Datos de centralismo y nepotismo en la UNRN
Bariloche concentra quejas de presunto maltrato laboral.
Organizar una Universidad Nacional desde su diseño inicial es un sueño para todo intelectual del ámbito académico. Juan Carlos Del Bello tuvo ese privilegio desde que el senador Miguel Pichetto le confió la tarea de proyectar la Universidad Nacional de Río Negro sobre la base de borradores por él mismo y otras personas de la provincia.
Creada la Universidad por ley 26330 a fines de 2007, Del Bello asumió como rector organizador con máximas funciones hasta que la casa de estudios se normalizó y en julio de 2011 resultó electo rector de acuerdo con el Estatuto.
A algo más de un año de asumir ese rol, el modo en que Juan Carlos Del Bello ejerce la autoridad que le otorga su cargo no parece haber cambiado respecto del método de decisión individual y discrecional a que lo habilitaba su anterior condición de organizador. El modelo de organización planteado en el Estatuto y la propia personalidad del rector se vuelven causas concurrentes de esa constatación, según las fuentes consultadas.
Hoy, la universidad tiene constituidos sus cuerpos colegiados de conducción –aunque la Asamblea Universitaria no se ha reunido nunca–. Pero, aun así, en nombramientos de personal y designaciones de cargos la decisión parece concentrada en la voluntad del rector, a veces sobre una terna propuesta por consejos de áreas y otras con sólo “consulta previa”. Es también el rector quien resuelve las impugnaciones a los concursos y los trámites disciplinarios.
La vida cotidiana de la universidad indica que, incluso, Del Bello suele pasar por encima de la autoridad del vicerrector de cada sede.
Una estructura consultiva de difícil armonización se combina, en la UNRN, con ciertos vacíos normativos respecto de quién debe adoptar determinadas decisiones. El tema afecta sobre todo a la asignación de cátedras y tiempos para la investigación a los docentes-investigadores. La Universidad se propuso desde su origen tener un fuerte papel en la investigación que, en la práctica, se ve condicionado por la escasez de recursos para atender el dictado de clases.
Los concursos también generaron controversia porque, en ocasiones, se abrieron compulsas para titularizar cargos con una dedicación inferior a la que ostentaban los docentes interinos convocados por Del Bello al crearse la universidad, y que dejaron sus cargos en otras casas de estudios para radicarse en la región.
No obstante, el centro de las quejas que se expresan hacia el rector son la cantidad de familiares, amigos y allegados que ha designado en cargos clave de la estructura, en general con categorías altas.
Ahora, las miradas están puestas en la necesidad de que se convoque a sesión a la Asamblea Universitaria, cuya integración quedó completada pero que no se ha reunido. Por Estatuto debe hacerlo al menos una vez al año en forma ordinaria y puede ser convocada en extraordinaria para reformar el Estatuto.
Desde sectores internos se abrigan esperanzas de que la Asamblea introduzca reformas en la norma interna, para hacer más compartida la toma de decisiones. Y que corrija ciertos aspectos que contribuyen a hacer pesada su estructura de consejos de sede y centrales.
informe especial
ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar
Organizar una Universidad Nacional desde su diseño inicial es un sueño para todo intelectual del ámbito académico. Juan Carlos Del Bello tuvo ese privilegio desde que el senador Miguel Pichetto le confió la tarea de proyectar la Universidad Nacional de Río Negro sobre la base de borradores por él mismo y otras personas de la provincia.
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