De los insultos al perdón en 18 fechas

Russo le impuso su sello a un equipo ya armado.

Vélez ya había goleado a Estudiantes -uno de los candidatos- en lo que había sido su mejor producción en el campeonato. En el vestuario todos festejaban el título recientemente obtenido. Pero un hombre se corrió del amontonamiento, encaró al goleador del equipo y le preguntó: «¿Por qué hiciste eso?». La pregunta de Miguel Angel Russo a Rolando Zarate fue porque el delantero ensayó una tijera para definir (afuera) un gran jugada en la que habían intervenido todos los futbolistas del equipo. Esta anécdota describe al entrenador: una persona que está en todos los detalles y que trabaja siempre sobre los errores. Claro, las virtudes todos las pueden observar.

Russo se destacó como la voz de mando del Estudiantes que dirigía Carlos Bilardo en la temporada 82/83. Allí fue campeón como jugador y recibió las mayores influencias de uno de sus padres futbolísticos. El otro fue Eduardo Manera, con quien formó la dupla técnica que logró el ascenso a Primera de Estudiantes en la 94/95. Luego llegarían algunos sinsabores como los títulos que se le escaparon cuando dirigió a Lanús y Central.

Hace seis meses llegó a Vélez con un gran reto por delante. «Reemplacé a un entrenador (Alberto Fanessi) que había salido segundo, por lo cual sólo tenía una carta: ser campeón», señaló Russo, quien nunca había sido campeón como entrenador hasta este Clausura. El título le resultaba esquivo pero asumió el desafío. «Salir campeón era una carga que tenía. Necesitaba este título para compensar tantos años de trabajo y esfuerzo personal», sostuvo el entrenador el día después de lograr su primer título.

A la hora de analizar las virtudes de Vélez, Russo señaló: «El secreto de Vélez es que tuvo muchos jugadores en un nivel muy alto». Para que eso fuera posible, tuvo que surtir efecto la mano del técnico y sus colaboradores. El primer escollo que tuvo que superar el entrenador fue el bajón que tenían los jugadores tras perder el título en las últimas fechas del Apertura, que finalmente quedó en manos de Newell's. «La etapa más dura fue convencerlos de que se tenían que levantar. Mi lema es 'El que se cae 100 veces, se levanta 101'», apuntó Russo.

Primero se encargó de reanimar al creador del equipo: Leandro Gracián, quien no había sido tenido en cuenta en el torneo anterior. En este fue una de las figuras. «Fue con quien más hablé porque es un puesto difícil al que hoy se le ponen muchos obstáculos como el doble cinco. Le expliqué cómo debía jugar en el fútbol moderno», aseguró y reveló un gusto personal: «Lo cuido porque los enganches, por su talento, son mi debilidad».

Pero Russo no sólo motivó a los once titulares sino al grupo por completo. «Quise que todos entendieran que jugar en Reserva no es un castigo sino estar preparado para cuando sea necesario pegar el salto a primera. Así lo interpretaron jugadores como Ladino, Bustos, Bustamante o Martínez, que cumplieron muy bien cuando los necesité».

En las primeras fechas, el equipo y Russo recibían los insultos de varios hinchas. La platea de Vélez es una de las más exigentes del país. A los 49 años, el hombre que nació en Lanús, se dio el gusto de ver como revirtió la adversidad. En la tarde que su equipo goleó a Estudiantes, en la tribuna había un bandera colgada que decía: «Perdón Russo».

Juan Ignacio Pereyra (ABA)

Pensando en el Apertura

Miguel Russo y la dirigencia de Vélez acordaron ayer no vender a más de dos jugadores de cara al Apertura y las futuras ediciones de las copas Sudamericana y Libertadores.

El técnico se entrevistó ayer con los máximos referentes de la institución y, según confiaron a la agencia Télam diferentes fuentes, se convino que no sean vendidos más de dos de la nómina de futbolistas que componen el equipo que se consagró campeón del Clausura.

En principio, la directiva estudiará las diferentes ofertas que llegaron y evaluará cada caso en particular para resolver si se hacen o no las operaciones. Parece muy poco probable que se pueda retener al volante Leandro Somoza, pretendido por Reggina de Italia. También es factible que se vaya Rolando Zárate, por quien está interesado la Lazio de Italia. Otros sondeos se concretaron por Fabricio Fuentes (se comenta, como en otras oportunidades, que Boca está detrás suyo), de Jonás Gutiérrez (lo quiere un equipo español) y de Lucas Castromán (podría volver al fútbol italiano o ir al mexicano).

En tanto, a la hora de cristalizar refuerzos, dos regresos podrían producirse: el de Esteban Buján (estuvo a préstamo en Banfield) y el del arquero Martín Bernacchia (de Almagro, se incorporaría si Sebastián Peratta es cedido a algún otro club). (Télam)


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