Cómo lo reflejó Río Negro

El 5 de octubre de 1988 sacó del poder a Augusto Pinochet y generó la mayor movilización de la historia del exilio chileno. En la zona también tuvo fuerte repercusión política.

Hace 30 años se terminaba un agotador 5 de octubre de votación en el plebiscito y millones de chilenos seguían pegados a radios y televisores, la mayoría en sus casas, unos pocos en las calles, expectantes y conteniendo el festejo. Desde las 21, el comando de partidos por el “no” había adelantado sus cómputos que daban un 57% de rechazo a la continuidad de Augusto Pinochet en el poder, pero el régimen permanecía tercamente en silencio. Recién a las 2 de la madrugada del 6, tras varias idas y venidas cargadas de rumores, un demacrado subsecretario del Interior, Alberto Cardemil, daba el resultado oficial final: el “sí” obtuvo el 43% frente al 54,7 % del “no”, anunció escuetamente. Poco después, un resignado Pinochet, que había hecho campaña en traje y corbata, volvía a vestir el uniforme militar, reconocía la derrota y prometía cumplir con el cronograma de entrega del poder. Recién allí, el festejo estalló en las calles.

A la misma hora, en General Roca, un reducido grupo de chilenos, entre ellos Germán Gutiérrez y su esposa, terminaban una vigilia con huelga de hambre frente al Municipio roquense. En la Araucanía, aún en medio de la euforia, Jorge Muñoz y la pastoral de Migraciones organizaban el retorno a Neuquén y Río Negro de los 12 micros con cientos de chilenos y 32 veedores internacionales que habían supervisado la elección.

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En Buenos Aires, Adolfo Lobos festejaba con compatriotas el éxito del operativo que había logrado enviar a más de 40.000 votantes para apoyar el triunfo opositor, al igual que en más de 56 comités de apoyo en todo el país. Comenzaba el lento proceso de regreso a la democracia en el vecino país, con avances, claroscuros y algunas deudas que siguen pendientes.

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La histórica jornada del plebiscito y los meses anteriores de campaña se vivieron con intensidad en ambos lados de la cordillera. En Argentina, además de la movilización del exilio chileno, dirigentes políticos de varios partidos argentinos se sumaron a la campaña por el regreso a la democracia en Chile. El gobierno de Alfonsín, formalmente respetuoso de la “no injerencia”, recibía a los líderes opositores chilenos y dejaba hacer con libertad a los dirigentes del radicalismo que los apoyaban. Mercedes Sosa, Víctor Heredia, Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat realizaban aquí conciertos masivos después de “rebotar” en sus intentos por participar de actos por el “no” en Chile.

Una manifestación de Chile Democrático en Roca.

Se une el exilio

Adolfo Lobos lleva 44 años en Argentina, adonde llegó exiliado tras el golpe de 1973. Hoy vive en Bariloche, donde tiene un negocio de artesanías. En 1988 estaba en Buenos Aires y era presidente a nivel nacional del movimiento Chile Democrático. Recuerda que era un momento de mucha efervescencia en el exilio chileno. El fallido atentado a Pinochet en 1986 y la represión posterior habían terminado por convencer a los partidarios de “todas las formas de lucha” de apoyar la vía electoral para recuperar la democracia, así que el exilio chileno se volcó masivamente a trabajar por el “no”. “Había 56 comités de Chile Democrático en el país. El migrante chileno siempre fue bien recibido, pero la llegada de dirigentes políticos e intelectuales le dio otra visibilidad y apoyo” al movimiento, señaló.

Recordó al diputado rionegrino, roquense y radical Hugo Piucil, quien lideraba el Comité Argentino de Solidaridad con Chile. “Chile le debe mucho, porque no tenía problema en cruzar y hacer gestiones, ya que gozaba de cierta inmunidad por ser parlamentario. Con él recorrimos el país: ciudades de frontera, toda la Patagonia; de Comodoro Rivadavia a Salta”, recuerda.

De los casi 1.200.000 chilenos que se estima había en Argentina en el 88, unos 40.000 cruzaron la cordillera para votar en el plebiscito, más de la mitad gracias a organizaciones solidarias en Argentina. “Se logró enviar gente por distintos medios, la mayoría por tren y colectivo. Casi la misma cantidad fue por la suya”, señaló Lobos. Entre las acciones destacadas mencionó “la visita de dirigentes chilenos, acompañados por dirigentes de DD. HH. , festivales culturales, artísticos y actos políticos y movilizaciones en todo el país”, especialmente en Mendoza, Neuquén y ciudades de Río Negro.

“¡No! ¿Ya pasaron 30 años? Parece que fue ayer”, exclama incrédulo Jorge Muñoz, titular de la Pastoral de Migraciones neuquina, cuando este diario lo consulta sobre el aniversario del plebiscito chileno. “Ese fue un momento superador en la organización del exilio chileno”, recordó. Como siempre, las corrientes políticas estaban divididas entre el Chile Democrático más ligado a fuerzas de izquierda y el Partido Comunista y los Comités de Solidaridad con Chile ligados al partido socialista. El Comando por el No logró unificarlos, y la sede funcionó en el local de la Pastoral de Migraciones, que sirvió de base para organizar actos y la logística de transporte de los chilenos que fueron a votar en el referéndum. Se armaron comités en Allen, Cipolletti, Cinco Saltos, Roca, Neuquén y Regina.

Germán Gutiérrez (2º a la izq.) y líderes chilenos en la frontera, 1988.

La “bendición” de Don Jaime

Muñoz destacó el rol de Monseñor Jaime de Nevares. “La verdad es que nosotros fuimos a consultarlo con algo de miedo. Esta vez no eran temas sociales o de derechos humanos, sino involucrar a la Iglesia en una campaña política, usando a la Pastoral. Cuando nos reunimos, y viéndonos que dábamos rodeos, nos preguntó directamente: ‘Che, a ver, los noto medio nerviosos. ¿Cuál es el problema? ¿Ustedes qué quieren? ¿Hacer campaña por el ‘no’ acá? Y bueno, la recuperación de la democracia en Chile merece que hagamos todo lo que sea posible. Si eso es lo que vienen a plantear, bendito sea”, lo que generó alivio inmediato.

La logística fue bastante artesanal. Con fondos reunidos de distintos lados, se logró armar una lista de gente dispuesta a ir a votar (“había mucho miedo”, recuerda Muñoz) y luego la forma de transportar en dos oportunidades a los votantes: primero a inscribirse en los padrones electorales y luego a votar. “La primera etapa fue la más compleja. Primero, porque nadie quería prestar micros para eso, Chile era una dictadura y áspera. No se podía contratar cualquier transporte, por el tema habilitaciones internacionales”, recordó Muñoz. Un empresario zapalino, dueño de la desaparecida Unión del Sud, fue quien aportó los vehículos. En segundo lugar, había problemas legales. “Sólo podían empadronarse los residentes en Chile, así que muchos dieron domicilios de familiares en Temuco, Villarrica, etc., y otros los conseguían los partidos chilenos: gente amiga, militantes… pero estábamos haciendo algo ilegal, dando domicilios falsos, con lo cual si nos pillaban iba a ser muy complicado”, recuerda el jefe de la Pastoral. De este modo, “fuimos en viajes tipo hormiga, de a pocos. En los colectivos no se podían gritar consignas por más que fuéramos todos conocidos, en la aduana nos hacíamos los indiferentes, había que llevar un equipaje que no levantara sospechas”, señala.

Y se articuló que en cada micro acompañara a las delegaciones un sacerdote (gentileza de Don Jaime) y un periodista “para que nos sirvieran de alarma y protección ante cualquier lío”, dice. Y en Chile, organizar logística: almuerzo, alojamiento, formación cívica para votar…

Para el día del plebiscito la tónica fue otra. “Ahí ya estaban los ojos del mundo sobre Chile, era imposible que nos hicieran nada. En cinco días fueron unos 12 micros desde el Alto Valle para allá, más los que se organizaban e iban en vehículos particulares”, recordó Muñoz. En la delegación viajaban 32 veedores internacionales argentinos de Río Negro y Neuquén, entre los que recordó a las dirigentes de Apdh, Noemí Labrune y Sara Mansilla, el diputado Nacional Osvaldo Pellín (MPN) , Miguel Irigoyen, Ricardo Villar (UCR), Walter Pérez (también periodista), Irma López, Osvaldo Nemirovsci (FpV rionegrino), Nidia Povedano (UCR, rionegrina), Guillermo Osés (UCR Neuquén) y Juan Carlos Fernández, de San Martín de los Andes, entre otros.

Gutiérrez en el negocio familiar, junto a su esposa, también militante.

Respaldo argentino y cultura

En Roca, Germán Gutiérrez recuerda la gran expectativa entre quienes se quedaron esperando el resultado. “Había mucha esperanza, se había trabajado mucho para que ganara el ‘no’. Para ese día se hizo una sentada de Chile Democrático con huelga de hambre frente al Municipio que duró hasta la madrugada. Nosotros participábamos como juventud entonces”, recuerda y se ríe porque hace años peina canas.

Destacó la participación amplia de fuerzas de todos los sectores y el apoyo las organizaciones sociales y políticas argentinas. “Si necesitábamos locales, sonido, ayuda para viajar a Neuquén a protestar al consulado, no reuníamos en la universidad, siempre había apoyo”, destaca.

Las actividades culturales como peñas y recitales fueron una fuente de convocatoria, donde acompañaban artistas locales como Pedregal o el Menduco Araujo.

“Nosotros hacíamos una revista que se llamaba ‘El Copihue’ que recolectaba información alternativa de Chile”, la imprimíamos en mimeógrafo o en imprentas prestadas y las repartíamos en barrios donde había bastante presencia chilena: Brentana, Progreso”, entre otros.

Recuerdos de un día intenso, que dejó una importante impronta en Argentina también.

Adolfo Palacios hoy en Bariloche, en su local de artesanías.

La realización de actos culturales y políticos en distintas ciudades durante los meses previos tuvo fuerte apoyo de artistas y partidos regionales, comprometidos con la causa de la recuperación de la democracia en el vecino país.

Las actividades culturales y políticas fueron intensas en los meses previos a octubre, y así lo reflejó “Río Negro”.

Quizás la polémica mayor se dio por el proyecto de la entonces legisladora rionegrina por la UCR Nidia Povedano y sus pares neuquinos Ricardo Villar y Juan Carlos Galván de apoyar económicamente el viaje de los chilenos que buscaban participar.

Una parte de la UCR lo apoyó, pero otros radicales y de la Ucedé se oponían por considerar que “interfería en asuntos de otro país” y tenía un “alto costo para el estado”.

También se informaba sobre la constitución y actividades de comandos del “no” en varias ciudades, así como actos políticos y culturales con artistas locales y líderes de la UCR, el FpV, el MPN, el Mas, el PI y el PC.

Muchos viajaron después como veedores internacionales.

Datos

La realización de actos culturales y políticos en distintas ciudades durante los meses previos tuvo fuerte apoyo de artistas y partidos regionales, comprometidos con la causa de la recuperación de la democracia en el vecino país.

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