David Sandoval asegura que la religión y la fe le dan fuerzas para seguir

"La condena sacudió mi interior", dijo. Fue un día después de la sentencia a perpetua.

Mientras se espera que los guardias lo traigan de su celda, uno imagina que se va a encontrar con una persona abatida y que difícilmente acepte una entrevista. Especialmente porque sólo 24 horas antes, había sido condenado a prisión perpetua por la denominada «masacre del laboratorio», uno de los casos más violentos de los ocurridos en la región.

Sin embargo, ahí aparece David Sandoval. Y no deja de sorprender su tranquilidad, ante semejante condena.

Volcado de lleno a la religión, matiza sus días en prisión -está detenido desde hace casi un mes- con trabajos manuales. «Durante el día y durante la noche, me pongo a orar», dirá en una parte de la entrevista exclusiva con «Río Negro».

Este lavacoches cipoleño de 33 años, no sólo perdió su libertad. «Me quedé sin familia, y con ello lo que más quería: mi hijo», dice mientras sus ojos amenazan con inundarse.

«Para mí y mi familia es una injusticia total. Me están condenando por algo que no he hecho, sigo insistiendo en que soy inocente. Me han perjudicado la vida. Me están cargando un peso que no es mío».

¿Nunca estuviste en el laboratorio?

– «No, nunca. Trabajaba a una cuadra de ahí».

¿No hay ninguna posibilidad de que hayas ido sólo un momento, como para que aparezca una huella en ese lugar?

– «No, no. Ni pasar por el frente».

¿Donde te ficharon?

– «En Criminalística de Cipolletti fue la primera vez. Estuve apoyado en unos muebles porque me tuvieron como dos horas parado. Para mí que sacaron la huella de ahí y la plantaron».

¿Al Clavo Sandoval no lo conociste nunca?

– «No. Y no entiendo cómo mi huella palmar está en la bicicleta de este hombre».

¿Estando detenido viste esa bicicleta?

– «En el destacamento de las 1.200 Viviendas de Cipolletti había muchas bicicletas. Una vez mi pidió el oficial de servicio que lo ayudara a sacarlas porque las iban a cargar en una camioneta. No sé… la habrán llevado o la habrán puesto para que yo la tocara y quedara mi huella. Había algunas que eran muy parecidas, pero no me acuerdo exactamente de ésta. Si no fue así, no entiendo cómo mi huella pudo haber quedado en ese manubrio».

El día del crimen decís que estuviste pintando en la casa de un taxista y que luego estuviste junto a tu señora, con Esther Vázquez, una vecina. Pero los dos te desmintieron.

– «Pedí un careo con mi vecina pero nunca me lo dieron».

Ella insiste en que con vos no estuvo.

– «Sí estuvimos. Tampoco le hicieron lugar a la declaración de mi señora. Pero estoy con mi conciencia tranquila. De todos modos, me arruinaron como persona y como hombre dentro de la sociedad».

En la casa del taxista decís que estuviste pintando hasta las 19.45 del día de los crimenes. Pero el dueño de la casa dice que a las 18 ya no estabas.

– «El taxista no pasó para atrás (de la propiedad) ese día. El se quedó en el auto. Yo estaba atrás con mi hermano».

Pero él dice que el trabajo lo vio terminado.

– «No, no lo estaba. Faltaba un pedazo de tres por cuatro metros. Incluso ese día lo fui a ver para que me cambiara un litro de pintura porque era más claro».

¿Por qué creés entonces que desmienten tus dichos?

– «Tal vez por miedo o por presiones. El taxista no sé por qué declaró así. Afirmo y aseguro que estuve hasta las 19.45. La vecina le mandó a decir a mi señora que ella no quería declarar porque esto lo iba a perjudicar en el deporte que practicaba (es boxeadora).

¿En algún momento dijiste que habías estado ese día en Neuquén con tu señora?

– «No, nunca. Hasta las 19.45 estuve con mi hermano pintando en la casa del taxista».

En el juicio se veía muy tranquilo. Si sos inocente, ¿que se siente presentir que te van a condenar a una pena alta?

– «Soy cristiano y más allá de lo que dijeron los jueces, no tengo cargo de conciencia. Cuando escuché la sentencia se sacudió mi interior por la impotencia que tengo por esta injusticia. Así como me condenaron a mí por

algo que no hice, el día de mañana pueden condenar a otra persona. A mí no me sirve levantarme y enojarme o atropellar. Soy hijo de Dios y él dictará justicia».

¿Cómo se compensa la tranquilidad interior con una condena a prisión perpetua?

– «Gracias a Dios y a la oración, tengo la fuerza para seguir adelante. Acá no está todo dicho. También agradezco a mi defensor que desde un principio me dijo que era inocente. Sigo confiando en la justicia».

¿Realmente confiás? Vos decís que sos inocente… y te dieron perpetua.

– «Sigo confiando en que salga a la luz todo y que yo pueda normalizar mi vida. Allá arriba hay una justicia que me tiene en cuenta. Si la condena queda firme ya no voy a confiar en la justicia de los hombres. Acá adentro hay mucha gente que está injustamente presa».

¿Qué sentiste cuando los peritos de Chile dijeron «esta huella es de David Sandoval»?

– «Injusticia. Nunca se encontró algo concreto, y que vengan personas de afuera sin tener ningún derecho en este país, es una injusticia».

¿Podés estar tranquilo con una perpetua?

– «Y… no, la verdad es que no. Sólo estoy tranquilo interiormente».

¿Y te alcanza?

– «Tengo una fe muy grande. Yo sé que todo va a salir bien y que tengo que tener paciencia».

 

Hugo Albizúa

halbizua@rionegro.com.ar


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