De la necesidad a la convicción de un cambio

En opinión del director nacional electoral Alejandro Tullio, la Ley Sáenz Peña fue el inicio de la inclusión electoral en la política argentina. En su opinión: • Para comprender la dimensión del hecho hay que centrarse en las condiciones políticas antes que en los contenidos. Desde el punto de vista conceptual, la ley retoma puntos centrales del proyecto propuesto durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, elaborado y expuesto en el Senado de la Nación por el ministro del Interior Joaquín V. González y que dio lugar a la Ley Electoral de 1902, conocida por haber consagrado las circunscripciones uninominales. • En su proyecto González incorpora el voto universal aún más amplio que la Ley Sáenz Peña (incluyendo el voto de los extranjeros con residencia permanente), el secreto del voto y el empadronamiento permanente. • Sin embargo, estos importantes aspectos fueron resistidos por los propios partidarios del gobierno y Roca no respaldó a su ministro. Carlos Pellegrini, a la sazón autor de la primera obra sobre derecho electoral en nuestro medio, se encargó de sepultar la tendencia modernizadora. • La falta de voluntad política a nivel presidencial postergó la solución y la inestabilidad generada por los reclamos y las asonadas revolucionarias de la UCR que expresaban una sociedad en cambio. El régimen se resistía a perder herramientas que lo perpetuaban en el poder, aun a costa de perpetuar, también, su carencia de legitimidad. • La diferencia fundamental entre ambos momentos (el de Roca y el de Sáenz Peña) es la convicción de la cabeza del Poder Ejecutivo respecto de la necesidad de legitimar el poder político. Roca concibió la reforma electoral no por convicción sino por necesidad, como un modo de “ganar tiempo”. De hecho, esa reforma se derogó tres años después. • Sáenz Peña era consciente desde la aceptación de su candidatura de que el cambio electoral era no sólo necesario sino inevitable; buscó modernizar el edificio institucional dándoles firmeza y sustento a sus cimientos. Tuvo que apelar a todo su poder para que la obligatoriedad del sufragio lograse 40 votos positivos contra 26 en contra.


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