De pistas contundentes, a la nada
BUENOS AIRES (ABA). – Pasaron sólo cuatro meses desde aquel 29 de agosto, cuando el juez federal Carlos Liporaci aseguró contar con indicios determinantes, y calificó de “fundamental” el testimonio de Antonio Cafiero para resolver la causa de los supuestos sobornos en el Senado.
Pero para quienes siguieron de cerca a los protagonistas de la investigación, la decisión de ayer del magistrado de dictar la “falta de mérito” de los once senadores y dos secretarios sospechados, estuvo lejos de ser una sorpresa.
Poco tiempo atrás, el fiscal Federico Delgado confió que la investigación de “Río Negro” publicada el pasado 18 de septiembre -dando cuenta de un movimiento de fondos de la SIDE por 6.200.000 dólares el día previo al acuerdo sobre la reforma laboral-, era la “pista más firme” con que contaba la justicia. Sin embargo, con igual énfasis acotaba que “la asignación de los montos sigue siendo secreta. Es una barrera inexpugnable”.
El 1 de noviembre este medio dio a conocer las sospechas de la fiscalía acerca de que Martín Fraga, el secretario de Remo Costanzo, podría ser su testaferro. Entonces, la respuesta de Liporaci no se hizo esperar: “Sólo investigo coimas, no enriquecimiento ilícito. No me importa la fortuna de los involucrados”.
Por si fuera poco, el juez que investigaba era investigado. Siempre quedó la sensación de que Liporaci “jugaba” con los tiempos de su propia acusación que le seguía el Consejo de la Magistratura. Así lo que en los inicios parecía ser un mani pulite criollo, pasó a ser la “crónica de una muerte anunciada”.
Tal vez el error fue equiparar la experiencia italiana donde un juez como Antonio Di Pietro -y un conjunto de fiscales- se decidieron a terminar con la mafia política, con el caso argentino donde un vicepresidente renunciado (que ayer, de impotencia, rompió en llanto) y un veterano senador, dejaron el affaire en manos de tal vez la peor herencia que arrojó el gobierno anterior: los jueces de la “servilleta”
Hay otro dato que no conviene dejar pasar por alto: cuando mañana a la medianoche, al despedir el ingrato 2000, los once legisladores sospechados levanten sus copas con una sonrisa de alivio, sabrán al mismo tiempo que sus carreras políticas entraron en un punto sin retorno.
Comentarios