De masajistas místicos y escritores sin obra
Un nivel parejo entre los filmes en competencia.
Mar del Plata (Télam).- El nivel de los filmes de la sección oficial del Festival de Mar del Plata parece ser este año más alto y parejo que el de la edición anterior, tal como lo demostraron los tres títulos exhibidos el fin de semana, pero aún ninguno de ellos descolla ni posee méritos suficientes para perfilarse como candidato a ganar el Ombú de Oro del certamen.
Mientras que el año pasado la competencia se caracterizó por la reunión de algunas muy buenas películas y otras verdaderamente olvidables, el nivel de los filmes proyectados durante estas tres primeras jornadas fue bastante parejo, pero en ninguno de los casos alcanzaron grados de innovación o riesgo interesantes.
Excepto por los filmes «Después de la inundación», de Robert Saitzyk, y «Treed Muray», de William Philips, que intentan un modesto alejamiento de la norma, todas las obras exhibidas en la sección principal son propuestas convencionales, tanto en lo narrativo como en lo formal. Eso no las hace malas, pero les resta interés.
La primera de las películas proyectadas el domingo fue «El masajista místico» («The Mystic Masseur»), producción inglesa dirigida por Ismail Merchant, una agradable y sutil comedia que sitúa su acción en 1943 en Trinidad, isla caribeña que a esa fecha todavía se encontraba bajo el dominio británico, como muchas otras colonias esparcidas por el mundo. El filme, que cuenta con magníficas interpretaciones de Om Puri, Aasif Mandvi y Ayesha Dharker, se concentra en la historia de un miembro de la comunidad hindú que habita en sectores rurales de la isla y lo acompaña en su formación como escritor, masajista místico y político comprometido con la lucha por los derechos civiles de sus hermanos.
El segundo filme que se proyectó en competencia fue el ya mencionado «Treed Murray», escrito y dirigido por el canadiense William Phillips, quien se propone un auténtico desafío al trabajar durante todo el largometraje en una única locación, el árbol donde un yuppie se esconde de una banda de delincuentes que quiere asaltarlo. Se trata de un ejercicio cinematográfico novedoso, aunque no original, que se vale de la utilización de una sola escenografía para llevar al extremo la tensión dramática que se genera entre la víctima, un joven de clase social acomodada, interpretado por David Hewlett, y sus victimarios, una pandilla de adolescentes.
Por último, fue exhibida la película «El estadio de Wimbledon» («Le stade di Wimbledon»), del actor y realizador francés Mathiu Amalric, colaborador de Louis Malle, Romain Goupil, Alain Tanner y Peter Handke, entre otros directores, e intérprete en obras de cineastas como Otar Iosseliani, Raoul Ruiz, André Techiné y Olivier Assayas, entre otros.
Se trata de un filme basado en la novela del italiano Daniele del Giudice, que narra una investigación, entre ficticia y real, alrededor de la vida de Roberto Bazlen, un intelectual italiano que divulgó a muchísimos escritores en su país y que era reconocido por su talento a pesar de no haber escrito un solo texto.
«Un hombre parte tras las huellas de un escritor que jamás ha escrito», esta es la frase que inspiró a Almaric para embarcarse en esta intriga, a la que le hizo algunas modificaciones, como reemplazar al investigador por una investigadora, una mujer sin nombre animada por Jeanne Balibar, protagonista de los filmes «La comedia de la inocencia» y «Fines de agosto, principios de setiembre».
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