Delfina Merino prepara su regreso a las Leonas mientras estudia y ayuda

La mejor jugadora del mundo 2017 cuenta lo que sufrió y aprendió por las dos operaciones de rodilla. También cómo aprovechó el parate: avanzó en su carrera universitaria y en la construcción de un merendero en Santiago.

Redacción

Por Redacción

Lo negativo, si uno está abierto a aceptar y a mirar para su interior, deja aprendizajes muy valiosos. Y Delfina Merino lo está viviendo en carne propia. Apenas un año después de ser elegida la mejor jugadora del mundo (en 2017), la estrella de Las Leonas sufrió una lesión en la rodilla derecha que no revestía gravedad. O parecía.

Un tratamiento kinesiológico no dio resultados en marzo, tampoco una primera operación en abril y así fue que debió recurrir a una segunda intervención, el 12 de junio.

Ese permanente volver a empezar le hizo perder prácticamente todo el año. Y hoy, a semanas de su esperado regreso a las canchas, asegura haber atravesado “momentos muy difíciles” que le han enseñado y fortalecido luego de una carrera que “no había tenido lesiones”.

El parate le permitió abocarse a la carrera de abogacía hasta quedar a cuatro materias de recibirse. “Me perdí la World League, sobre todo las finales, a las que pensé podía llegar. También los Panamericanos, que estaban en mis planes. Realmente se me hizo muy duro”, afirma.

Pero lo peor ya pasó, Delfina regresó a las prácticas y espera volver a la acción en diciembre, en dos amistosos contra Alemania en Buenos Aires.

“No hay mal que por bien no venga”, es un refrán popular que muchas veces aplica a la vida cotidiana. “Estoy segura que todo esto que me pasó tiene un gran aprendizaje para mí. Seguramente, cuando termine todo, le veré el lado positivo. Espero tener la recompensa a tanto esfuerzo”, dice mientras transita los últimos metros de un túnel que se puso muy oscuro y hoy empieza a aclarar.

Lo interesante, además, es que el tiempo libre que nunca tenía apareció de repente y pudo usarlo a su favor. “Aproveché para avanzar con mi carrera de abogacía. Este año pude rendir cinco materias cuando, en un año normal, hago dos o tres”, explica quien ya lleva diez años cursando en la UBA y espera poder recibirse en 2020 o 2021. “Me quedan cuatro, por suerte”, informa. 

El año pasado también fue un despertar para ella, una apertura hacia la comunidad. “Llevaba mucho tiempo queriendo ayudar socialmente y justo se me cruzó Weber Saint Gobain en mi camino”, cuenta en referencia al programa solidario Huella Weber que desarrolla con varios de los mejores deportistas argentinos hace nueve años.

Delfina se comprometió rápidamente y a los días, casi de casualidad, encontró el lugar para ayudar. “Mi viejo fue a cortarse el pelo y vio muchas bolsas con donaciones en el negocio. El peluquero le contó que él ayudaba en su pueblo (Icaño), sobre todo a un comedor improvisado donde comían 180 chicos, dos veces por semanas, debajo de un árbol… Cuando papá volvió a casa, yo justo le conté lo de la Huella Weber y él me dijo ‘éste tiene que ser tu proyecto’. Una hermosa casualidad que me hizo decidirme inmediatamente. Por suerte lo presenté y enseguida lo aprobaron”, relata ella.

A las pocas semanas, Delfina viajó al lugar para supervisar cómo era el lugar, qué se necesitaba y se encontró con muchas carencias pero también mucho amor. “Fue un viaje de mucha emoción y aprendizaje. No sabés con el amor y agradecimiento que nos esperaron. Hace un año no había nada, apenas un terreno baldío, y ahora se levantaron las paredes y sólo falta el techo, para lo que seguimos trabajando. Por suerte mucha gente se sumó con donaciones», asegura.

Está claro que Merino, mientras supera una rebelde lesión y se prepara para su regreso, estudia y piensa más que en ella. Ya no hay dudas: no hay mal que por bien no venga. Delfina lo sabe.


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