De qué se enferman los docentes, según la mirada gremial

ROCA (AR).- El deterioro de los edificios escolares y del sistema de Salud Pública parecen agravar y aumentar la aparición de enfermedades profesionales en los maestros rionegrinos. Así lo denunciaron en el marco del programa «Salud en la Escuela», docentes de todas las agrupaciones sindicales de la región, quienes se reunieron este fin de semana en la sede local de Unter para debatir temáticas vinculadas a la salud laboral de los docentes, salud escolar y problemas de infraestructura en las escuelas.

Según aseguraron, muchos docentes trabajan en condiciones de hacinamiento, lo cual genera tensión y estrés, y además elaboraron un diagnóstico de las patologías más frecuentes que sufren los educadores.

En una primera etapa, los delegados de salud de Unter trabajaron en seis regiones, realizando un relevamiento exhaustivo de los riesgos vinculados a la edificación escolar que en las condiciones actuales, en muchos casos, no pueden garantizar las condiciones de seguridad ni infraestructura elementales para trabajar con normalidad.

Según aseguraron, en las aulas «se trabaja en condiciones de hacinamiento y esto acarrea muchos problemas debido a la altísima tensión que sufre el docente al trabajar con 50 alumnos en aulas construidas para 25».

Se analizaron los problemas de salud de los docentes, que en primera instancia, fueron contabilizados por las licencias. En base a esto se estudiaron los diagnósticos médicos y se elaboró un listado sobre las enfermedades más frecuentes de este sector laboral.

Deolidia Martínez, asesora del mencionado programa de CTERA en Río Negro, explicó que «también se están estudiando las enfermedades por las cuales no se pide licencia». Enumeró enfermedades como problemas agudos de piel, bronquios, reumas, contracturas, afonías, patologías que se van haciendo crónicas y que «en su momento no ameritan una licencia pero que cuando finalmente se las atiende ya son situaciones graves».

Por otra parte, también se analizaron los problemas de sufrimiento psíquico, que son muy comunes en los educadores, aunque no son registrados como enfermedades.