato del repartidor de pan. Su principal valor fue que reconoció al acusado Nicolás Arturo Torres (24) como uno de los presuntos autores: no tuvo dudas en señalarlo. Lo conoce del barrio. En cambio no pudo decir lo mismo del otro imputado, Jonathan Martín Robles (20), porque en ningún momento le vio la cara. Jadra fue asesinado de un balazo en el pecho el 7 de febrero de 2009 frente a una despensa del barrio Belén. Militante del MPN (ayer se movilizaron hacia la sede del juicio dirigentes y afiliados de la seccional Primera), trabajaba para la panadería de su hermana y cuando lo mataron estaba cubriendo las vacaciones de otro repartidor. A las 8:30 llegó a la despensa cuya dueña declaró ayer. La mujer relató que atiende sólo a través de una ventanita, porque en el año 2000 la balearon por la espalda y perdió un embarazo. Según dijo ante los jueces de la Cámara Segunda, mientras Jadra le pasaba las bolsas de pan por la ventana ella observó que dos jóvenes se dirigían en diagonal hacia su negocio. A uno lo reconoció enseguida, Torres; al otro no porque llevaba la vista baja. Traía una botella de cerveza y venían como de la casa de Torres. Cuando llegaron al almacén, el desconocido tomó desde atrás y por el cuello a Jadra mientras el otro, que sería Torres, le exigía dinero. El repartidor le entregó lo que tenía en el bolsillo, que según dijo el compañero de trabajo al que estaba reemplazando no podían ser más de 300 pesos. “Le pedían más, la plata, dame más plata”, recordó la testigo. Ella intervino, les pidió que no hicieran eso, y le contestaron “déjenos, señora”. La mujer no vio ningún arma. Los jóvenes pedían plata, el hombre les decía que no tenía más, ella giró para buscar un teléfono y “segundos después” escuchó el estampido. Cuando volvió a mirar ya no quedaba nadie. Robles, quien se declara inocente, se entregó a las pocas horas del crimen en la comisaría 18 mientras que a Torres lo atraparon una semana después en el balneario Las Grutas.

Luis García

Caso jadra


El tribunal escuchó ayer un testimonio clave, el de la mujer que atendía el almacén frente al cual se produjo el crimen.

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