“David y Goliat”

Los caminos de la democracia son largos… y a veces escabrosos. Yo soy una vecina que votó el domingo 8 en Chos Malal. Estuve en las instancias finales de la campaña… y vi pasar a Goliat: iba sobre sus flamantes camionetas 4 x 4, con su blanca sonrisa llena de dientes, imperturbable. Iba repartiendo a los vecinos que lo requerían… “¡Al fin volvieron! –gritaban unas señoras alborozadas dando palmaditas–. ¡Estos agarrados se pasaron cuatro años sin tirarnos un mango!”. Vi trabajar al gigante todos los meses. Sin descanso. Del cielo caían inmensos carteles con la imagen de los sagrados ídolos (él, ella y el nuevo) y el relato (y qué relato) de su gran poderío escrito con letras doradas. Los clavaba con furia sobre cuanto terreno visible encontraba a su paso. ¡Qué espectáculo! ¡Impresionante! Se escuchaba, desde el asombro de los unos y la algarabía de los otros. A David, en cambio, lo vi pasar caminando. Andaba por la calle nomás. Me lo encontré en la verdulería una vez. Estuvo también en la escuela, proponiendo no sé qué capacitaciones y una cooperativa, creo… Raro el tipo. También me lo encontré un día de mucho frío sentado en rueda de mate con unos crianceros, y haciendo pogo al ritmo de la murga, con los pibes de los centros de estudiantes, el día de los festejos por la nueva carrera de la UNC en el pueblo. Me pareció verlo subido a una escalera poniendo el último foquito del cine nuevo y sin dudas era él quien saludaba desde la zanja con los muchachos que están colocando las cloacas frente a mi casa… Raro el tipo. La democracia es un largo camino. Los David y los Goliat van cambiando de caras y de trajes… y la historia suele ser circular. En las historias que me leía mi vieja, ¡ganaba David! Clara Carmona, DNI 14.938.301 Chos Malal

Clara Carmona, DNI 14.938.301 Chos Malal


Los caminos de la democracia son largos... y a veces escabrosos. Yo soy una vecina que votó el domingo 8 en Chos Malal. Estuve en las instancias finales de la campaña... y vi pasar a Goliat: iba sobre sus flamantes camionetas 4 x 4, con su blanca sonrisa llena de dientes, imperturbable. Iba repartiendo a los vecinos que lo requerían... “¡Al fin volvieron! –gritaban unas señoras alborozadas dando palmaditas–. ¡Estos agarrados se pasaron cuatro años sin tirarnos un mango!”. Vi trabajar al gigante todos los meses. Sin descanso. Del cielo caían inmensos carteles con la imagen de los sagrados ídolos (él, ella y el nuevo) y el relato (y qué relato) de su gran poderío escrito con letras doradas. Los clavaba con furia sobre cuanto terreno visible encontraba a su paso. ¡Qué espectáculo! ¡Impresionante! Se escuchaba, desde el asombro de los unos y la algarabía de los otros. A David, en cambio, lo vi pasar caminando. Andaba por la calle nomás. Me lo encontré en la verdulería una vez. Estuvo también en la escuela, proponiendo no sé qué capacitaciones y una cooperativa, creo... Raro el tipo. También me lo encontré un día de mucho frío sentado en rueda de mate con unos crianceros, y haciendo pogo al ritmo de la murga, con los pibes de los centros de estudiantes, el día de los festejos por la nueva carrera de la UNC en el pueblo. Me pareció verlo subido a una escalera poniendo el último foquito del cine nuevo y sin dudas era él quien saludaba desde la zanja con los muchachos que están colocando las cloacas frente a mi casa... Raro el tipo. La democracia es un largo camino. Los David y los Goliat van cambiando de caras y de trajes... y la historia suele ser circular. En las historias que me leía mi vieja, ¡ganaba David! Clara Carmona, DNI 14.938.301 Chos Malal

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